Profesionalización


 Fue durante la inauguración de la exposición colectiva de fotografía Imaginar la imagen (febrero 1) en la mítica y restaurada cantina La Vaquita en el centro histórico de la ciudad de México, que se dio a conocer que la ESCINE (Escuela Superior de Cine, Ciudad de México, 2016) abriría en este mismo espacio, a partir del 10 de abril, lo que presumen será la primera Licenciatura en Fotografía del país. 

 La exposición en cuestión presenta los trabajos de Mauricio Alejo, José Luis Cuevas, Bárbara Foulkes, Maya Goded, Arturo Hernández Alcázar, Karla Leyva, Marcos López, Nicola Lorusso, Andrea Martínez, Fabiola Menchelli, Fernando Montiel Klint, Nirvana Paz, Oswaldo Ruiz, Ilan Rabchinskey y Pavka Segura, todos ellos maestros o instructores en la futura licenciatura, de hecho es Oswaldo Ruiz, viejo conocido de esta ciudad, quien será el encargado de la dirección de esta iniciativa educativa. La ESCINE, habría que agregar, ofrece también las licenciaturas en Cinematografía, por supuesto, pero también en Animación cinematografía, y una especie de maestría intitulada Altos Estudios Cinematográficos. En las tres licenciaturas se busca que sea el estudiante el centro del programa educativo en donde el maestro o instructor no es más que un acompañante en el proceso de aprendizaje. Se enfatiza en el hecho de que no hay una única manera de ser cineasta o fotógrafo, sino que es a través de la práctica, la reflexión, el conocimiento sociológico, histórico, político, y el pensamiento crítico que entiende al lenguaje de la imagen como un continuo descubrimiento en lugar de una fórmula ya establecida, convencional y universalmente aceptada, que se puede innovar; así pues, se espera que cada alumno, vaya descubriendo su propia manera de ser y expresarse.

 La importancia de un evento como este radica, según mi punto de vista, en que es un ladrillo más –quizás uno de los más importantes- en la consolidación de una cultura fotográfica que se vaya ampliando hasta llegar a distintos sectores de la población. Lejos estamos, me parece, de aquel programa de La Rosa de Guadalupe, donde se burlaban y avergonzaban al joven que deseaba ser fotógrafo y que para lograrlo hasta había renunciado a una sólida y prestigiosa carrera universitaria.

 Este paso o ladrillo, como lo he llamado, debe entenderse como la profesionalización de un oficio o hacer práctico que es la manera en que lo entendemos hasta ahora, por más que la fotografía haya saltado a las prestigiosas galerías de arte y se llegue a vender en miles de dólares, siendo esta, la profesionalización, la responsable, entre otras variables, de este acenso tanto social como laboral de la fotografía. Nuestra ciudad pasó por un proceso semejante en el caso de las Artes Plásticas, cuando primero, la Universidad de Montemorelos abrió, a nivel licenciatura, su carrera de Pintura; más trascendente fue que la autónoma de Nuevo León, decidiera a partir de 1983 convertir su antiguo y prestigioso Taller de Artes Plásticas en la nueva Facultad de Artes Visuales, en las modalidades de licenciatura y maestría. Años después la Universidad de Monterrey, en 1991, abriría su licenciatura en Artes, completando así esta tendencia. Está aún por estudiarse, con mayor detenimiento y profundidad, de qué manera estos tres hitos afectaron de manera significativa la producción, circulación, apreciación y adquisición de pinturas, obra gráfica, esculturas y demás. Es obvio que por sí solos no lograron cambios significativos en la ciudad, pero lo que sí es cierto es que así como citábamos a La Rosa de Guadalupe, hoy día, en Monterrey, estamos ya lejos (no tanto como quisiéramos) de los tiempos en que se consideraba a los productores como vagos sin oficio ni beneficio o se ponía el grito en el cielo si una hija o hijo expresaba su deseo por convertirse en “artistas” sospechado de ellos todo género de desviación sexual o por lo menos del consumo de alguna substancia prohibida. 

 Según lo entiendo, hay ciertos momentos en el desarrollo social y cultural de los grupos humanos en que necesitan consolidar el crecimiento en número y calidad de ciertas áreas de necesidades secundarias, a fin de dar otro paso en su proceso de maduración; en los casos que he mencionado, ese momento sería en el que se decide profesionalizar ciertos oficios (ni todos ni al mismo tiempo) a fin de garantizar o certificar, social y sistemáticamente, sus resultados o productos que ofrece. Si nos fijamos bien, no estoy diciendo nada nuevo, solo adapto a actividades como la pintura o la fotografía, la misma dinámica y proceso seguido por otras carreras como la ingeniería, arquitectura, teneduría de libros o medicina. 

 Aquí contamos con una licenciatura en fotografía que es la que ofrece el LCI Monterrey, amen la cantidad de talleres y cursos que se ofrecen indistintamente y los cursos que prácticamente están presentes en todas las universidades de la ciudad a través de sus carreras de Comunicación o Información. Quisiera pensar que estamos cerca de poder contar con una iniciativa como la del ESCINE… como que ya nos la estamos mereciendo.

Publicado en Milenio Diario
Imagen: David Torrez

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