Por fin, fin (última de cinco partes)
La semana anterior empecé por comparar el salón llamado Revisión, 2024 y el 4to. Premio estatal de arte, y a pesar de que cada uno de ellos está destinado a la presentación prioritaria de ciertos objetos, fotografía en el primer caso, pinturas y otras manifestaciones relacionadas con las artes visuales en el segundo, en la práctica fácilmente se pueden confundir.
Ya decía, hace ocho días, que esta confusión se debe a que el llamado arte contemporáneo ha ido desdibujando las fronteras tradicionales de las distintas manifestaciones, de tal suerte que hoy tenemos objetos, como los describí, híbridos en donde se toma una “parte” (una técnica, un procedimiento, un recurso) de una y, luego, de otra y otra, hasta dar por terminada la nueva obra. Por varias razones que no podemos detenernos a explicar en este momento y espacio, la fotografía, en sus diversas manifestaciones, se ha convertido en uno de los recursos a los que más se acude para solucionar este o aquel aspecto de la nueva obra, o bien para darla por concluida. El problema con este proceder es que, generalmente, se olvida que no se trata de pegar o juntar piezas como si fuera un rompecabezas, sino que hay que proceder, primero respetando la lógica interna del objeto del que se tomará una parte, y después encontrar cuál puede ser la nueva lógica que permita juntar dos elementos provenientes de distintas matrices. El no reparar en este último aspecto es la principal causa de que estos nuevos objetos híbridos sean un fracaso. (Aclaro que la descripción de este procedimiento es una abstracción, un modelo, que nos permite entender cómo, por qué y a través de qué se llega a ciertos resultados).
Por su parte, este proceder que se ha hecho tan popular es el responsable de que se puedan intercambiar objetos de una sala de exposición a otra sin mayor problema, lo que nos lleva a preguntar, ¿es necesario tener dos salones tan parecidos?
Los cambios en la producción de los objetos se ven manifiestos también en el abandono (cada vez con más frecuencia) de la obra singular en favor de la múltiple, por lo general no se trata de dípticos, trípticos o incluso polípticos, sino más bien, de dos o más imágenes individuales asociadas, cuando bien nos va, por la narrativa general de la obra, tal pareciera que se ha olvidado como representar temas a través de una sola imagen.
Muchos otros puntos podríamos seguir mencionando como resultado de la visita a esta estas exposiciones. No obstante, me interesa sobre todo hacer seriamente la siguiente propuesta, de manera que desearía que por lo menos fuera leída por quienes son responsables de la dirección de las actividades culturales en el estado.
Concedamos que coincidimos en que las obras que participan en una exposición, sin mucha dificultad, podrían participar en la otra, y no solo eso, sino hasta ganar indistintamente en cualquiera de las dos. Luego entonces, como se dice más arriba, y esta es mi propuesta, ¿para qué tener dos eventos tan parecidos? ¿No sería mejor tener uno solo, incluso con distinta frecuencia, en el que todos participaran, independientemente de lo que produzcan y sean emergentes, disidentes, visitantes o estudiantes?
Dejémonos de cosas y demos paso a eventos tan modernos como se quiera, pero que sean claros, precisos, fundamentados en lo que se produce realmente en la ciudad. Esto es, concursos, reconocimientos, nombramientos que se lleven de acuerdo con lo que hay y no con lo que quisiéramos que hubiera.
Publicado en Milenio Diario
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