Mujeres y fotografía (II de III)

Así es, 2000
Pienso, como otros, que lo puesto en marcha por las mujeres este 8 y 9 de marzo, es irreversible e imparable. Pero igualmente creo que no hay que echar las campanas al vuelo, o creer que la situación, a partir de ahora, será diferente. Por el contrario, veo que lo más difícil y complejo apenas está por iniciar y que se llevará más tiempo del que pudiera creerse, pues de lo que hablamos es de a una auténtica transformación cultural, cuyas raíces se hunden profundo en el mundo patriarcal que les dio vida y le sirven hoy de sustento. Dos ejemplos del tamaño del problema al que nos enfrentamos y lo complejo que será acabar de dar esa vuelta de rueda que ya inició.

Hace unas semanas escuché declarar al cantante que llaman el Potrillo, decir que la única agresión permitida en contra de las mujeres era a besos, con lo cual arrancó más de un suspiro entre sus admiradoras y un sonoro Yes, entre los caballeros. No olvidemos que este mismo personaje tiene una canción intitulada Mátalas, al parecer ya prohibida.

Durante la celebración oficial del Día Internacional de la Mujer, en su discurso, la señora Sánchez Cordero, quien se refiere a las demandas de las mujeres como algo ajeno, terminó su participación agradeciendo al presidente el haberle dado su puesto, en lugar de estar segura de que es resultado de sus logros, de su capacidad y profesionalismo.

Estoy cierto de que ni el sr. Alejandro Fernández ni la secretaria de gobernación, actúan de mala fe, todo lo contrario, han de pensar que con sus declaraciones apoyan el empoderamiento de las mujeres, cuando en realidad, con ellas no hacen más que reproducir, en un caso, el más puro machismo, en el otro la actitud servil y de agradecimiento que la mujer le merece al hombre.

Lo apunté la semana anterior, detrás de gran parte de nuestro conocimiento y prácticas sociales, se encuentran incrustadas las creencias, actitudes y prejuicios que, precisamente, han llevado a la exclusión, opresión, represión y censura de todas las minorías, incluidas las sexuales. Y es que todos, hombres y mujeres, al llevarlas dentro, como parte del proceso civilizatorio al que hemos sido sometidos, hacemos que aparezcan una y otra vez, hasta en los más mínimos detalles, sin que, la mayoría de las veces, seamos conscientes de ello. Son, esas ideas, las responsables de que los hombres blancos, heterosexuales, cristianos y occidentales, sean quienes dominen nuestras sociedades. Así es como se reproduce el modelo y se va haciendo fuerte. Y es en las actividades simbólicas, en las prácticas culturales, en donde más fácil es detectarlo, pero también es más difícil de erradicar.

De la serie Así es. Entre pura mala mujer, 2004


Recojo ahora el trabajo de Yolanda Leal pues me parece el más opuesto a lo que trato de explicar, de ahí que sea buen ejemplo de toda esta situación. Es decir, posee las características necesarias no solo para oponerse a la fotografía de sus pares masculinos, sino para cuestionar la serie de relaciones que establece en su trabajo: retrato-autorretrato, imagen-espectador, mujer-fotógrafo, público-privado, objeto-sujeto, etc.

Invito al lector a que conozca sus series Así es (2000), o, Sorry is my Nature (2004). En ellas monta su quehacer sobre dos ejes que al cruzarse dan sentido a la obra; por un lado, está la línea retrato-identificación, y por otro mujer-desnudo. El resultado, que no deja de ser asombroso, es que identificamos a la autora que aparece desnuda, lo inquietante, como en el caso de la famosa Olympia (1863) de Manet, no es que aparezca desnuda, casi asexuada, sino que nos mire de frente, reconociéndonos ella primero, como voyeurs, para después ser reconocida, como la mujer que hemos visto en tantas otras ocasiones y sobre la cual, posiblemente, ahora que está desnuda, aparezcan, nuestros pensamientos y comentarios más grotescos. Fotografías incómodas porque nos fuerzan a repensar desde la posición de espectadores, la relación que guardamos con estos temas, desde otro punto de vista –ese es el chiste en la obra de Leal—, de una manera no convencional, esto es, refrenando la mirada masculina.

Publicado originalmente en Milenio Diario
Imágenes yolandaleal.com
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com

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