No soy yo quien escribe


 

Es muy probable que un buen número de ustedes ya haya tenido oportunidad de ver un video producido para la red TikTok en el que, breve, pero contundentemente, se dan a conocer los alcances que, en este momento, tiene la inteligencia artificial (IA), a la vez que se explican y ejemplifican algunas de sus aplicaciones, específicamente en el campo de la producción audiovisual, las cuales son, francamente, espectaculares, desde cambiar mi apariencia física a lo largo del clip hasta ponerme a hablar en otros idiomas como si lo estuviera haciendo en ese mismo momento. 

En este caso se trata de empresa que guarda una grabación en video que tú les proporcionas, y a partir de ella, gracias a la IA, produce un Avatar (modelo que representa a la persona en el mundo virtual) que hará posible lo imposible, que hagas cosas que jamás realizaste o pensaste como si en verdad lo estuvieras haciendo o lo hubieras dicho. Como acostumbraba a decir mi madre: imagínate si esto –los alcances en este campo de la IA—se muestran con todo descaro, ¿qué no habrán desarrollado ya y que no se da a conocer?, o sea, los alcances de la IA, en este como en otros tantos campos, han de ser mucho más efectivos, con más consecuencias, e infinidad de aplicaciones que las pocas y escuálidas que llegan a difundir. Se abre así, la posibilidad de crear un metaverso, en donde podrán actuar múltiples avatares míos, cada cual, no solo con su propia vida, sino también independiente entre ellas. Lo que películas como Surrogates, Vice, o Mundos paralelosplanteaban como ficción científica, hoy día, quizás ya sean una inquietante realidad. 

No creo que sea cosa de simple curiosidad tecnológica o de pachequez literario-científica, no, como el mismo video al que he aludido lo señala, sin pensarlo mucho nos podemos dar cuenta del peligro que se corre si este tipo de tecnología llegar a estar en manos equivocadas y no hay nada que nos haga suponer que esto no pasará –o ya pasa--. Me parece que sobre estas aplicaciones tarde o temprano se tendrá que legislar su uso y limitar sus alcances. De cualquier forma, vale la pena empezar a especular sobre las consecuencias, inmediatas, que tendrá, que tiene, la creación de estos Avatares y otras aplicaciones de la IA. 

De entrada, quien más sufrirá estas presencias, es nuestra credibilidad: cómo voy a creer que lo que estoy viendo efectivamente fue dicho por tal o cual persona, ya no digamos líderes mundiales o presidentes, o por los medios de comunicación, hablo de lo expresado por mi esposa, mi empleado, mi amigo, mi vecino, ¿son ellos los que en verdad están diciendo cuánto me aprecian o es un siniestro juego de Avatares colado en mis redes sociales para engañarme y así heredarles mi cuantiosa fortuna? ¿Nos estará esperando un mundo carente de certezas, en donde no podamos fiarnos de nada; qué clase de mundo podría ser ese? 

En ese mundo donde todo lo que veo y escucho puede ser falso, diametralmente opuesto a lo que dice, ¿qué concepto de realidad se puede tener? Si ya de por sí, la idea de la/una realidad ha sido objeto de intensos debates en pro y en contra desde la antigüedad ¿cómo no creer que somos parte de una omnipotente Matrix, responsable de insertar en cada uno de nosotros la realidad que conocemos? Quiero decir, si creciéramos en un ambiente tal de incertidumbre, ¿cómo llegar a pensar que la realidad puede modificarse, que con mi esfuerzo puedo cambiar mis circunstancias, que puedo hacer de este mundo, en verdad un mundo feliz? 

Una tercera consecuencia, la más grave me parece a mí, es que en un ambiente tal, tarde o temprano terminaríamos por perder nuestra capacidad, ánimo, motivación, de mejora, ya no me refiero a mi entorno social (amplio o restringido), sino a mi persona, ¿por qué he de preocuparme, de responsabilizarme, por ser una mejor persona, si eso se lo puedo pedir a mi Avatar? ¿Para qué aprender otro(s) idioma(s) si con mi Avatar puedo hablar cualquier lengua como si nativo de ella fuera; ¿para qué cuidar mi alimentación, hábitos de higiene, etc., etc.? si siempre que lo pida y pueda pagar, habrá un Avatar que lo haga por mí. Si hemos de confiar en la IA, si pudiéramos responsabilizarla del cuidado de nuestra salud, de acabar con la violencia, de ser una sociedad equitativa y justa, ¿qué, como humano, además de disfrutar de tales beneficios, me quedaría por hacer? ¿No perderíamos lo que como hombres y mujeres imperfectos nos mueve, incluso a crear esta IA? 

Frente a estos temas no quisiera parecer catastrofista, sobre todo tomando en cuenta que no soy yo el que escribe sino un programa, que con base a lo que he escrito en el pasado, es capaz de escribir como si lo hiciera yo.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: TikTok

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