¿Actualización del Aura? (II de III)
En la imagen Thomas A. Edison, uno de los "padres" del cine |
La semana próximo pasada hice la presentación de uno de los conceptos que Walter Benjamín introduce en la tantas veces citada La obra de arte en la era de su reproductibilidad mecánica (1936). En concreto, me interesaba iniciar la reflexión de los efectos que, sobre la obra de arte, trajo consigo la aparición de la fotografía, según lo entiende Benjamin.
Hablamos del concepto del Aura, como aquella cualidad que posee la obra de arte original y que permite, al espectador, sostener una relación sensible con el pasado, con el momento en que esa pieza se encontraba en su proceso de creación. Esta cualidad desaparece de la obra al ser sometida a su reproducción mecánica, proceso mediante el cual no solo se diluye el original, sino también toda relación con el momento y lugar en que se creó esa obra, puesto que la reproducción se puede llevar a cabo en cualquier latitud y tiempo.
Mi pregunta hace ocho días se refería a qué pensar de la misma fotografía que en su propia naturaleza van aquellos factores que han atentado contra la obra de arte por excelencia, la obra original e irrepetible.
Antes de regresar a este cuestionamiento, quisiera presentar otros dos efectos que provocó en el arte la presencia de la fotografía.
La obra de arte tradicional posee lo que el pensador alemán llama un valor cultural en tanto que refleja las ideas, las creencias, los sentimientos e ideología de una época y un lugar. Con la llegada de la fotografía se cambia este valor por uno de exposición, que consiste en la capacidad de exhibir el mayor número de veces el mismo objeto, lo que claramente solo se logra mediante su reproducción mecánica. Luego entonces la obra de arte se convierte en una mercancía, toda vez que se puede vender N número de veces, pues su valor no depende de lo que intrínsecamente porta, sino de cuántas veces se puede exhibir, mostrar.
El otro efecto que quería señalar es la introducción de una nueva variable que igualmente intervendrá en la apreciación de la obra de arte. Mientras que el arte clásico dependió siempre de la habilidad física de su autor, en la Modernidad también reclamará su sitio la calidad de la máquina que hace posible que esa obra exista, se multiplique y se exhiba como ninguna otra.
Ayuda para comprender las observaciones que hace Benjamin, recordar que en el momento en que las hace lo que llamamos la época Moderna ha tomado su forma definitiva, por lo que él cree que estos cambios son producto, precisamente, de los que la sociedad en general se encuentra experimentando: capitalismo vs. comunismo como modelo económico; sociedad de clases e individualismo (burguesía, proletariado) y los valores humanos como guía para la conducta social. No tendría nada de extraño, por tanto, que también el mundo del arte se viera afectado por tales transformaciones, cambiará la idea de artista o productor, de público que se convierte en comprador, la manera en que circula la obra, es decir habrá un mercado para que esto ocurra, y cambiará, por supuesto y como hemos visto la obra de arte. De un arte único, íntimo, reflexivo y contemplativo, Auratico, se pasará a uno masivo, repetitivo, una mercancía más, carente de Aura y origen.
Quise llegar hasta este punto a fin de que, teniendo estas ideas presentes, tratemos de entender lo que sería un fenómeno contemporáneo, que bien podría pasar, no por ser una singularidad, sino todo lo contrario, una característica intrínseca a nuestra época, esto es la multiplicación sin fin de opciones o, mejor dicho, el aplanamiento de todas ellas a fin de que todas tengan la misma posibilidad de ser seleccionada.
Me refiero a algunas tendencias y prácticas que reciben el nombre de “retro” (en arquitectura fue típica la cita retro, durante el periodo que conocemos como postmodernidad), en otros casos se combina con lo Kitsch (mezcla de estilos, presentación de copias o bibelots como si fueran originales, etc.), y, quizás lo más empleado, el “vintage”, término equivalente, más o menos, a antiguo, y que se refiere a aquellos objetos o accesorios de un ayer que aún no se convierte en antigüedad y aunque no poseen el valor de una de ellas, se acepta que con el paso del tiempo se ha mejorado su apreciación. Así pues, la pregunta que nos planteamos es ¿cómo explicar este fenómeno, qué quiere decir?
Publicado en Milenio Diario
Imagen: humanidades.com
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