¿Actualización del Aura? (III y último)
A la llegada del nuevo siglo (XXI) y sin estar plenamente conscientes de ello, ya habíamos entrado en cuerpo y alma a la era digital y con ello se vivían cambios profundos en las comunicaciones, el comercio y la industria, la educación, en la industria del entretenimiento o el ocio, el comercio, y, por supuesto, en las artes y de ellas la fotografía en especial; la mayor parte de los procesos analógicos de producción y circulación, fueron substituidos por eficientes y espectaculares resultados provenientes de las nuevas aplicaciones digitales.
Todo hizo pensar que el pasado mecánico, quedaba definitivamente atrás.
Cuando más satisfechos nos sentíamos por los nuevos logros y sus cotas de calidad y eficiencia, arreció la crítica a la Modernidad y lo que ello implica, ratificando la entrada a una nueva época, la de la Postmodernidad. En el campo de la vida social, la cultura y las artes, fue cobrando importancia la idea de no tener que renunciar a todo el pasado, sino que se podía tomar de él lo que pareciera más importante y valioso. Rápidamente, circularon ideas sobre el valor de lo Retro, lo Postmo, el Kitsch, productos que coqueteaban con la hibridación pasado-futuro, y en fotografía, lo mismo que en campo de la música –aunque por motivos diferentes--fue el concepto de Vintage el que acabo por imponerse.
Vintage, literalmente significa viejo, y es, como lo hemos dicho, todo aquel objeto o producto con los años suficientes como para considerarlo curiosidad en el presente, pero no con tantos como para que se convierta en una antigüedad.
En fotografía se aplica lo mismo al proceso que al objeto, en más de una ocasión substituye al término “original”, o incluso se dice que se trata de una copia Vintage, cuando es la impresión de un negativo ejecutada por el mismo productor, el que obtuvo la imagen y el que la imprimió. Es curioso que estas fotografías se consideren de mayor valor que las obtenidas, posteriormente, por cualquier otro impresor, pues no existe diferencia entre uno y otro producto, ya que la matriz de la que parten no sufre ninguna alteración ya se trate de la primera o de la milésima impresión, razón por la que incluso se han dejado de numerar, a menos que se trate de las impresiones Vintage (a diferencia del grabado en metal en donde la placa matriz se va desgastando conforme se obtienen nuevas impresiones).
No voy a discutir en este momento las ventajas del Vintage sobre las copias y prácticas contemporáneas (regreso a los procesos analógicos), me interesa más bien cuestionarme a qué se debe este súbito y retrógrado interés.
Y no encuentro mejor explicación que la existencia de un profundo deseo por restaurar el aura que la misma fotografía contribuyó a desaparecer.
En un mundo donde todo es inmediato, no existe la distancia geográfica, y los sistemas democráticos ceden ante las tentaciones autoritarias y populistas, donde todo es cuestionable hasta la misma historia y más aún la historia del arte, pareciera que la única vía libre que tiene el hombre para poder reencontrarse en lo social e individual, es el Are, pero este Arte ha de estar dotado de aquella Aura que garantizaba el saberse y sentirse pertenecerse a una misma historia, que el pasado es un eterno presente. Dotar a ciertas obras de un Aura tal puede síntoma del último intento que hace una generación que se niega a desaparecer.
Publicado por Milenio Diario
Imagen: fotocmmunity.es/photo
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