Un paso adelante
En ese sentido he de comentar que en la muestra del CEIIDA, no todo lo expuesto se presenta en constelaciones y/o material adherible al muro o papel desechable, sino que al contrario conviven, aparentemente sin conflicto, con otras formas de presentación desde las tradicionales con marco y marialuisa, hasta las proyecciones, en especial con los videos, que, por cierto, a este medio pertenece la pieza que según mi punto de vista, es la más relevante de la exposición, Parallax City, video monocanal de Jair Tapia. Igual merece la pena que se mencione a Underdog de Gilberto Olmos, instalación de tres grandes impresiones en B&N de pequeñas que posan durante su entrenamiento como boxeadoras y una fotografía de tamaño medio (quizás 18x24) con una escena alusiva al entrenamiento de estas niñas, que se cuelga a un lado de mayores que penden sobre la pared hasta casi tocar piso. En la misma línea habría que mencionar el trabajo de Eduardo Luzuriaga, White Wedding/not for Me. Vestir de blanco no es para mí.
Esta es, pues, la primera lección que podemos obtener: una exposición cualquiera puede estar compuesta por diversos objetos y formas de presentación, sin tener que guardar una cierta homogeneidad. Ahora bien, para llegar a este punto, algunas otras cosas tuvieron que ocurrir, creo que por lo menos se transformaron o desplazaron de su lugar habitual, las siguientes variables.
El orden de las idas que a continuación expongo nada tiene que ver ni con su temporalidad (cuál apareció primero) ni con su importancia, las voy registrando según me lleva el discurso. Hay que hacer notar que el acto mismo de exponer, como el paso intermedio en la cadena producción-exhibición-venta, ha empezado a perder importancia, si aún la mayoría de los productores gustan de seguir el ritual que implica, la verdad es que hoy día cuentan con un número mayor de plataformas tanto para dar a conocer lo que hacen como para venderlo, todo ello, muchas veces, sin la intervención de un tercero (representante, manejador, galerista). Como consecuencia de lo anterior, mejor aún, asociado a lo anterior está el hecho de que el objeto mismo, en especial en la fotografía, pero se puede apreciar también en otras manifestaciones y los ya famosos NFT, ha perdido por completo su aura, la visión de Benjamín acerca de las consecuencias de un arte multiplicable, ahora se hace realidad. Las fotografías de una exposición se pueden imprimir sobre las mamparas de la galería, en papel higiénico, sobre la piel y ropa del público, etc., no importa, porque siempre habrá otra que incluso, se puede presentar bajo los más estrictos cánones de calidad. Mientras exista una matriz que se pueda repetir infinitamente sin corromperse, toda forma que adquiera siempre será válida.
El aura de Benjamín nos sirve también para entender el desplazamiento que ha sufrido la imagen, en especial desde el advenimiento de la fotografía, es decir, desde que existe la posibilidad de reproducir mecánicamente una imagen, tal capacidad que incluso, hoy en día, se traduce en la ubicuidad de las imágenes, a hecho que en lugar de apreciar la fórmula objeto-imagen (una fotografía), desplacemos al objeto y conservemos la imagen, una imagen que puede contemplarse en cualquier momento y en cualquier lugar, el contacto con la fotografía dejó su lugar a la experiencia con la imagen. Hoy día, según lo veo, es más importante lograr una imagen significativa para su autor que una buena fotografía.
Finalmente, el mismo fotógrafo acusa cambios importantes. Ha dejado de ser un profesional, en el sentido de alguien que conoce cómo hacer cosas y hacerlo de la mejor manera, para ahora presentarse como un artista, un demiurgo. El antiguo fotógrafo ha cedido su lugar al artista visual, que sigue empleando el lenguaje de las imágenes, pero ahora está capacitado para convertirlas en video, instalación, grabados, mixtas, obras digitales y lo que siga de aquí en adelante.
Publicado por Milenio Diario
S puede leer también en www.artes2010.wordpress.com
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