No como en botica, como en Bienal!

 


Multitud de veces hemos empleado o hemos escuchado la frase “cómo en botica” para referirnos a que hay de todo, en especial en lo que se refiere a la variedad, hablamos, entonces, del lugar, el espacio, o la persona, en donde encontraos una gran variedad de cosas, como si se tratará, efectivamente, de una botica, o sea, el lugar en donde se suele encontrar y comprar muchos de los remedios y medicinas que nos recetan. 

 En este caso la empleamos e intercambiamos para indicar que si se quiere encontrar de todo, no hay que ir a la botica, sino a la IV Edición de la Reseña de la Gráfica Nuevo León, que reúne a 75 de sus miembros en una exposición inaugurada en la Casa de la Cultura de San Pedro, el pasado 12 agosto. Ahí encontrará usted muchas linografías, pero también puntas secas, litografías, serigrafías, xilografías, intaglios, poliestrgrafías, aguafuertes y aguatintas, monotipos, vamos hasta una Osiográfica podrá descubrir entre esta variopinta muestra de trabajos. 

 Entre tanta obra –y eso que cada productor participó únicamente con una pieza—es muy complicado hablar de alguno o algunos de ellos que destaquen. A mí en particular y eso porque conozco su obra, me siguen pareciendo impecables los trabajos de Igor Gálvez, de Isabel O. Baker, o el de Ulises Vargas Moreno (VAMOH), los acompaña la obra de Pau Masiques, y la que sí resultó ser una agradable sorpresa fue Caterina Russildi con un fresco e innovador díptico. 

 El compañero Raúl Marqués, quien firma la cédula curatorial, habla y pondera al grabado por su carácter esencialmente artesanal, el valor de la técnica, el respeto por los materiales, su función como oficio y la hermandad y solidaridad que genera no solo entre los miembros de un mismo taller, sino entre quienes tienen al trabajo gráfico como una valiosa herramienta de expresión y comunicación. Su historia la opone a la de la gran industria, al trabajo alienante de las modernas factorías. 

No puedo menos que suscribir lo anterior, no obstante, creo que en el estricto cumplimiento de sus principios, en el ciego seguimiento de su naturaleza, muchos productores quedan atrapados y entrampados en la creencia de que un buen grabado, una buena estampa, alcanza su cenit al cumplir y satisfacer los más altos requisitos impuestos por la técnica empleada. No olvidemos que nos fue sino hasta Rembrandt, en el siglo XVII, que la obra gráfica empezó a ser valorada como trabajo creativo, previamente su ámbito de competencia se movía en torno a la copia de pinturas famosas: entre más exactos los grabados, entre más semejantes con la pintura que reproducía mejor, nada de creatividad estaba ahí permitido y si la había se desplazaba el impreso al campo artesanal, al de la valoración artesanal. 

Habría que reparar más en estos temas, quizás para evitar la monotonía que puede llegar a ser la exposición de 75 grabados, Y así, muchos otros temas, entre ellos, por ejemplo, ponernos de acuerdo en ciertas fechas. Según recuerdo, la primera Reseña de la Gráfica no es del 2019 (a menos que hablemos solo del formato actual) sino que se remonta años atrás, en el siglo XX. Con mucho, Monterrey llegó a contar con muy buenos grabadores incluso de talla nacional, pensemos en Federico Cantú, en el otro Cantú, Gerardo, en Manuel Durón, Adriana Margáin, Jaime Flores, los hermanos de la Rosa, Damián y Juan Manuel, Alberto Cavazos, Félix Zapata, Federico López Castro, y tantos más que hicieron de este oficio una expresión artística que llegó a representarnos.

Publicado en Milenio Diario

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