Según se necesite: Foto Brut
Henry Darger. Sin título. (antes de 1953) |
Pues bien, una reciente exposición en el American Folk Art Museum de Nueva York, pone, al menos en circulación, una nueva denominación, concepto o manera de entender un tipo de fotografía poco vista, peor estudiada, subvalorada hasta ahora, la Foto Brut, nombre que la asocia al Arte Brut que hace más de 70 años promocionara el francés Jean Dubuffet. De hecho, uno de los conservadores de la colección que formó y que actualmente se encuentra en Lausana, Suiza, Michel Thévoz, ha asesorado a la curadora de esta exposición Valerie Rousseau. La muestra, que es una versión un tanto menor, a la que se presentó en el 2019 en los Rencontres D’Arles, está formada por más de 400 trabajos tomados de la colección del cineasta Bruno Decharme, más otros tantos del propio museo para quedar en exhibición el quehacer fotográfico de más de 40 productores, la mayoría desconocidos.
Al que quizás se le haya escuchado más es el checo Miroslav Tichy´, quien además de armar sus cámaras con desechos encontrados en la basura, se encargaba también de su positivado e impresión y hasta de su enmarcado. No expondré aquí la vida ni las características de su trabajo, tan sólo recuerdo que su obra, realizada en los márgenes de la producción fotográfica, no tenía por objeto ser expuesta, sino más bien ser parte de la colección personal de su autor, llevada a cabo a la medida de sus necesidades y deseos más íntimos. (Hoy día se cuestiona el trabajo e intenciones del checo, poniéndose en duda, incluso, su aparente desapego e informalidad).
Dos rasgos tomados de Tichy’, nos pueden ayudar a entender de qué se trata la fotografía Brut. El primero de ellos es que se trabaja de acuerdo con normas, códigos, procesos de espaldas a lo que se sugiere o se espera sea trabajar con la fotografía; no hay línea que separe lo bien de lo mal hecho, lo fallido de lo acertado, lo kitsch del gusto general e incluso simplemente del popular. Y dos, el producto, en este caso la fotografía, se encuentra íntimamente ligada a la vida cotidiana del productor, se fotografía o se emplea la fotografía como una materialización de ideas, sentimientos u obsesiones de su autor, de ahí que pocas veces terminen presentándose al público ya que esta jamás fue su intención.
Jean Dubuffet, entre otros, llamó la atención sobre el trabajo de los enfermos mentales, de los presos, de los ancianos, e incluso el de los niños, como muestra de lo que podría se el verdadero arte, piezas fuera de lo convencional, espontáneas, originales, sin prejuicio alguno, que responden única y exclusivamente a una lógica interna propia, la de sus productores.
Esto mismo es lo que se espera de la fotografía Brut, imágenes fotográficas más allá de toda pretensión teórica, estética o moral, como pedía la definición del Surrealismo, pero no para hacer la revolución sino para que su autor pueda vivir sus fantasías en las fotografías que toma o recorta, o bien para hacer reales sus quimeras y así poder contemplarlas “objetivamente”.
Esta fotografía Brut se distingue de la Fotografía de aficionado, cándida o vernácula, en que estas, mal que bien, buscan evitar el error conscientemente, actuar dentro de una práctica y estética establecidas y a pesar de que tampoco tienen pretensiones de gran arte, sí son ejecutadas con la finalidad de que sean vistas por otros (la familia, los vecinos, amigos, novia, esposo, etc.). Que eventualmente se recate este tipo de fotografías o se les apropie con intenciones distintas a las originales es otra cosa y se alinea con prácticas contemporáneas bien conocidas.
Creo yo que más que estar frente a un nuevo género de fotografía, nos encontramos con que el mundo de la imagen –y más en nuestros días—es mucho más amplio y variado de lo que se podría prever en principio. Ante la imposibilidad de conocer, de ver, todo lo que se produce, de vez en vez, así como puede ser descubierto un maestro, un genio de la fotografía, también aparecen o surgen de la oscuridad estas otras prácticas, que ahí han estado desde hace mucho, que siempre se han llevado a cabo pero que, por su mismo carácter subjetivo, por la intimidad que representa ese uso o generación de imágenes, por su contenido, y por la marginalidad en que se ejecuta, pocas veces se llegan a considerar o concederles importancia. Todo esto no deja de sorprendernos por lo profundo y vasto que es aún el ignoto mundo de la imagen.
Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: https://newsartnet.com
jotdown.es
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