La cuestión del volumen


 

Tenía la intención de dedicar estas líneas a comentar sobre un espacio reciente, en la ciudad de Nueva York, dedicado en exclusiva a la fotografía, Fotografiska, su origen y actividades. No obstante, tendré que dejarlo para la próxima semana, pues hay dos o tres puntos previos que es necesario abordar antes de regresar a Park Ave., que es donde se encuentra la sede neoyorquina de esta empresa. 

 El primero de estos puntos es la presencia misma de Fotografiska, que incluso se ha dado permiso de abrir la semana anterior Verónika, un sofisticado bar-restaurante destinado a competir con los más prestigiosos de aquella ciudad. Aunque ya la próxima semana veremos cómo está conformada esta empresa, sus fines y objetivos, cuesta trabajo pensar que no se puedan llevar a cabo iniciativas semejantes, no en Monterrey, pero sí, por ejemplo, en Ciudad de México. 

 Segundo, por diversos motivos, recientemente he revisado, junto con otros amigos, imprentas en la ciudad que tengan la capacidad, experiencia y calidad suficiente como para imprimir libros de arte y fotografía. Todas las grandes, con trayectoria y trabajo reconocido, han impreso y encuadernado libros; con calidad y resultados variables, todas lo han hecho, pero ninguna se especializa en este tipo de trabajo o mantiene una línea de producción permanentemente abierta para satisfacer esta necesidad, cuando lo llegan a hacer, es más bien a partir de solicitudes excepcionales. 

 Finalmente, no puedo dejar de insistir en preguntarme, por qué no hay en Monterrey, ya no digamos en plural, galerías dedicadas a la fotografía, sino simplemente dos o tres que pudieran llegar a tener una añeja trayectoria. Que importante sería que nuestras facultades de sociología, economía, historia y artes, por lo menos, pudieran dirigir algunas de sus investigaciones hacia estos temas para así tener datos duros, tan objetivos como sea posible, sobre estos y muchos otros puntos semejantes, que nos permitieran tener otras caras y explicaciones de estos escenarios, mientras no sea así seguiremos especulando o fantaseando, unos, gracias a un evento local, sintiéndose en el corazón de la gran manzana, otros, por no encontrar el patrocinio necesario para su proyecto, mentando madres en contra de la ciudad, sus instituciones, e historia. A este conjunto de explicaciones, razonamientos y/o cuestionamientos con el que tendremos que trabajar en tanto no haya otros datos, quiero contribuir con la siguiente reflexión. 

 Desde hace tiempo cuestiono a quienes nos comparan con la Ciudad de México; por ejemplo, porque hay más galerías o museos allá que aquí, la respuesta es sencilla, no es lo mismo atender la demanda de 20 millones de habitantes que la de 7 u 8. Encerrada en esta explicación que pudiera parecer torpe, se encuentra otra razón que me parece mucho más potente que la cantidad de habitantes, pero que igualmente puede ser cuantificada objetivamente. Me refiero al volumen, el volumen es el punto de inflexión entre tener o no un servicio. 

Más atrás me he referido a las imprentas, si ninguna se ha especializado, como en otros lugares del mundo, en la producción de libros de arte de gran calidad, es porque no hay un volumen suficiente de demanda que justifique tener esa especialidad, de qué te sirve tenerla si no tienes usuarios suficientes que te permitan, por lo menos la subsistencia. ¿Por qué no hay galerías dedicadas a la fotografía en Monterrey? 

Si vender pinturas, grabados o esculturas de productores renombrados de ahora o el pasado, toma su tiempo y no siempre se encuentran las vetas que hacen posible un intercambio fluido, en el caso de la fotografía esta situación es más notoria (por la serie de prejuicios que aún rodean esta manifestación artística) y si a eso le sumas una producción fotográfica capaz de entrar a competir en el comercio del arte, nos daremos cuenta de que es nuevamente el volumen, lo que frena cualquier intento en este sentido, ni hay volumen de ventas, ni de producción competitiva, que justifique la existencia ya no de dos o tres galerías exclusivas de la fotografía, sino simplemente una y que además se mantenga a flote contra viento y marea.

 Grandes capitales los hay en Monterrey como en todo México, incluso dispuestos a invertir en estos temas o en el llamado comercio naranja o de empresas culturales. Fotografíska encontraría fácilmente socios dispuestos a abrir una sucursal aquí si es que el volumen, de visitas, turismo, amigos del lugar, ventas y asistencia a los diferentes eventos que organizan, pudiera garantizarse. Mientras nuestros volúmenes no rebasen los dos visitantes por día, la impresión de un libro por año o la venta semestral de una fotografía, seguiremos igual. Quizás ya es hora de hacerse otras preguntas.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Ilustración: emprendimiento ingenioso

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