A propósito de SS


 No es ningún secreto decir que la Iglesia, y en especial la apostólica romana, hace ya muchos ayeres que dejó de ser mecenas y reservorio temático, en especial de las artes visuales (pintura y escultura). Como siempre y a pesar de las honrosas y brillantes excepciones que hay y que aparecen de vez en vez, o de los esfuerzos que la propia institución ha hecho y hace por crear nuevas relaciones, lo común es que, al llegar estos días, los llamados Santos, o vayamos a ejemplos del pasado remoto para hablar de la relación entre producción artística y religión, o mejor, guardemos silencio; obvio que el problema se multiplica tratándose de la fotografía. 

 Es por ello por lo que hoy presentaré brevemente, por supuesto, tres sucesos que podrían tener, aunque lejana, relación con la fotografía. Antes de presentar estos ejemplos, va a ser necesario que recordemos los antecedentes más remotos de la Cámara Oscura, que como sabemos fue una de las variables fundamentales, para que se gestara la fotografía y se diera a conocer a fines de la tercera década del siglo XIX (1839). Con toda seguridad ya a finales del siglo X se conocía el aparato y servía para explicar la formación de las imágenes a través de los ojos, tal y como se expone en los textos del científico árabe Alhajen (965-1038). Algunos otros historiadores se refieren al conocimiento del aparato en el siglo V a.C. citando fuentes de filósofos chinos; otros indican que en algunos textos de Aristóteles (384-322), en siglo IV a.C., aparecen referencias concretas a su conocimiento. Durante el medioevo y posteriormente en el Renacimiento se fue perfeccionando tanto el instrumento, como su conocimiento y aplicaciones. Incluso a Leonardo da Vinci (1452-1519) se le atribuye haber sido el primero en poner en la cámara oscura una lente y estudiar sus efectos. Al arribar al siglo XVII, sobre todo entre los pintores holandeses y flamencos, el uso de la cámara oscura para perfeccionar sus pinturas era de uso corriente. Para lo que sigue es necesario que mantengamos presentes estas fechas, pues su ubicación en el tiempo con los ejemplos que citaré es lo que da cierta verosimilitud a su relación con la fotografía. 

 Mi primer ejemplo, como ya se han de imaginar, es la imagen del Santo Sudario, la tela con la que supuestamente fue cubierto el cuerpo de Jesús en su tumba y que fuera descubierto ahí al ir a buscar su cuerpo las Santas Mujeres. Como se sabe, el enorme lienzo (436x113cms.) o Sábana Santa, como también se le conoce, se encuentra en la Catedral de Turín, Italia, desde 1578; lleva la imagen, la huella, de un cuerpo masculino que presenta las huellas de haber sido torturado por medio de la crucifixión, o sea, se cree, que este es el cuerpo de Jesús. Independientemente de la historia de la pieza y de los debates que ha suscitado, científicamente se ha datado, no hace más de 2000 años, sino entre 1260 y 1390 d.C. entre fines de la Edad Media e inicios del Renacimiento., o sea, cuando ya se tenía un saber bastante exacto de la cámara oscura y la obtención de imágenes. De aquí que se insista en que la impresión del cuerpo del Crucificado bien pudiera ser una impresión fotográfica, incluso, trabajada por da Vinci. Si este supuesto es debatible, lo cierto es que no se conoció con precisión el rostro de Cristo sino hasta el siglo XIX, cuando el fotógrafo Secondo Pía fue autorizado, en 1898, a fotografiar el sudario. Las placas negativas que obtuvo en ese entonces permitieron ver con mucha mayor nitidez lo que para muchos es el auténtico rostro de Jesús. 

 Ya que se menciona el rostro de Cristo, es menester hablar del lienzo de la Verónica, patrona de los fotógrafos, que según la tradición fue con el que esta mujer se acercó a Jesús en el viacrucis a fin de enjugar su rostro de sangre y sudor, al retirarlo quedó en el impreso el rostro de El Salvador. Actualmente, el Paño Santo de la Verónica, se encuentra en la iglesia de la Santa Faz en Manopello, Italia, a donde habría llegado, según las investigaciones más recientes, en 1660. Igual que con el manto de Turín, lo poco común de la tela empleada, así como de la poca densidad de los pigmentos, hace pensar en que podría tratarse de una especie de impresión fotográfica. 

 Finalmente, muy lejos de estos ejemplos que parecieran ser más claros en esa relación o por qué suscitan debate, citamos la tilma de Juan Diego y la imagen de la Virgen de Guadalupe que en ella quedó. Y lo hacemos porque en más de una ocasión, a través del tiempo, se ha sugerido que el origen de esta imagen bien pudiera haber sido una proyección fotográfica en la que diversos elementos se hubieran conjuntado, azarosa o milagrosamente, para dejar impresa la imagen.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: sudariomchristi.com

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