IA y fotografía
Boris Eldagsen. Pseudoamnesia: The Electrician |
Antes de tocar este punto, conviene adentrarnos un poco más en el terreno de la IA, que por cierto, no es tan nuevo como se podría suponer, IA es la que actúa, por ejemplo, al completar automáticamente las palabras en la aplicación de Whatsap con tan solo haber digitado dos o tres letras de la palabra deseada; es la aplicación que permite que día a día se obtengan autos más autónomos; que las búsquedas en Google sean más sencillas y eficaces; es la que emplean los nuevos filtros del PhotoShop que permiten la coloración correcta, precisa, de imágenes en B&N; es la empleada en los sistemas de identificación y en retratos robot. Lo que sucede es que en algunos casos se trata de aplicaciones primitivas de lo que hoy es la IA, o limitadas a motivos puntuales, prácticos e inmediatos. La IA no solo tiene que ver con la fotografía, sino que su campo de aplicación no tiene límite, lo mismo son las artes, que las humanidades y las ciencias, por no hablar de desarrollos y aplicaciones tecnológicas que apenas se empiezan a imaginar.
Así pues, la IA que nos interesa aquí es la que está relacionada con la generación de imágenes, y aquí habría que apuntar que también el rango de aplicaciones de la IA es muy amplio, va desde la reunión de imágenes con un mismo motivo, hasta la generación en sí de nuevas imágenes y aquí también hay variantes en cuanto a los estilos, y aunque se tiende a buscar un mayor realismo, también hay programas y plataformas más sencillas casi domésticas, en donde el objetivo no es el parecido físico de las cosas, sino, por ejemplo, su funcionamiento o respuesta a preguntas.
Un programa de IA en su forma más simple es un generador de textos que los transforma en imágenes, tarea que puede ir desde la recolección de las ya existentes, hasta su creación basándose en un texto. En la medida en que se enseña al programa a mejor interpretar el lenguaje, el texto, más sofisticada será su búsqueda o producción de imágenes; en cualquier caso lo importante es ir enseñando al programa crear imágenes cada vez más cercanas o semejantes a lo que las palabras siguieren, pero nuca sabes cuál será el resultado de tus instrucciones hasta que no aparece la imagen final, es esta peculiaridad la que ha llevado a Laurie Simmons, una famosa fotógrafa que ha empezado a trabajar con IA, a comparar ese momento con el que sucede al sacar del revelado una imagen analógica.
Hará una semana o un poco más, al recibir el premio a la mejor fotografía creativa que año con año otorga Sony, su autor, el fotógrafo alemán Boris Eldagsen, reveló que su obra era producto de la IA, a la vez que renunciaba al premio. La “fotografía” Pseudomnesia: The Electrician (Pseudo recuerdo: El electricista), muestra dos mujeres, una detrás de la otra (una de ellas, la más joven va a al frente) de medio cuerpo en un ambiente neutro solo cruzado por unos rayos de luz. La tonalidad de la imagen (por lo menos con la que se ha reproducido), el peinado y vestuario de los personajes hace complicada su identificación temporal. Su teatralidad podría referirnos a una escena fílmica de los años 50. La imagen por sí misma, por su naturalismo, hace difícil creer que se trata de algo producido artificialmente. Según Eldagsen su intención al concursar con ella no fue la de engañar al jurando, sino señalar lo urgente que es abrir el debate sobre estas y muchas obras más, de arte o no, que son generadas por este tipo de programas. A diferencia de Laurie Simmons que afirma utilizar la IA porque ahí está, hay muchos otros, fotógrafos o no, que creen se necesita reflexionar un poco más sobre el tema y sus alcances.
Hay que discutir, por ejemplo, sobre cuestiones de derechos de autor y éticos (hasta dónde puede ser permitido el uso de la IA y en qué casos), pero incluso habría que ver qué tan pronto la propia IA es capaz de superar los límites que actualmente exhibe, por ejemplo, no alcanza a ver la diferencia en el tono de piel entre un vietnamita y un coreano, parece no serle importante en tanto que para nosotros es un valor relevante. Por más cuidado y objetividad que se ponga en la descripción de un paisaje, la IA tiende a crear uno que sea similar al entorno al que pertenece su autor, es decir, hay algo en las palabras que usamos, que delatan nuestro espacio y tiempo y que solo la IA es capaz de percibir. Quizás esta sutilezas dejen de ser importantes cuando el lenguaje que debe traducir en imágenes la IA deje de ser simplemente humano.
Publicado en Milenio Diario
Imagen; theguardian.com
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