Mujeres y fotografía (III y último)

Mi madre solía decir: “Piensa mal y acertarás”, y a pesar de que uno preferiría hacer oídos sordos, los hechos nos alertan y no hay más que prestar atención a tales consejos. En plena efervescencia de los movimientos a favor de las mujeres, el Centro de las Artes del Parque Fundidora, la llamada Nave dos, que no se distingue precisamente por sus frecuentes exposiciones, inaugura el pasado día 5 Creadoras. Mujeres artistas en el Patrimonio de Nuevo León. Muestra en la que según se dijo, se venía trabajando desde hace un año y, que ahora, efectivamente, se daba la coyuntura de ofrecerla al público.

            Antes de continuar me gustaría apuntar lo siguiente. El Patrimonio de Nuevo León –tangible e intangible—son una serie de obras muebles e inmuebles que a través del tiempo se ha decidido preservar, como representantes de su cultura, geografía, identidad e historia. En esta tarea de conservación, restauración, mantenimiento, investigación, exhibición y difusión, lo mismo se involucra al gobierno que instancias privadas o de la sociedad civil. El gobierno del estado participa de diversas maneras, entre otras, por medio de los acervos que ha ido formando con los años; para su atención y resguardo tiene distintas instituciones, por ejemplo, la Pinacoteca (pintura, escultura, obra gráfica), la Fototeca (fotografía), la Cineteca (cine), el Archivo histórico del estado (documentos relativos a la historia de la región), etc.

            La exposición Creadoras es buena simple y llanamente por la calidad de piezas que la Pinacoteca se ha preocupado por sumar a su acervo (por cierto, tres cosas que no son claras: ¿por qué no hay crédito a la Pinacoteca? Dos ¿por qué en la exhibición hay productoras que no pertenece al acervo? Tres ¿Cómo fueron a parar a este acervo los trabajos de Ivonne Domenge, Perla Krauze y Melanie Smith?), y porque está bien montada, además de que el espacio que ocupa es generoso con casi lo que le pongas.

Yolanda Rodríguez. Esposas. 2015


            Me concentro ahora en tres obras que tienen que ver con el tema de estas líneas. Curiosamente las tres son muy parecidas, aunque presentan distintos grados de evolución o madurez. Empecemos, como Dios manda, por la primera. Esposas, de Lorena Rodríguez. Obra del 2015 compuesta por fotografía, dibujo y objeto en caja de acrílico. La fotografía muestra una mujer de rodillas, descalza, con la cabeza cubierta y las manos atadas por la espalda con un cincho de plástico. La acompaña el dibujo de una bolsa plástica en las que venden estas cintas. Se completa con una caja de acrílico que contiene los amarres a los que aluden las otras dos obras colocada en medio de ellas. Creo que con la descripción no hay necesidad de mayor explicación del trabajo de Rodríguez, pues resulta explícito en su tema y representación. Me parece que las tres piezas a las que me referiré comparten una suerte de desconfianza hacia la fotografía, no basta con ella para presentar su tema, se requieren más elementos que refuercen la idea principal; solo a través de su suma el mensaje puede ser entendido aunque se corra el riesgo de la cacofonía como en esta pieza.

Tahanny Lee Betancourt. Ceremonia de despedida. 2012


            Ceremonia de despedida, 2012, de Tahanny Lee Betancourt. Consiste en varias tiras de contacto en las que se ve, en distintos momentos y acciones, a la productora pintando o cubriendo con pintura un lienzo que parece abarcar todo un muro. Anexo un encapsulado plástico que seguramente contiene la tela que aparece en los contactos. Aquí la fotografía no basta como testimonio de lo hecho o acontecido, hay que reforzar esa capacidad o característica propia y controvertida del medio para que la prueba de lo hecho, de lo sucedido, verdaderamente sea incontrovertible.

            La última, es un conjunto de piezas de Yolanda Leal del cual sólo tomo la fotografía que representa dos hieleras llenas de cerillos y su complemento, las hieleras físicas llenas hasta sus bordes de tales objetos. Aunque tiene mucho de la silla de Kosuth, me interesa para señalar que es la única de las tres que no repite la información que ya viene dada en la imagen, al contrario, aquí el objeto representado se aleja de la imagen al ofrecer nueva información que la fotografía es incapaz de dar: la sensación física de un montón de cerillos.

            Hay otra obra que también emplea en su factura la fotografía, Molca, 2018, de Eugenia Martínez, sólo que, si en las otras tres la fotografía es solo una parte de la obra, y no la más importante, en Martínez es totalmente circunstancial.

            Estamos a una semana de haber vivido el movimiento social más importante desde 1968. No permitamos se diluya en los medios al ser desplazado por otros temas, sigamos hablando de la fuerza e importancia de las mujeres.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com

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