¿Dónde está Aristeo?


 

Quisiera haber contado con más información sobre esta exposición. Sin embargo, a pesar de buscar en las notas de prensa, en las páginas oficiales del gobierno de Nuevo León, o, incluso, en la serie de textos que aparecen en la muestra, (de la presentación a las informativas) no la obtuve. No insistí más, porque mi función aquí no es la del reportero, ni la del investigador, sino la del comentarista o crítico, por lo que solo debo atenerme a lo que se presenta objetivamente, es decir y en este caso, a los objetos, pinturas, esculturas, grabados, fotografías u otros, que componen una acción concreta, la presentación de una exposición (de arte por supuesto). Así que me siguen faltando datos y sobre todo me queda una pregunta en el aire ¿qué fue exactamente lo que se le encargó a Aristeo Jiménez, al pedirle llevara a cabo el proyecto Una semana en la colonia Obrerista.? 

Abierta al público el pasado 24 de agosto en la Casa de la Cultura de Nuevo León, la exposición, para mí, cumple con un doble propósito, por un lado, inaugura una nueva etapa en la vida de esta institución (nueva dirección, readaptación de espacios, de actividades, de relaciones, etc.), y por otro, confirmar el deseo del CONARTE por atender algunas de las voces de oposición que lo acusaban de su falta de vinculación con su comunidad, con su entorno inmediato; qué mejor manera de hacerlo que empezar, precisamente, con una muestra de este tipo dedicada a una de las colonias en la que se encuentra inserta, desde su origen, la antigua estación del golfo, hoy Casa de la Cultura de Nuevo León. 

Por lo que se exhibe, alrededor de 40 impresiones en color en prácticamente dos tamaños, si no me equivoco, 20x27 mm, y 1.20x80 cm. aprox., y por el título mismo de la muestra, tiendo a creer que se trató de representar, simbólicamente, la vida cotidiana de esta colonia, a través de fotografiarla durante siete días. Y quién mejor para hacerlo (aunque hay algunos más con el mismo tipo de temática) que el maestro, ampliamente reconocido y premiado, Aristeo Jiménez, que nos ha entregado memorables imágenes de calles, cantinas y bares de algunos de los barrios deprimidos de Monterrey y de los personajes lunares que aparecen en ellos. Su iconografía abarca de la condición humana (Ortiz dixit) a la arquitectura urbana de autoconstrucción, al tejaban, a los oficios que se ejercen a media calle, traiciones y costumbres, interiores consumidos por el paso del tiempo, estéticas de supervivencia y adaptación, etc. De inicio, difícilmente alguien podría oponerse a que se designara a Aristeo para sacar adelante este proyecto. 

Dejo en claro que me parece una idea más que acertada que el CONARTE, a través de sus distintas Direcciones, comisione trabajos específicos (como fue este), no solo sirve para activar la producción local, subir su despeño y calidad, sino también para atender y presentar temas que pudieran ser de su exclusivo interés. Buena idea, siempre y cuando se continúe y se den a conocer cuáles serán las reglas para beneficiarte con estos proyectos, quiénes son los responsables de encargarlo, y qué disciplinas pueden o no participar en estas comisiones (se podría hacer algo similar con la literatura, el teatro, la música, el cine, etc.). Dicho lo anterior, no me queda más que decir que este trabajo, en, particular, me parece poco afortunado, realizado sobre las rodillas, y, sobre todo, renunciando a la expresión y temática que le ha ganado tantos éxitos a Aristeo. 

Yo no la conozco, pero viendo esta muestra me quedo con la idea de la que colonia Obrerista no es tan grande como dicen, pues parece que unas cuantas calles bastaron para reproducir su imagen urbana. De la economía informal solo tenemos dos o tres ejemplos y pobres como imágenes. En esta colonia, no hay misceláneas, escuelas primarias, jardines de niños, parques, no hay mañana llenas de tráfico y obreros corriendo tras los camiones, cantinas que reciben a los jubilados y a los que regresan del jale, y vamos, no hay insinuaciones siquiera de vida nocturna, ni paseantes ni consumidores, interiores de antros envueltos en nubes de tabaco y quién sabe qué otras substancias, ni ventanas que dejan ver interiores iluminados por la pantalla de la TV o de la compu para echar novio(a). Llama la atención cómo se dejaron pasar detalles que hubieran hecho de la foto un tema más interesante: por ejemplo, en el mural de San Judas Tadeo y San Francisco, en la esquina inferior derecha de la fotografía, asuma tímidamente parte de un excusado; qué gran escena hubiera sido verlo completo en ese contexto. 




Es verdad que hay cuatro o cinco de estas imágenes que solo son atribuibles al ojo y gusto de Aristeo, un par de tejabanes, uno azul añil y otro verde, por ejemplo, una pila de trastes, una mujer vendiendo dulces a la entrada de su casa, tal vez, las que retratan el comercio callejero de ropa. Pareciera que solamente en esas Aristeo nos deja ver lo que sus ojos valoran. Ojalá, insisto, se sigan haciendo este tipo de encargos, el primero siempre sale a medias tintas, esperemos que los futuros estén mejor cuidados.

Publicado originalmente en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes22010.wordpress.com

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