Entre el día del trabajo y la batalla de Puebla


 Desde niño, creo que en los primeros años de primaria, nos enseñaban que era lo que se festejaba el primero de mayo, empezando por explicar quiénes habían sido los llamados Mártires de Chicago. No son muchas las imágenes que nos llegan de esos cuatro días que culminaron con la matanza de Haymarket en Chicago, y el encarcelamiento, juicio y ejecución de algunos otros de los miles de obreros que se levantaron en contra de la jornada laboral de 12 horas. 

 Pero si no es abundante la información visual de aquel suceso, si tenemos el testimonio de otros fotógrafos que dieron a conocer en ese entonces las condiciones de trabajo y vida tanto de los obreros y demás trabajadores, como de los inmigrantes, que empezaban a llegar por miles a los Estados Unidos. 

 Uno de los más importantes lo fue el danés Jacob Riis (1849-1914), quien emigró a Norteamérica, siendo un adolescente buscando convertirse en carpintero. Las circunstancias lo llevaron de uno a otro empleo hasta que terminó siendo fotoperiodista. Su misma condición de inmigrante lo hizo conocer las terribles condiciones de vida en que se encontraban, mismas que quedaron plasmadas en el libro más importante que llegó a publicar Como vive la otra mitad. Estudios sobre las viviendas de Nueva York, este, junto a los cientos de artículos periodísticos que escribió, ayudaron en parte al mejoramiento de las construcciones y la expedición de leyes regulatorias para la construcción de viviendas.

J. Riis. Vivienda en la calle Bayard, N.Y.



  Igual de útiles resultaron las fotografías de Lewis Hine (1874-1940), que se encargaron de mostrar las condiciones de trabajo a las que eran sometidos sobretodo los niños en las minas de carbón, o las pequeñas en las factorías de textiles. En ambos casos, el conocer de primera mano estos materiales, llevó a una mejor reglamentación y la eventual desaparición del trabajo infantil en los Estados Unidos. 

De alguna manera, fueron herederos de ellos los muchos fotógrafos (Dorothea Lange, Walker Evans, Russell Lee, Carl Mydans, Ben Shahn y Gordon Banks, entre otros) que trabajaron bajo la dirección de la PWAP (Public Work of Art Project, 1933) implementada por el gobierno del presidente Roosevelt, no solo como un medio para darles trabajo sino con el fin de documentar las condiciones de vida y de trabajo de los miles de norteamericanos que se vieron golpeados por la recesión de 1921. 

En nuestro país ha documentado al movimiento obrero, así como las condiciones de existencia y explotación laboral de miles de mexicanos, aunque no con los mismo resultados, fotógrafos como Héctor García, Antonio Reynoso, Daniel Soto, Rodrigo Moya, pero sobretodo Pedro Valtierra. 

Mucho menos probable de encontrar testimonios fotográficos que de la tragedia de Chicago, lo es de la batalla del 5 de mayo en Puebla, en 1862,a pesar de su importancia y resonancia mundial. El que no haya fotografías del suceso no quiere decir que no se haya ilustrado y en ese sentido litografías y pinturas recrearon con prolijidad lo sucedido en los fuertes de Loreto y Guadalupe. 

ANI. Fuerte Loreto. ca.1900

Es muy probable que el pesado equipo que requería la obtención de los colodiones húmedos haya dificultado el desplazarse hasta el campo de batalla. Un ejemplo de lo que sucedía lo tenemos en las escenas de batalla que Thimoty O’Sullivan obtuvo en la Guerra de Secesión en los Estados Unidos, en las que, prácticamente, tenía que reacomodar cañones, rifles, sables y sobretodo muertos para hacer sus placas. Lo mismo que le sucedió a Fracoise Aubert (1829-1906) que según se cuenta no pudo llegar a tiempo al fusilamiento de Maximiliano por lo que se conformó con dejar para la posteridad su cuerpo semimomificado. 

Lo anterior podría explicarnos por qué de la o las batallas poblanas no tenemos imágenes (o no hemos dados aun con ellas), pero también nos habla de la presencia de muchos otros fotógrafos que tampoco se acercaron a testimoniar lo que ahí sucedía. Sea el caso por ejemplo de otro francés, Desire Charnay (1828-1915) quien se encontraba en nuestro país fotografiando las increíbles ruinas mayas en el sureste del país. Según Jorge Carretero de la fototeca Antica en la ciudad de Puebla, para 1862, había sin duda fotógrafos y reporteros franceses que seguían los incidentes del momento, pero además fotógrafos poblanos como Lorenzo Becerril, Joaquín Martínez, Manuel Rizo y Eduardo Unda, todos ellos seguramente preocupados por lo que sucedía en su entorno, pero impedidos por el concepto mismo de testimonio periodístico, lo incómodo del equipo y su propia seguridad. 

Mucho es lo que de entonces a la fecha ha cambiado la fotografía.

Publicado por Milenio Diario
Se puede ver en www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: minutouno.com
losgrandesfotografos.blgspot.com
mediateca INAH

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