Batallar con los transeúntes

Rodeli. Aprisa que voy solo
 

Si vamos a hablar o hacer fotografía de calle, lo más lógico es que en ella aparezcan transeúntes, o sea personas que atraviesan por un lugar o que se encuentran ahí solo temporalmente. Transeúntes somos todos los que, por cualquier razón, caminamos, transitamos, por las calles de la ciudad. Si no hacemos caso a la denominación Fotografía Urbana, que exclusivamente quiere centrarse en fenómenos que se dan únicamente en las ciudades, la fotografía, también llamada callejera, se encarga lo mismo de lo que sucede en la ciudad, que, en cualquier calle de pueblo o ranchería, incluidos en todos los escenarios, aquí, sí y casi exclusivamente, sus transeúntes (los que van de paso) y habitantes habituales (los que ahí viven permanentemente). 

 Históricamente, fotografía y ciudad han crecido juntos, la ciudad ha sido motivo privilegiado para la fotografía al encontrar en ella algunos de los temas más sensibles de los últimos 180 años, al menos del mundo occidental, y durante los periodos Moderno y Contemporáneo: El surgimiento y definición de clases sociales; la industrialización, la expansión del comercio, las comunicaciones, la urbanización del campo, el colonialismo, las guerras, la pobreza, explotación y la miseria, los cambios de roles y de identidades de género, los espectáculos, los políticos, el arte, etc. Se podría decir, sin temor a equivocarnos, que no hay tema que haya sucedido en la ciudad que no fuera registrado por una fotografía. Así que fotografías de calle tenemos y a montones (quizás sea el género fotográfico más vasto después del retrato) y no solo eso, sino que estoy casi seguro, es el que más subdivisiones posee. De aquí que cada día sea, no más difícil hacer fotografía callejera, sino que realmente aporte algo, a su propia historia y al conocimiento y aprecio de la ciudad. Y creo que esto último solo se logra teniendo en mente uno o varios proyectos. En otras palabras, no se puede salir a la calle cámara o teléfono en mano a ver qué puedo, quiero o se deja retratar. Y no se puede porque al final de la jornada lo único que se obtiene es un sin fin de imágenes en las que vuelve a aparecer el tránsito vehicular, los menesterosos, los comerciantes, los transeúntes, la arquitectura vernácula o de firma, los parques, los aparadores, la vegetación abandonada, la basura que desborda los pocos intentos de limpieza, etc., etc., etc. Y ¿para qué? Diría que hoy día es imposible seguir haciendo fotografía de calle de esa manera, es decir, sin un proyecto, qué es y para qué voy a fotografiar esto o aquello. 

 Algo así encuentro en la exposición Transeúnte que se presenta en el Centro Cultural Barrio Antiguo, en Monterrey, desde el pasado día 12, exhibe el trabajo de 10 miembros del colectivo Fotografía en Monterrey. Las más de 30 fotografías, en formatos diferentes, color y B&N, enmarcadas o no, salvo dos o tres (Tere G, Rodeli y Mario Arteaga) son simplemente una colección de vistas de la ciudad en las que casualmente aparecen, casi inevitablemente, personas en diversas actividades. La diferencia entre estas imágenes y las que son producto de un proyecto, son, por ejemplo, los trabajos de Rodeli, enfrascados en presentar personas en la ciudad, por supuesto, pero aisladas, concentradas en su teléfono celular, de día o de noche, caminando o sentados, imágenes en las que van apareciendo estos personajes cada vez más típicos en nuestros entornos. Esas imágenes son más interesantes porque nos ofrecen una visión de la ciudad que hace 20 años no existía, o sea aportan un conocimiento contemporáneo de los cambios que sufre nuestro medio ambiente. 

 Más se podría decir de esta muestra, pero no puedo dejar estas líneas sin mencionar las condiciones bajo las cuales se exhibe, es decir, su presentación y museografía. No es posible que un municipio que quiere ser líder en su administración, convertirse en ciudad inteligente, ecológicamente sustentable, etc., presente exposiciones tan pobres en las que solo han invertido migajas para que no les caigan a pedazos. Creo debería haber una serie de acuerdos entre este y/o cualquier otro colectivo y los responsables de cultura en el municipio para llegar a acuerdos sobre la mejor manera de exhibir fotografías, cerámica o comics, a fin de ofrecer un espectáculo con un mínimo de calidad del cual todos puedan sentirse orgullosos. Ojalá el apoyo por parte de las instancias públicas, municipales o estatales, así como las federales, para que los productores exhiban no paseara por la ciudad como cualquier otro transeúnte.

Publicado en Milenio Diario

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