Rucos vs. Chavos




 Recientemente, tuve la oportunidad de participar en una reunión en la que hubo fotógrafos, teóricos, curadores, historiadores y administradores (52 personas aproximadamente), todos convocados por el Centro de la Imagen, esa especie de punto neurálgico de la fotografía –o la imagen—nacional, o, más bien, la instancia responsable ante el gobierno federal de atender, en sus múltiples facetas, a la fotografía –o la imagen-- y sus autores.

 En esta ocasión no haré mención ni de la finalidad, ni de los objetivos que llevaron a convocarnos, lo que sí quisiera mencionar, en cambio --y eso porque no dejó de llamarme la atención—es que en un foro tan destacado, en el fondo de la discusión persistiera o se manifestara aún la presencia de dos bandos con posiciones irreductibles; para ser sintético utilizaré los términos que ahí, una compañera empleó: uno es el grupo de los rucos, los que insisten en ver a la fotografía como un mero registro de la realidad; y el de los chavos, todo impulso y vitalidad, que entiende al hecho fotográfico más allá de la propia fotografía, como una práctica más del arte contemporáneo, e incluso alguien llegó a hablar de estar a favor de la “fotografía expandida”. 

 En síntesis, lo que me hizo reflexionar sobre el particular fue, de entrada, la polaridad existente ente quienes estamos supuestamente interesados, en principio, en la fotografía (en cualquiera de sus manifestaciones o prácticas), y dos, más serio aún, que dicha división siga soportada por concepciones acerca de qué es la fotografía o qué debe ser la fotografía, o hasta dónde llega lo fotográfico, y más concretamente, quién posee no únicamente el significado de lo fotográfico, sino el poder definir qué es, en este momento, eso que llamamos convencionalmente, fotografía. 

 No dudo, en ningún momento, ni de la capacidad ni de la preparación de quienes ahí estuvimos reunidos, mucho menos de las razones que los llevan alinearse de un lado u otro, así como incapaz soy de ser fiel de la balanza e inclinarme, a favor de uno u otro, al menos no por el momento. Tratando de entender la situación desapasionadamente, diría que esta polarización se debe a no tomar en cuenta a una constelación mayor de factores al momento de decidirse y a conservar ideas que por años nos han funcionado en lugar de aceptar que todo cambia y nosotros con lo demás. En otras palabras, desde el plano en que yo contemplo lo fotográfico, acertada o equivocadamente, ambos contendientes fallan, se encuentran enfrentados en un debate sin fin, cuando la realidad ya los ha dejado muy atrás. 

En otras palabras, la fotografía, lo fotográfico, el hecho fotográfico, la producción fotográfica en nuestros días es tan, pero tan basta, que no hay definición, teoría, corriente, escuela, campo, conocimiento, aproximación, o cómo quiera llamársele, que sea capaz de abarcarlo todo. ¿Quién en este momento sería capaz de declararse conocedor de la fotografía, su pasado y su presente, su futuro, arbitro certero de lo que es y no es, juez que reparta medallas y castigos a los mediocres y/o falsos valores? A menos, claro está, que dichas operaciones, se quisieran hacer dentro de un ámbito previa y consensuadamente acotado, fotografía artística, fotografía documental, fotografía publicitaria, científica, forense, comercial, de seguridad, de identidad, de archivo, de colección, fotoperiodismo, generada por la IA, expandida.

 Al interior de estas y muchas otras parcelas, sí se podría intentar contar con definiciones precisas y criterios que permitieran juzgar su calidad, así como de señalar los distintos niveles que puede haber de productor y objetos, quiénes son los responsables de la instrucción a los noveles productores y quiénes lo que tendrán la tarea de juzgar. 

 Aunque pudiera suceder un fenómeno similar a la explosiva presencia de lo digital, que en un momento dado pareció amenazar con la total extinción de todo proceso analógico. Pasado ese primer momento y en la medida en que se fueron asimilando los procesos electrónicos, estos no han dejado de crecer y abarcar cada día más áreas, pero también, han permitido –o no les ha quedo de otra—un lento, pero persistente y permanente regreso al mundo de la imagen química. Pudiera ser que un día retornáramos a una definición y conocimiento de lo fotográfico con el que todos coincidamos.

Publicado en Milenio diario.
Imagen: https://www.ilsuperuovo.it

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