Multifacética


 

Soy de la opinión de que es lo mismo triunfar en alguna actividad artística que en la profesión más complicada del momento, y es que el científico, el investigador y el artista, trabajan en la frontera que divide lo que sabemos de lo desconocido. Pero, por otra parte, en las artes, no solo, está permitido, sino que es algo que se espera naturalmente, que quien se dedique a ellas sea “creativo”; en cambio, ejercer un oficio con esta condición acuestas puede ser muy costoso no solo para el abogado, el contador, el ingeniero o el médico, sino para aquellos para los que trabaja y sirve. Así pues, triunfar será distinto dependiendo del campo en que te desempeñes.

 Decir que una persona X ha triunfado, dependerá, de inicio, igualmente, de estas condiciones. Voy a hablar de la fotografía, pero sin hacer mención de algún objeto en particular, más bien lo haré sobre una serie de características que se comparten en un conjunto más o menos bien definido históricamente y/o formalmente, y aunque no se haga mención a esta o aquella fotografía en singular, en realidad se estará hablando, siempre, de la fotografía. La fotografía, como otros desarrollos técnicos, producto del entrecruzamiento de campos, necesidades y demandas, para su trabajo se sirve diversos temas, por ejemplo, los de su origen, sea el caso, la evolución de los productos químicos, de la óptica, y el conocimiento teórico de la luz por mencionar algunos, pero también de la mercadotecnia, el diseño industrial, del ocio, del crecimiento de las rotativas, del periodismo como práctica profesional y cotidiana, etc. 

Y así podríamos seguir desdoblando muchos otros contenidos y seguir, sin embargo, hablando siempre de la fotografía. De la misma manera, podríamos ocuparnos de la fotografía que está bajo la cubierta de cristal de nuestra mesa de trabajo, o de la que incluyó en la tarjeta de Navidad del año pasado, la secreta y picante imagen que fulanito de tal le ha tomado a su secretaria y ahora comparte en las redes, la propia que he de incluir en mi solicitud de trabajo o para conseguir una visa. Todas ellas, más otros miles, seguirán dependiendo de lo que sabemos, conocemos y apreciamos de eso que identificamos como fotografías. 

 La semana que terminó el domingo pasado, tuve al gusto de conocer a Roberta Marroquín, joven fotógrafa regiomontana, quien compartió otras tantas caras de la fotografía que también participan o favorecen el éxito de su carrera. Los azares de la vida la han ido llevando a especializarse en fotografía africana. Déjenme y lo explico. Su entrenamiento, capacitación y exhibiciones han sido sobra la flora y fauna de diferentes países de aquel continente, más una vena antropológica en donde representa al africano actual, sus tradiciones, formas de vida, etc. Pero su actividad profesional no se detiene ahí (que es lo que uno esperaría de cualquier fotógrafo) sino que parte del año la ocupa en la preparación de cursos que ofrece y otro tanto de su tiempo lo dedica a diversos quehaceres con organizaciones no gubernamentales. Así, a su trabajo profesional, exposiciones y encargos, le suma estas otras dos actividades. Lo interesante es que en la tres, como podrían ser diez, siempre trata con la fotografía, con otras caras de su propia profesión. 

 Viéndolo de esta manera, si me lo pregunta, Marroquín es, sin duda, una exitosa fotógrafa.

Publicado en Milenio Diario

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