A toda madre

Mariana Yampolsky. Caricias, 1989

Salvo el llamado día del Amor y la Amistad, el 14 de febrero, en ningún otro día se intercambian y circulan más imágenes impresas que este día dedicado a celebrar a las madres, y aunque muchas de esas imágenes ya han sido substituidas por las que sólo aparecerán en pantalla, pocas otras veces se potencia tanto su circulación, en lugar de reducirse –por el advenimiento de la imagen digital—el cruce de imágenes aumenta en estas fechas. 

 Ya en otros días como este o cercano a él, me he referido a cómo es que el tema de la maternidad ha sido y es interpretado lo mismo por pintores que escultores y fotógrafos, y en estos casos sí, poco importan si los productores que lo han abordado y lo hacen son del pasado o del presente pues, el tema, como en el caso de los valores, parece ser eterno. En esta ocasión quisiera presentar a cuatro fotógrafas que han abordado el tema de su propia maternidad o la han retrato ahí donde creen encontrar los mejores ejemplos, los que, según su punto de vista, merecen ser fotografiados. Esta es una de esas veces en que por desgracia no puedo enseñar las imágenes a las que me refiero, por lo que citaré a aquellas que creo son más conocidas o se encuentran fácilmente en el Internet. 

 Mi primer ejemplo es la inglesa Julia Margaret Cameron (1815-1879). En el ambiente de prerafaelismo que se vivía en ese momento no resulta extraño encontrar en su obra imágenes idealizadas de niños (sus propios hijos muchas veces), ya querubines, ya puttis o amorcillos que expresan la inocencia en la que se creía llevaban su existencia los niños. Dígase lo mismo de las estampas en que hizo posar a madres e hijos (algunas de ellas autorretratos) en las que buscan más esa representación ideal que substituía a la que realmente aparecía ante sus ojos. 

 La segunda fotógrafa que presento es la controvertida norteamericana Sally Mann (1951-). Aunque se trata de una productora bastante versátil, aquí la cito por su famosa serie Inmediate Family, una serie de retratos, individuales y de grupo que llevó a cabo entre fines de los años ’80 y principios de los ’90, de sus tres hijos (dos chicas y un varón), ninguno mayor de 12 años, en los períodos vacacionales que pasaban en el campo. A diferencia de Cameron, aquí no hay nada de idealización, antes, al contrario, es el naturalismo directo con que llevó a cabo sus tomas, mostrando toda la sensualidad y libertad desinhibida de la que son capaces de expresar y representar los niños, lo que, quizás, molestó a muchos. No obstante, no es más que la mirada de una madre viendo crecer a sus hijos en circunstancias no convencionales, en vacaciones y en un medio en donde se trata, precisamente, de vivir bajo otras condiciones. 

 Caricias de 1989, es, no sólo mi tercer ejemplo, sino una de mis fotografías favoritas. Es un extraordinario retrato de la entrañable Mariana Yampolsky (1923-2002). Pocas otras imágenes conozco en la las que se exprese con tanto amor, cariño y cuidado, la relación madre-hijo. Una joven mujer mazahua, cubre con su mano la cara de la hija que lleva en brazos a fin de protegerla de la resolana, el gesto de su rostro, la ensortijada cabellera que brilla con el sol, el vestido que ambas llevan, esa tosca mano que ayer arrancaba la comida del duro suelo hoy brinda confort a su pequeña hija a la que pareciera reverenciar. 

 Mi última fotógrafa que se ha ocupado, entre muchas otras, por supuesto, del tema de la maternidad es la México-española Ana Casas Broda (1965), en particular en su enorme serie intitulada Kinderwunsch (2201) niños y deseo, que, como es obvio, se refiere a esta relación que algunas mujeres llegan a experimentar, el deseo por tener hijos. Y el trabajo de Broda es eso, una especie de diario o sucesión cronológica de ella misma y su relación con su deseo, con su cuerpo, el embarazo, puerperio y posterior desarrollo y crecimiento de sus hijos. Muy interesante es el tratamiento fotográfico con el que Ana aborda estas etapas por las que ha vivido, y, por supuesto, nadie mejor para hablar del tema que una madre conviviendo con sus hijos. 

 Como otros temas este, el de la madre o la maternidad, se presta para trabajarlo de manera comercial y cursi tal y como suelen presentarse, pero también da la oportunidad de acercase a él de muchas otras maneras, quizás más atrevidas y/o experimentales, críticas, de denuncia o protesta, todas estas otras aproximaciones dentro, por ejemplo, del marco de los distintos feminismos que hay en la actualidad, pero también de las leyes sobre la despenalización del aborto, de los feminicidios, de la violencia intrafamiliar. En este mismo tono, quizás el mejor homenaje a las madres es tener presente, aceptar y respetar, que no toda mujer está destinada a serlo.

Publicado por Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: culturacolectiva.com

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