Imagen de México

Jesús Helguera. Patria



En realidad, estas líneas deberían llevar a la cabeza el título de Imágenes de México, por una parte, por lo que veremos aquí, pero también porque sostener la idea de que hay o hubo una imagen de México, una historia, una cultura, etc. es una idea excluyente, autoritaria e ignorante. 

 En plenos días patrios, leí en una columna de este mismo diario (Ricardo Raphael, 150922) los resultados de una de esas encuestas a nivel nacional sobre lo que podríamos llamar el estado que tiene la idea de mexicanidad entre nosotros, los resultados me causaron sorpresa, si no es que algo más. Según De las Heras Demotecnia, citada por Raphael, a preguntas como si te gustaría vivir en otro país; quién hubieras preferido que nos conquistara; estarías de acuerdo con que nos anexara otro país, o te gustaría hablar otro idioma que no fuera el español, en términos generales, hay, consistentemente, respuestas cercanas al 50%, o lo que es lo mismo casi a la mitad de los encuestados les gustaría emigrar de México. Para términos prácticos, vivimos, pues y para variar, en un país dividido. 

 ¿Cómo explicar esta situación? Es fácil señalar que es un ejemplo más del fracaso de nuestras políticas educativas que han suprimido la educación cívica, o Civismo, como se llamaba, de las escuelas primarias. Pero también tiene que ver con la globalización que sufrimos y nuestra entrada a tientas y locas a la posmodernidad y todos los fenómenos que van asociados a ella. De entre ellos, me gustaría llamar la atención sobre la ausencia de símbolos u objetos simbólicos comunes que circulen por nuestros imaginarios, los del norte y los del sur, los de las costas y los de las ciudades, exactamente como antes sí lo hicieron la bandera tricolor, el águila, la campana de la independencia, el guerrero azteca, el fraile protector, el charro y la china poblana, los volcanes, etc. Imágenes con las que crecimos y nos proporcionaron una idea de lo que era nuestro país y ser mexicano. Imágenes de las que se valieron o de plano inventaron nuestros artistas plásticos de la segunda y tercera década del siglo XX, pero también los escritores, los músicos y arquitectos. 

 Hace unos años John Mraz publicó el interesante libro México en sus imágenes (CONACULTA, 2014) en el que va analizando de qué manera nuestra identidad cultural ha sido construida a partir de la imagen, imagen que lo mismo encuentra en el fotoperiodismo, las cartas de visita, las de los fotógrafos viajeros, las litografías, anuncios, e incluso en el cine. Así, a partir de un puñado de estas imágenes, Mraz ve reflejado no al país en sí, sino al que nos da identidad o quizás mejor debiera decir, nos había dado identidad. ¿Cuáles podrían ser las imágenes que nos dieran identidad en este siglo XXI? Bueno, ya hemos dicho que estas no existen o, más bien, que las que existen y pudieran prestarse a un proceso semejante a las del pasado, nadie las ha propuesto como modelo, como ejemplo, como ilustración. Y si existen, ¿por qué a nadie se le ha ocurrido emplearlas para este fin? 

 Obviamente no tengo respuestas para estas interrogantes, pero se me ocurren dos cosas. Por un lado, no es problema de si hay o no imágenes que dieran sustento a nuestra identidad, sino que va más allá, lo que sucede es que no hay una narrativa que las sitúe, que se engarce con ellas y formen un solo y único símbolo. Y por otro, las mismas imágenes que hoy día se producen hablo de las serias, por supuesto) se niegan a participar de cualquier metadiscurso que esté más allá de su propuesta original. En otras palabras, no hay imagen que por sí misma quiera y pueda ser cimiento de cualquier identidad, una propuesta tal se rechazaría y se le opondrían de mil maneras, pues habría nacido, precisamente, de la crítica a ese tipo de discursos (imaginemos que las obras de tantos productores referentes a las “muertas de Juárez”, fueran empleadas en el discurso de la cultura en Chihuahua). 

 Cabe una posibilidad más, pero no sé o no puedo ver cuáles serían sus consecuencias a corto, medio y largo plazo. Me refiero a la muerte de este tipo de imaginarios que dan o daban lugar a pensar en un país y sus habitantes, en lo que tenían de particular y diferente a todos los demás habitantes de otros tantos países. Quizás las imágenes que ayer sirvieron para afianzar la identidad de los mexicanos, los franceses o peruanos, dejaron de ser locales y las que ahora se producen son, junto a ellas, universales, propiedad de todos y de ninguno. Quizás estemos llegando al momento en el que las imágenes que se crean participen de la formación de una identidad universal, somos ciudadanos del mundo y con ello, al mismo tiempo, nace un nuevo tipo de consciencia más solidaria e inclusiva con todos y no nada más con lo que me reflejan estas cuantas imágenes.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: wikiart.org

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