Dibujos, relevos y sorpresas

 

Con motivo de la exposición De paseo con la muerte curada por Domingo Valdivieso en noviembre pasado para el Museo Metropolitano de Monterrey, dije que una buena alternativa para la realización de exposiciones, podrían ser las que en ese momento denominé Exposiciones Poche o de bolsillo. Ahora quisiera complementar esa idea con la de Galería Boutique.

 No existe una norma como tal que indique cuántas piezas deben formar una exposición, sea individual o colectiva. Por razones diversas, hay productores que nunca tienen suficientes trabajos que presentar, por lo que no alcanzan criterios que permitan exhibir su obra más allá de exposiciones colectivas. Para este grupo de productores o, en realidad, cualquier otro, es que pienso en estas exposiciones de bolsillo o poche, o sea muestras pequeñas, solo en cantidad, de obras de un mismo autor o incluso colectivas. Diez o 12 piezas como máximo, perfectamente seleccionadas y presentadas de tal manera que pudieran considerarse, como conjunto, como un Haiku o un relato mínimo del tipo “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, de Augusto Monterroso, representativos de las tendencias, corrientes o demás calificativos del quehacer general de un productor. 

 A esta propuesta, le acerco ahora la de galería Boutique, su complemento. No es ningún secreto ver cómo galerías abren y cierran, sin encontrar, salvo honrosas excepciones, el ansiado negocio y fama que vemos si pasa en otras latitudes. Esta crisis permanente de espacios para exponer –salvo los oficiales y los institucionales—lleva generalmente a la improvisación de lugares, en donde, suele suceder, se comparten con una cafetería, revistería, o un bar, negocios que sí dejan a quienes se aventuran a montarlos pero al precio de dejar caer las supuestas galerías en el abandono parcial, cuando no en su cierre total. Para colmo, en ningún curriculum brilla que tu primera muestra individual la hayas llevado a cabo en el bar Garganta Profunda.

 La galería Boutique, de la que hablo, sería aquel espacio pequeño destinado a presentar únicamente joyas, piezas individuales que se destaquen por su realización, por los materiales y técnicas empleados, por su propuesta narrativa, por su rareza dentro de la trayectoria de un productor, por un inesperado giro en su trayectoria, e incluso por ser su autor un auténtico desconocido en el medio o ser identificado por dedicarse a otro oficio. Espacios perfectamente montados, iluminación, mamparas y pedestales, cédulas, con respeto absoluto a lo exhibido y su autor. Espacios que no requieren de mayor mantenimiento, salvo pintar los muros en caso de ser necesario y la imprescindible limpieza. Espacios que pueden ser visitados previa cita y atención personalizada. Sin embargo, son espacios que no generan negocio alguno más que la comisión pactada por la venta de obra, y a veces ni eso. 

 Me he encontrado una de estas galerías Boutique (sin que esta sea su idea original) al visitar la muestra Reseña del dibujo, en la Galería Escapar Arte, curada por Joel Flores. Y la joya de la corona que exhibe es un pequeño dibujo de Ramiro Martínez Plasencia, Menú, una pieza reservada a paladares muy exigentes. Hay un par más de dibujos de Martínez Plasencia, impecables como siempre, aunque te topas con otros dos, Introspección y Bye-Bye, que, de entrada, parecen de su autoría, pero hay algo en ellos distinto, una propuesta más juvenil, me atrevería a decir y es que no son de Ramiro, son de su hijo Esteban (firma como Esteban MB), sin duda el relevo no solo más evidente, sino con los suficientes méritos como para ser no solo relevo, sino quien tome su lugar. 

 Un balance adecuado y bien medido entre autores que empiezan a darse a conocer en este campo del dibujo (Mariana Alderete, Gloria V. González, Luis Frías, Ismael Martínez) junto a los ya conocidos y consagrados, Alejandra Flores, Liz Sabrosky, Patricia Garza Morton. Alejandra Favela, completan la idea de lo mucho y bueno que se puede conseguir en un espacio bien planeado.

Publicado en Milenio Diario