A 100 años de que la foto sea la foto
Héctor García (1923-2012)
Hace una semana, hablé de la fotografía de calle o callejera y me quejé de que, salvo dos o tres casos, no veía en la ciudad y por lo que exponen los fotógrafos, proyectos, programas de trabajo que me permitan entender qué es lo que pretenden hacer, registrar, documentar, reportar, denunciar, exponer, etc., al salir a las calles de Monterey cámara o iphone en mano. Ojalá que alguna institución privada o pública, (¿le correspondería a la Fototeca?) se tomara la molestia de traer a la ciudad si no la muestra del Estanquillo, sí cualquier otra que con toda seguridad se armará y montará en la Ciudad de México. Poder ver con amplitud el trabajo de Héctor García, sin duda, sería la mejor lección que podría darse a los fotógrafos de la ciudad, en especial a lo que siguen esta tendencia de fotografiar lo que pasa, sucede, se da en las calles, espacios públicos, comercios, tránsito, de nuestra ciudad.
Ya se ha dicho y es por demás sabido, Héctor García, fue el gran fotógrafo que necesitaba la Ciudad de México, que iniciaba, casi al mismo tiempo que él como reportero de la lente, su decisiva transformación hacia la modernidad. Lejos queda ya el México que fascinaría a Westón (1922-1925) o a Cartier Bresson (1938), el de la profética visita de Breton en el 38, del Surrealismo de Manuel Álvarez Bravo. Un nuevo México que va a ir creciendo bajo la mirada más atrevida de Lola Álvarez Bravo a fines de los años 40 y principios de la siguiente década, o más consecuente con los registros que hiciera el francés Pierre Verger en las tres visitas que hizo a nuestro país, 1937, 39 y 57. Sus trabajos de estos años, muestran, obviamente de otra manera, lo mismo que irá cultivando García, los restos de una ciudad, semi-urbana y aún medio dormida, conviviendo con una metrópoli pujante y en constante dinamismo, con nuevos modos y más tajantes diferencias entre sus clases sociales, nuevas relaciones, nuevas desgracias, nuevas víctimas, misma corrupción y violencia.
Ese fue el gran tema de Héctor García, lo mismo la vida en las calles de las colonias más pobres de la ciudad, como la Candelaria de los Patos o Tepito, que las marchas u manifestaciones de protesta, las elegantes recepciones en Bellas Artes o Palacio Nacional, los artistas e intelectuales, así como los políticos más importantes del momento, no hubo motivo, movimiento o personaje que figurara en el entonces Distrito Federal que no fuera objeto de la cámara de García. Incluso no renunció a construir sus propios motivos con tal de ilustrar, escenificar, ejemplificar los temas que le parecían más oportunos (La serie de Bailarines saltando y posando por la ciudad de México, 1960; Tlaloc, 1964; México, ente el desarrollo y el progreso; etc.)
De los muchos dichos verdaderos o atribuidos a Héctor García, mi favorito es el de “la foto es la foto”, un verdadero albur como cualquier otro que se diga en los barrios bajos de la ciudad, qué también conoció el fotógrafo. Pensándolo bien, es cierto, la foto es la foto y nada más, de ahí la importancia de que haya buenos fotógrafos de calle para que con sus imágenes tengamos otros acercamientos a cómo es la ciudad sin ningún otro adjetivo.
Imagen: sinembargo.mx
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