A futuro


 

Si no me equivoco, esta sería la primera vez que escribo sobre algo que no conozco, no porque no lo haya visto sino porque aún no sucede, es decir, me voy a referir a cosas que espero tengan lugar en el futuro próximo. 

 Sin pecar de ingenuo, con motivo de la conclusión de sus carreras en Fotografía o Artes Visuales en el LCI, tres de sus alumnas me escribieron la semana pasada para invitarme a la inauguración de la exposición con la que, quiero pensar, se graduarán o terminarán de cumplir con sus créditos académicos. Enseguida, como lo hice en su momento, les agradezco de todo corazón, el haberse tomado el tiempo e interés por contactarme. También como lo hice en cuanto me llegaron sus correos, pregunté a Ileana Fayad, Regina Solorio (la única que ya expuso el viernes pasado) y Camila Torres, cuánto tiempo estarán expuestas sus exposiciones para visitarlas y conocer su quehacer; cuál no sería mi sorpresa de que aún y cuando las tres se presentarán en espacios diferentes, solo podrán exhibir su trabajo la noche que inauguren su muestra, lo que de entrada, a mí y me imagino que a alguien más, nos deja sin posibilidad de conocerlas (hace mucho que he dejado de ir a las inauguraciones –a menos que tenga algún compromiso personal--, entre otras cosas, porque esa noche difícilmente logras ver algo más que risueños comensales).

 Desde hace tiempo y visto, por un lado, lo complicado que es conseguir una galería (ya no digamos una buena) en la ciudad, y por otro, que tampoco hay, dicho honestamente, tantos productores (buenos productores) como para mantener una dinámica constante entre aperturas y días de exposición, he sugerido poner en marcha, cada quien sabrá con qué programa y con qué variables dependientes, lo que en su momento llamé Exposiciones de Poche, exposiciones de uno o dos productores máximo, con un mínimo de obra cada uno, por ejemplo de hasta 5 piezas de 11 x 15 plgs,, o una o dos de gran tamaño. El éxito de estas exposiciones dependería de la cantidad de trabajo que se tenga para ser seleccionado, lo riguroso y clara que sea la curaduría que se haga para montar estos trabajos; y la seguridad y certeza de por qué se lleva a cabo esta clase de exposiciones (no se trata simplemente de montar todas las exposiciones que se ajusten a un espacio dado, sino más bien de presentar una, dos, o hasta tres de estas exposiciones de bolsillo si es que están bien diseñadas y ejecutadas. 

Con ellas, finalmente, ganaríamos en espacio de exposición (prácticamente se pueden realizar sobre cualquier muro) y en mejores expositores, así la cadena de producción, exhibición y consumo se mantendría más o menos activa todo el año.

 Obviamente, mis corresponsales tendrán que agradecer a las instituciones que ahora les abren las puertas, aunque sea por una sola noche; yo me pregunto, ya que se hizo el esfuerzo (y en ocasiones es mucho esfuerzo), ¿no habría valido la pena conservar la exposición por un día más? O bien, cambiar la lógica de las inauguraciones, hacerlas a medio día y conservar lo expuesto hasta la mañana siguiente, se ganaría un medio día muy bueno para la difusión de la obra y su presentación en público. De cualquier manera y sin conocer su trabajo, me atrevo a pronosticar un gran éxito en las carreras de quienes ahora inician.

Publicado en Milenio Diario

Comentarios

Entradas populares