Lo de hoy
Me voy dando cuenta de que cada vez ante situaciones, objetos o personajes muy contemporáneos, no me queda más que afirmar, con cierta melancolía, que no lo entiendo, no me gusta, me molesta, que tiene valores que no alcanzo a percibir, que son lo de hoy, son lo nuevo de lo nuevo y si no quieres estar fuera del círculo dentro del cual circulan estos objetos, hay que aceptarlos como ejemplo, manifestación, producto, de lo de hoy.
No se trata de un simple desplazamiento o de sustituir el pasado por el presente, sino de reconocer que el paso del tiempo obliga a dejar ciertas cosas en el camino y aceptar otras nuevas, no su reemplazo, no su continuación, sino formas a medio camino entre lo recorrido y lo que sigue. Yo espero que, de entre todo lo de hoy, se este(n) gestando los mundos que ya no serán los de hoy, sino los de mañana.
Mientras esto sucede o sigue su camino, conviene reparar en ciertos temas o acontecimientos, para tratar de detectar qué es lo que se cocina ahí y si de alguna manera prefiguran lo que seguirá. Mientras que política, economía, comercio, desarrollo tecnológico, ciencia, etc., pertenecen, según B. Braudel, a los tiempos largos, la cultura y la mayoría de los fenómenos que acoge son parte de los tiempos cortos, razón por la cual es, relativamente, más sencillo apreciar los cambios que ahí se estén dando, con todo y que su origen sean los tiempos largos.
El pasado 31 de enero se inauguró la exposición Why I Have to Beg for you to Fucking Care? De la joven fotógrafa regiomontana Brenda María Fernández, en la galería y espacio multidisciplinario Arde Arte en el casco urbano de San Pedro. Menciono esto último simplemente para hacer notar que toda esta zona, como le de Tampiquito se están colmando de pequeños negocios que sería de esperar que con el paso del tiempo se conviertan en florecientes negocios formales, y creen zonas comerciales que atraigan más y variado tipo de público consumidor.
Dentro de los servicios que estas zonas ofrecen, el de galería o espacio expositivo es de los más socorridos, sobre todo por el tipo de relaciones que propicia, y que es de los pocos espacios que permite el encuentro entre lo que se está haciendo –digamos lo usual-- y lo de hoy o más contemporáneo.
En cuanto a las fotografías de Fernández, diría que son lo de hoy, trabajos serios que quisieran haber recorrido, ida y vuelta y sin haber aprendido a caminar antes, el camino de todo aquello que la inquieta y la lleva a expresarse.
El material que presenta posee un rigor débil generalizado, pero que, de seguir trabajando, pronto detectará a qué se debe, en qué, por qué y dónde es manifiesto y no intencional, respuestas imprescindibles que de obtenerlas le será más sencillo revertirlo. Esa falta de exigencia que queda expuesta junto a todo lo demás, es un ejemplo claro y evidente de la fotografía que es la de hoy y, por tanto, que anuncia la que habremos de ver mañana.
Publicado en Milenio Doario
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