Lecciones de hoy, de ayer y de mañana (1)
Ya sea en este o cualquier otro sitio en que se hable, se discuta, enseñe, o se difunda la historia --así a secas o en cualquiera de sus muchas caras, de la oficial a las nuevas fake news —todos o mejor dicho casi todos, acabamos por reconocer que el no estudiar el pasado, desconocerlo, hacer caso omiso de su insistente presencia en nuestra vida cotidiana, es condenarnos a, no solo a repetirlas una y otra vez, con más o menos variantes, sin a lo que es peor a no encontrar los conocimientos, las técnicas, los procedimientos, las habilidades y actitudes, la organización social e individual necesarias para seguir transitando en las aguas del tiempo—de la historia—al ritmo universal que van dictando todos los sucesos que se dan, de manera sincrónica, en un momento determinado. Quien no conoce su pasado está condenado a repetir sus errores, luego entonces el pasado es más que nada y sobre todo una guía que nos indicaría cómo, a través de qué, haciendo o evitando, se puede obtener/ganar/cul