Según se necesite: MÁS SOBRE LAS INSTITUCIONES
Mi segunda observación tiene que ver con la renuncia explícita del museo, del MOMA, a seguir siendo, por contradictorio que parezca, el responsable de definir que ha de entenderse o no por fotografía, en especial lo que se llama de arte. Digo que es contradictorio porque acabo de apuntar que hay que tener el ojo puesto en lo que haga el museo y ahora digo que a este no le interesa convertirse en modelo, guía, juez o lo que fuera, de nada que defina de una vez y para siempre a la fotografía.
Una revisión crítica de su historia los lleva a reconocer que de Beaumont Newhall a John Szarkowski e incluso a Peter Galassi, el museo construyó –siguiendo los pasos de lo que hizo con la pintura y la escultura modernas- su propia historia de la fotografía, una historia heteropatriarcal, blanca, culta y restringida a Norteamérica y Europa y unos cuantos casos de otros lugares que era imposible no incluir. De esta historia no sólo se desprendieron muchas otras, sino que se fue definiendo qué es la fotografía, cómo es una fotografía, cuáles sus antecedentes, quiénes son y quiénes no fotógrafos de verdad. Ese modelo, que hoy día es rechazado, que se considera excluyente, y se muestra inoperante ante las nuevas condiciones mundiales de producción, es el que el Museo pretende deconstruir, no seguir alimentándolo, y permitir que cada exhibición y su curador planteen su estatuto conceptual y material, la naturaleza de lo que se presente y su finalidad, sin pretender abarcar más de lo que la misma exhibición muestre.
¿Quién podría decir que no tiene nada que ver con la fotografía o con las imágenes?
Salvo algún salvaje, ermitaño o cualquier otro aislado, que no dudo los haya, todos los demás estamos expuestos, como se ha dicho hasta el cansancio, a un bombardeo incesante de imágenes y esto vale igual para el que cree que no hay más imagen que la analógica, que odia se pegue la fotografía al muro, como para el fanático de las redes sociales. Esto quiere decir que en el día a día tratamos con imágenes impresas en periódicos, revistas, flyers, etiquetas, documentos, pero también con las que transmite la televisión, el ordenador, el cine, las que están en los espectaculares, parabuses, bardas, letreros comerciales, en los comercios y las que llegan a nuestros teléfonos personales, desde los emoticones, hasta las que muestran lo último en la moda; y a su vez, cada uno de estos soportes se multiplican para dar pie a otros tantos que también difundirán otras imágenes o que su difusión depende de las imágenes que muestren, etc., etc.
Ante este aluvión de formas, muchas de las cuales jamás seleccionaríamos o a las que no tendríamos acceso, fotografías publicitarias, de comida, de moda, deportes, sexo, tomadas por profesionales reconocidos, otros en vía de lograrlo, la mayoría anónimos, a los que nos sumamos todos los demás, todos los que diario o eventualmente tomamos una fotografía, ¿cómo, pues, en medio de esta realidad se podría hablar de un solo tipo de fotografía, de un solo tipo de soporte, de un solo género, de una sola manera de difusión, de temas adecuados o inadecuados, de expresiones individuales, e incluso de lo que es experimental? Y no olvidemos el universo de autores, niñxs, jóvenxs, ancianxs, hetero, binarios, trans, sanxs, enfermxs, analfabetxs, maestrxs, ¿quién sí está capacitado para tomar fotografías; a quién se le debe negar la posibilidad?
Es a esto a lo que refiere el jefe de fotografía del MOMA, C. Chéreux, al hablar de la necesidad de deconstruir lo que sabemos de la fotografía para dar paso a todo lo que, por una u otra razón, ha quedado fuera. Tarea que todos los interesados en la fotografía, me parece, tenemos que hacer.
Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: tecne.com
Comentarios
Publicar un comentario