Según se necesite: La apreciación

 

Conchita Benavides. Fotografía Juan Rodrigo Llaguno

A la memoria de Conchita Benavides.
Singular artista.
Extraordinaria amiga.





















                                                                                               



Domenico Remps. Gabinete de curiosidades. c.1690


 Las semanas previas he comentado un par de aspectos básicos, pero fundamentales, en el intento por entender lo que es y no es Arte. Hoy abordaré un tercer tema con el que cierro esta serie dedicada a este, que ya desde el principio califique como espinoso tema. Junto a la insidiosa pregunta sobre qué es el arte, y lo dicho acerca de la crítica como ejercicio que glosa estos objetos, este tercer apunte trata sobre el público y más específicamente, sobre su relación con dichos objetos o Arte. 

 Para hablar de la relación que debe existir entre el espectador y el objeto de arte, recurrimos al concepto de Apreciación Estética, o sea, a una suerte de conocimiento y/o disposición que es menester sostener en esa relación a fin de obtener un máximo de beneficio. Más no es tan simple y ya desde un principio notamos que hay una notable confusión. Según el Diccionario de la Lengua Española, la palabra aprecio tienes tres significados: Poner precio a las cosas; aumentar el valor de una moneda; percibir a través de los sentidos. De las tres, dos podrían servir para nuestros fines, aunque el poner precio a las cosas más bien corresponde a una actividad económica, por lo que nos quedamos con que apreciación es lo que se percibe a través de los sentidos; y en este caso, lo que percibimos es la belleza. Luego entonces la Apreciación Estética, sería percibir por los sentidos la belleza, lo estético, que hay en los objetos artísticos, lo cual sería condición imprescindible para sacar un máximo provecho, placer, gozo. Iluminación, etc., de nuestra relación con estos objetos. 

 Sin embargo, Estética(o) no es sinónimo de belleza, está –la belleza—es solo un campo de estudio de la estética que es, en realidad, una disciplina filosófica. Por otra parte, hace mucho que dejó de pensarse –desde los críticos y marchantes, hasta los artistas—en la belleza como principal cualidad de los objetos de Arte, incluso, en algunos casos, se llega a creer que es un obstáculo o pifia la dualidad Arte=Belleza. Por contradictorio que suene continuamos encontrando, apreciado, belleza en las obras del pasado, lo usual al calificar Las Meninas de Velázquez, la Novena Sinfonía de Beethoven, o el conjunto escultórico Apolo y Dafne de Bernini, es que son bellos, son obras en las que destaca su belleza. Pero conforme nos acercamos al siglo XX, nadie se atrevería a usar el mismo término al hablar de La Fuente de Duchamp. Unos cuantos piquetitos de Frida Kahlo, o las fotografías de Lee Miller en los campos de exterminio Nazis. 

 Así que hablar de la Apreciación Estética, como aquello que hay que aprender para la percepción correcta de los objetos de arte, para obtener beneficios de nuestra relación con ellos, parece no ser correcta, la más exacta o indicada. En su lugar habría que decir que hay que enseñar a apreciar a las artes. Esta nueva denominación introduce cambios que son importantes en la consideración de este tema. Por un lado, modifica el significado tradicional de Aprecio, por el de reconocimiento de un valor, más el deseo por estar en contacto con aquello que lo posee. Esto es, la apreciación de las artes sería, en primera instancia, la enseñanza que lleva a reconocer el o los valores que puede tener un objeto de arte y por qué es importante conocerlos, por qué apreciarlos. En segundo lugar, esta substitución de Estética(o) por artes acepta que no hay una esencia supraindividual del arte, o sea, que no existe El Arte como cualidad universal, por lo que cada manifestación (pintura, fotografía, poesía, música, cine, arquitectura, etc.) tiene sus propias reglas, historia, aciertos y yerros, normas, etc., no es lo mismo saber apreciar un Haiku que Apocalipsis Now, saber por qué apreciamos uno y/o el otro, es lo que niega esa esencia universal que supuestamente sería el Arte. Y, por otro lado, reconoce que no se aprecia los mismo en el siglo XV que en el XX, ni en Ghana, que en México o Bahamas. Esos valores que poseen las artes los definen las sociedades, los pueblos, en un momento determinado de su historia, mismos que van modificando según sus necesidades e intereses. 

 Por mi parte prefiero olvidar que hay objetos que se llaman Arte, su sola aplicación en este o aquel objeto o manifestación me parece busca imponer una condición con la que puedo o no estar de acuerdo. Me gusta más pensar que cualquier situación u objeto, independientemente de su condición, si me comunica algo ya es de por sí valioso.

Publicado originalmente en Milenio Diario
Se puede ver también el www.artes.2010.wordpress.com

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