Trasgresoras


 

Transgresor, ra: Que transgrede una ley, una norma, pacto o costumbre. Transgredir, Violar (un precepto, una ley).
 Todos, de una u otra forma, cotidianamente, somos trasgresores aún y cuando, conscientemente, sepamos que aquello no está bien, a menos que exista una poderosa razón para hacerlo (siempre hay una explicación de por qué se llevó a cabo tal o cual acción), da lo mismo si se trata de pasarse un alto, tirar un papel en la vía pública, copiar en el examen, plagiar una tesis (ahora que está de moda), que defraudar, robar o golear hasta llegar a la muerte. 

 Como sea, las trasgresiones no son eternas y aunque exista lo que podríamos llamar un núcleo del que parten las demás, estas, las trasgresiones y su judicialización, van cambiando con el paso del tiempo y de sociedad en sociedad. No son las mismas trasgresiones las que se cometieren en la Europa Medieval, que las que hoy se comenten en el Brasil, las que suceden en Afganistán, que en Tokio, en Chiapas, Mex., que en la capital del país. Lo mismo podríamos decir de los grupos y clases sociales, cada cual comete, según tiempos y lugares, diferentes trasgresiones. Y a pesar de esto, a través del tiempo, históricamente, parece haber grupos que son tratados, vistos, considerados proclives, en ocasiones por nacimiento, sexo o raza, a trasgredir, por naturaleza, las más elementales normas o pactos que la sociedad asume como propios. Tal es el caso de las mujeres que vistas desde sus antípodas, más que ser las trasgresoras de siempre, son las víctimas históricas de esta y cualquier otra sociedad. 

 Como dice Teresa Girardi en la cédula de sala de la exposición Trasgresoras, refiriéndose a su contenido: “Muestra como ha sido nuestro camino controlado por momentos de locura, pensamientos limitantes, obligaciones, despojos, arrebatos, emociones indigestas, súplicas producidas por la impotencia de correr a través de los caminos de violencia silenciada, de desesperanza en donde nuestros cielos eran techos de cristal, abusos psicológicos, físicos, ser encasilladas en esas tareas construidas solo para la mujer.” 

 Organizada por el colectivo Fotógrafas de México, Transgresoras, presenta, desde el pasado viernes 3 en una de las salas del Met de Monterrey, el quehacer de 19 fotógrafas. En esta ocasión se contó con la curaduría de Domingo Valdivieso y Julieta Leal Domínguez, que, si la vemos en contraste con las que en años anteriores se han organizado, podemos darnos cuenta de lo mucho que se gana contando con el apoyo de profesionales en este tipo de trabajos y que, sin duda, logran hacer la diferencia. 

 La justificación de esta exhibición, su presentación, es más que obvia y busca sumarse a las muchas otras que con seguridad se organizarán a lo largo y ancho del país e incluso más allá, con motivo del Día Internacional de la Mujer La gran diferencia que noto entre este esfuerzo y los que se han llevado a cabo otros años, es que en esta hay un propósito muy claro, una postura plenamente asumida por las fotógrafas que aquí participan y con la cual todas coinciden, pues al decir de las reflexiones con que acompañan sus imágenes, todas, por la razón que se quiera, son trasgresoras de un régimen, unas normas y costumbres, una tradición o convención social, todas orgullosas de serlo y urgir a las demás a dar pasos tan decisivos como definitivos. 

 Ahora bien, siempre será preferible tener exposiciones como la presente a no tenerlas, pero en tal sentido –y llevo años pidiéndolo—hay un momento que se debe escalar las exigencias, tanto de parte de quien expone o cura una exhibición, como del que facilita el espacio para que se lleve a cabo, y más tratándose de instancias públicas. Si bien, en este caso, hay un compromiso de todas las ponentes por presentar piezas acordes a la temática sugerida por el título de la muestra (desconozco si hubo quien trabajara exclusivamente para este evento) no en todos los casos hay el mismo grado de reflexión, de profundización en la idea, el concepto o sentimiento que se desean representar, sino, principalmente, en la capacidad para poderlo realizar, materializar, convertirlo en imagen fotográfica cargada de la misma emoción y sentimiento que sus textos. Esta es una línea en la que falta mucho que trabajar, sobre todo cuando se está comprometido personalmente con una o varias de estas ideas trasgresoras.

 Decía que hay que insistir en que cada día sean de mayor calidad las exposiciones que se presenten y que eso depende tanto del curador(a) como de quienes exponen. Pero tienen la misma responsabilidad quienes administran y dirigen los espacios, no solo por lo que toca a la selección de temas y artistas, su calendarización, sino también en cuidar que cada muestra que se exhiba en su espacio tenga todos y los mejores apoyos técnicos y museográficos. Cuando logremos cerrar esta pinza, en verdad los púbicos vivirán experiencia que podrán cambiar sus vidas.

Publicado en Milenio Diario
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