Notas sobre la vida de un joven fotógrafo

Honoré Daumier. Consejos a un joven artista.1865



 Algún día me gustaría escribir, como Tennyson, Rilke, Herbert Read o Pérez Reverte, entre otros, una carta dirigida a un joven fotógrafo, en la que le advirtiera de los riesgos, problemas y fracasos a los que se enfrentará al tomar esta decisión, pero también de la fortuna, satisfacción y dulce de las mieles del éxito en caso de contar rápidamente con el favor de un grupo de seguidores, compradores y coleccionistas, nada mejor para echar a perder una carrera que una pronta popularidad. 

 Pero no me da para tanto, por lo que prefiero hacer estos breves apuntes sobre lo que puede ocurrir a un, una, joven, luego de comprometerse con una carrera, oficio o práctica, en la que la “creatividad” (comoquiera que definamos este término; “originalidad”, quizás) se encuentra al centro de todas sus demás acciones. Aún y cuando un grueso de la población se encontraba de acuerdo, hacía la segunda mitad del siglo pasado, en que un trabajo en el que estuviera involucrada la creatividad era más que digno, ese mismo grupo no estaba tan seguro de permitir que sus hijas o hijos abrazaran la carrera de escritor, músico o pintor; la fotografía ni siquiera figuraba dentro de este grupo. En muchos casos era preferible prohibir o castigar esa decisión que simplemente dejarla correr y ver qué sucedía. Hoy día la situación se ha corrido hacia el extremo más permisivo, simplemente porque, la imagen del artista se ha transformado al grado de convertirse, cuando se tiene éxito, en parte indispensable e inseparable del llamado Jet-Set. 

 ¿Pero cuándo y quién es el llamado a ese éxito?, ¿cuánto se puede mantener? Los primeros en ser llamados a estas filas son los miembros de esos mismos grupos, hijos o parientes cercanos, los sobrinos de cariño. Qué tan creativos puedan ser es lo de menos, lo importante es su capacidad para replicar una forma de vida, que ahora acepta a los artistas en su seno.

 Les siguen los que han aprendido, quizás hasta sin talento, por un lado, a convertirse en parte del gusto de los compradores y grandes coleccionistas, lo cual logran vía su asociación con galeristas y dealers, o bien porque han encontrado en las becas y premios oficiales y privados, no solo un medio para sobrevivir, sino también para hacerse de otro segmento del mercado. 

 ¿Qué sucede con los que no pertenecen a ninguno de estos grupos y, sin embargo, persisten en su decisión y en querer hacer algo con ella? Creo que el mercado de la imagen ha crecido a la par de nuestra iconósfera, por lo que actualmente es tan amplio y variado que permite, aunque no fácilmente, que todos aquellos que quieran vivir de la imagen puedan hacerlo sin tener que renunciar al aspecto “creativo” por el cual pueden y podrán ser reconocidos y premiados, aunque este no sea la veta principal de sus ingresos. Quiero decir, se puede ser fotógrafo de prensa y ganar alguna bienal o concurso; ser maestro de primaria y contar con una beca de producción, etc. 

 Independientemente del rechazo o aceptación inicial que pudiera sufrir un aspirante a artista profesional y de su inserción temprana en el mercado, qué otra reflexión podría servir para quienes, a pesar de todo, persisten en su intento. Quizás, lo primero es abandonar la idea romántica del artista que triunfa sobre todos los obstáculos gracias a su genio, no es así de sencillo. Segundo, cobrar consciencia de que sobresalir en este campo, haciendo a un lado las variables ya mencionadas, tiene más que ver con el trabajo y esfuerzo diario, que con un golpe de suerte. Es más probable que quien trabaja con imágenes todo el día y todo el tiempo encuentre una vía regia al éxito que quien es indolente y desprecia cualquier esfuerzo. Como decía Picasso, cuando te llegue la genialidad que mejor te encuentre trabajando. 

 Con el tiempo y siempre y cuando no se renuncie a las nobeles aspiraciones, el novato se va convirtiendo en asiduo personaje de este terreno (el de las artes en una sociedad). Se van conociendo los entresijos de la dinámica con que actúan personajes e instituciones y en la medida que se le conoce se va formando un juicio que es el que te permitirá, con el tiempo. tomar, o no, una postura con respecto al medio en que te desenvuelves tú y tus pares; a pesar de que para entonces, quizás, ya sea demasiado tarde para transformarla en algo, si no mejor, sí diferente. 

Finalmente, hay que estar consciente de que, incluso, por más que trabajes y te comprometas con lo que haces, es muy probable que nunca llegues a conocer el éxito con el que alguna vez soñaste y te llevó a querer ser artista.

Publicado por Milenio Diario
Imagen: gettyimages.pt

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