Lógica o necesidad interna (Segunda de tres partes)

Basuras. Yax Banda




No importa cuántas veces tenga que repetirlo, lo importante es, en última instancia, que se entienda. No hay ley, norma, u obligación que indique la existencia de una y solo una manera de armar y presentar una exposición (muestra, concurso, salón, etc.), de tal suerte que no solo esta actividad, cada que se repite, resulta ser diferente, como, precisamente, por no ser equivalente a ninguna otra, genere controversia. Luego entonces, ver con ojos críticos cualquier exposición, es la actividad natural de quien esté o siga de cerca estas actividades. 

 Así pues, el principal problema, creo yo, que tiene la exposición Revisión 2024, presente en la Fototeca de Nuevo León, es cómo ya lo señalaba hace ocho días la ausencia de objetivos, metas y procedimientos que vayan más allá de lo genérico y se acoplen a la realidad de la actividad fotográfica en la ciudad o estado (actividad, como ya lo insinuaba, va más allá de la pura producción), para poder cumplir, paradójicamente, con lo que ahora se proponen, reconocer e impulsar la actividad fotográfica de Nuevo León. Este problema se agudiza desde dos frentes que, para hacerlo más complejo, parecen complementarse. Desde hace tiempo es común, sobre todo entre los más jóvenes, escuchar decir que son artistas visuales, no fotógrafos, lo que les provee de una libertad de la que no gozarían si se presentarán simplemente como fotógrafos, libertad que incluye la incorporación de una amplia gama de materiales no fotográficos en sus obras, así como su multiplicación, presentando, la mayoría de las veces, como obra final secuencias, mosaicos, o retículas más que una fotografía. Sobre este entrecruzamiento y, concretamente, entre arte visual y fotografía, trataré en mi siguiente entrega. 

 Como consecuencia, el montaje de este material no puede seguir siendo el mismo, el tradicional, digamos, así que también se ha de transformar por dos razones principales, que pueden ser secuenciadas, primero para adaptarse a la presentación de estos múltiples que llegan a ser las obras, y, en seguida para convertirse en parte del discurso de la obra, el cual termina por completarse –de emitirse-- al ser montada de una manera en particular la pieza. 

 No se trata siempre de acumular material por acumularlo, hay piezas que necesitan de dos o tres ejemplares (o más) para concluirse, por ejemplo de Eduardo Jiménez Roldán, Estudio sobre el cuerpo (de lo laboral a lo simbólico), o, de manera extrema, Basuras de Yax Banda, en tanto que otros, padecen simplemente de la acumulación ad terminum, sea el caso de Corpomorfías de quien se firma La Coco Charles. 

 De ninguna manera es casualidad que en algunas obras, su creación y/o prestación diversa, sean correctas, más bien es el resultado de haber entendido que toda obra, sea homogénea, unitaria o polimórfica, responde, a lo largo de su creación, y/o en la forma última que adquiere, a una lógica interna de los elementos que la conforman o le van dando consistencia, lógica que se manifiesta en la necesidad visual que la imagen demanda de sus propios elementos, de sí misma (necesidad que se encuentra lo mismo en la fotografía, que la pintura, en la escultura o el dibujo), que en la manera en que se presenta al público. Este es el elemento, creo yo que está fallando en la mayor parte de las entregas de este como de muchos otros eventos.

Publicado en Milenio Diario

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