Ahora...un premio!!! (casi la última parte)


 


El pasado 12 de septiembre se inauguró en la Fototeca de Nuevo León, la muestra denominada Revisión 2024. Una quincena más tarde, el 26 de septiembre, en una de las salas de exposición del Centro de las Artes del Parque Fundidora, se abrió al público el 4to. Premio estatal de arte, 2024. Entre una y otra exposición, hay, obviamente, diferencias sustanciales, pero también una serie de semejanzas, de trabajos similares, que nos hablan de cómo se han ido corriendo las diferentes manifestaciones simbólicas hacia una suerte de obra entre híbrida, multitécnica e incluyente que ha venido a ocupar, casi por completo, el concepto de arte visual y/o contemporáneo. 

Y si bien estos objetos nos hablan de esta especie de recorrido, también deja ver las confusiones que puede provocar y los problemas que genera, por ejemplo, en eventos como los que aquí tratamos. Por cierto, es muy probable que esté equivocado, pero hasta dónde sé, la curaduría es una especie de lectura, de interpretación o explicación, de un tema mayor que se busca, precisamente, presentar a través de una exposición. Es la visión, el entendimiento, la manera y forma en que une especialista presenta y maneja un tema X. De acuerdo con esto, resulta casi imposible, hacer la curaduría de un lote que ha sido reunido con el fin de otorgar un premio. ¿No es medio redundante premiar algo que ya ha sido seleccionado por otro(s); cómo para qué (más seguro, amarrao?) 

 Entiendo que este es un procedimiento que se sigue en la organización de exhibiciones, cuando se recibe mucho material y para colmo, la mayoría es malo, entonces se lleva a cabo una especie de criba, de la que resulta un grupo mejor que el recibido sin filtro alguno. Es este conjunto seleccionado del que saldrá el premio, distinción o reconocimiento, o sea, la curaduría, en este caso, facilita o coadyuva a que sea más sencillo y expedito el trabajo del jurado (ya veremos que tampoco es así de fácil). 

 Un sentimiento de extrañeza, mejor dicho, una sensación ambigua me deja la visita a esta muestra. Es satisfactorio ver el despliegue de esfuerzo y creatividad presente en parte de estos 48 trabajos. Da gusto volver a ver los trabajos de Amatoria (un dibujo y un video), una pequeña postal firmada por un tal Rubén Gutiérrez (si es el mismo Rubgutz de siempre, bienvenido); las pequeñas pero potentes pinturas de Cecilia Torri, los trabajos experiméntales de Denisse Galván, los muy interesantes vídeos de Lucila Garza ganadores de un premio de adquisición pero en categoría de trabajo emergente, ¿por qué? ¿Por qué está joven, porque no tiene trayectoria, porque nadie la conoce? ¿No lo que importa es lo que estamos viendo sin colgarle adjetivo alguno? 

 Este es, para mí, el problema más grave de esta muestra: cómo, con todo y preselección, pones a competir o decides otorgar una distinción entre dos obras tan disímbolas como pueden ser los extraordinarios payasos de Juan José Herrera y una triste pinturita como lo es Hasta que no me des un beso, o el casi clásico esmalte de Marco Ávalos con una pintura, por más representativa que sea, que no alcanza a ser de concurso, Sueño lúcido

Quizás lo mejor de estas exposiciones es que tienen mucha tela de donde cortar…. Y nos pueden convertir en buenos sastres si prestamos la debida atención.

Publicado en Milenio Diario

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