Las vacaciones
Didi Gautier. Nazarre
Estamos a pocos días que concluya el período vacacional correspondiente al verano de este año, a las preocupaciones propias de la época, les sumo la personalísima relativa al presente y futuro de los cientos de miles de imágenes --y quizás me quede corto—que se generaron a lo largo de estos días. No pensemos a nivel global, nacional o local, ni siquiera, como podía ser hace unos años, a nivel familiar, sino simplemente hagámoslo con respecto a lo generado por un solo individuo, hombre o mujer, adolescente principalmente. ---aunque la edad va dejando de ser una variable significativa, sin importar clase social, grado académico o estado civil, son tantas las imágenes que se generaron (desgraciadamente no se puede decir: y tan variadas), que, como práctica social de un oficio, de una afición, ¿de una compulsión?, no puedo dejar de pensar en qué será de ellas.
Los cambios en la tecnología que hace posible la generación de imágenes se han dado con tal velocidad que parece que fue hace eones que esta época, la de vacaciones, era el momento ideal (al lado de los cumpleaños, bodas, navidades) para desempolvar la cámara fotográfica, hacerse de unos rollos de película y aprovechar lo que la familia o la pareja vivieran como lo más significativo para echarla andar, después, ya de regreso, llevar a revelar esos rollos, seleccionar lo que se pensaba eran las mejores fotografías para integrarlas al álbum familiar, que con suerte, lograba saltar una o dos generaciones. Nada, en efecto, más lejano a lo que sucede hoy día, empezando, quizás, porque la familia ya no vive su período, vacacional junta, por lo que, es lo más probable, no haya fotos familiares de las vacaciones de este año, ni de ningún otro, sino que cada uno se habrá echado esa tarea a cuestas, si es que lo llegó a considerar en serio.
Es probable que hasta los años 60 del siglo pasado, juntar a la familia a ver las fotografías recién recogidas del laboratorio, más allá de ser una práctica capitalista de consumo, para revivir esos momentos de alegría, de solaz y tranquilidad, pero también, en otras ocasiones, de temor o dolor, pasaron a la historia, pues si no es la pantalla o visor, del Ipad o del teléfono, no hay nada que compartir o recordar a nivel comunidad, de familia, pues cada quien hizo sus propias imágenes de acuerdo a sus propios conocimientos e intereses que no forzosamente coinciden, se comparten o son los de los demás.
Esta es la parte que creo más me preocupa, a falta de otro nombre, digamos que son las No-Fotos. Ya sea que se opere un mecanismo analógico o uno digital con la finalidad de crear o generar una fotografía, se obtiene una imagen virtual, que no existe sino hasta que se revela el negativo; en el caso de las imágenes digitales, estas aun y cuando aparecen de inmediato en un visor, mientras no abandonen ese medio no existirán, por eso es por lo que igual las llamamos imágenes virtuales, de ellas solo sabemos que reproducen, como las analógicas, algo que quizás nunca llegaremos a ver físicamente. Así pues, lo que me preocupa es el destino de estas legiones de imágenes virtuales, en especial las digitales, que difícilmente llegan a ser impresas o a materializarse. Si esto así sucede, ¿qué caso tiene generar fantasmas a montones? Puesto que su finalidad no es la de abandonar el medio virtual, ¿no estaremos frente a un nuevo tipo de relación social-individual con las imágenes?, ¿no será que estas tienen un nuevo tipo de significado para nosotros?
Si hay nuevas relaciones con las imágenes fotográficas, ¿hay también nuevos motivos? Si revisáramos los millones de fotos vacacionales que en este período se acaban de hacer, nos daríamos cuenta de cuan escasa es la originalidad, es decir, seguimos, fotografían lo mismo (quizás por eso ya no tiene sentido imprimirlas), atardeceres, mares espumosos, inclinadas colinas, plazas llenas de viajeros, carreteras interminables, interiores y exteriores de edificios, etc., etc. Salvo dos casos, los Selfies que para mí son un género nuevo que se presta como anillo al dedo para las vacaciones y las fotografías de comida, no a nivel gastronómico, sino de la vulgar hamburguesa que te venden en cualquier lugar del mundo en locales de fast-food, ideales también para ilustrar unas vacaciones. Piénselo bien, ¿valdrá la pena imprimir sus fotos de las últimas vacaciones?
Publicado en Milenio Diario
Imagen: www.loeildelaphotgraphie.com
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