Tomo el título del
libro que, en 1843, publicara el, explorador y diplomático norteamericano John
Lloyd Stephens. En él narra las incidencias de su viaje realizado entre 1841 y
1842, y que fue, en su momento, clave para entender la importancia y grado de desarrollo
alcanzado por las culturas que ocuparon buena parte de la península, estados y
países aledaños.
Me es difícil
imaginar a un visitante contemporáneo a lo que fueron las ciudades y palacios
Mayas, que no quedé impresionado por la majestuosidad con que los construyeron,
por su ornamentación y funcionalidad, e incluso por el aire de misterio y secretos
milenarios que suponemos están ahí enterrados en espera de quien sepa
interpretarlos y adentrarse en ellos.
Chichén.Itzá. El Castillo
Contradictoriamente,
entiendo la reacción que, ante lo mismo, tuvieron sus primeros visitantes no
nativos. Para quienes su mundo terminaba en las columnas de Hércules, toparse
con estas muestras de excelencia cultural, debió perecerles no de este mundo,
no de hombre semejantes a ellos. Y, en efecto, ni eran hombres iguales a los
conquistadores, ni su mundo parecido al de ellos, a partir de ahí todo era
diferente cuando no contradictorio o antagónico.
Uxmal.
¿Qué clase de
hombres eran estos mayas, aquellos que probablemente después de años de sequías
decidieron regresar a la selva y regresarle las ciudades que en ella habían
construido? Esta es una pregunta de las muchas que me surgen cada que tengo
oportunidad de entrar en contacto con un sitio arqueológico como los que en este
viaje logré visitar. Claro que son impresionantes sus pirámides, sus patios,
sus juegos, enterramientos, estelas y calzadas. Ni que decir de su cerámica,
esculturas, de sus pinturas, sus ornamentos. Como impresionante es enterarse de
sus conocimientos en geometría, matemática y astronomía y, por supuesto, en
ingeniería civil lo que les permitió construir a alturas mayores a los 30
metros. ¿Qué era lo que pensaban al hacerlo??
En esta ocasión tuve
la oportunidad de visitar una exposición en el Palacio Cantón, dedicada a la
escritura Maya. Aunque conocía generalidades sobre el sistema de glifos que
empleaban, en verdad, nunca me había adentrado en su conocimiento,
clasificación, e historia y no es que debido a esta muestra me haya vuelto un
especialista, pero sí hay un par de ideas que retomo de ella que me permiten
avanzar en mis dudas. Para conocer lo que otros piensan, nada mejor que saber
de qué hablan.
Porta incensario antropomorfo. El escribano de Mayapán, 1000-1542 d.C.
Primero, la
escritura y la lectura, como en otras tantas civilizaciones, estaban reservadas
a las clases dominantes, estas estaban tan conscientes de su importancia que se
dedicaron a escribir por todos lados, en los edificios, en las estelas, en las
esculturas, en vasijas, en códices e incluso, se sabe, hasta en las ropas y
cuerpos se escribían. Es, por supuesto, una demostración de poder y de marcar
diferencias entre clases, pero es también una obsesión por dejar para la
posteridad su historia, su propio linaje, sus logros. Una competencia con el
futuro, con los que habrían de sucederles.
Dos. El Maya, como
cualquier otro idioma tuvo (tiene?) una transformación que lo fue haciendo cambiar
de un sistema de representación gráfica –ideogramas-- a otro en el que coincide
el sonido con su grafía, igual que el castellano, por ejemplo, luego entonces,
el Maya es uno más de los idiomas que han enriquecido la civilización humana
permitiendo que uno de sus grupos, en su tiempo y lugar, se expresara y
expresara lo que para ellos era importante y valioso.
Me parece que hay
una gran confusión cuando hoy día se habla de los pueblos originarios y se señala
a Mayas, Tlaxcaltecas, Olmecas, Teotihuacanos, Purépechas, Zapotecas. Son,
efectivamente, los pueblos y culturas que crecieron y se desarrollaron en
nuestro territorio antes de la llegada de los europeos, pero, de los
originales, no nos queda nada y menos a quienes vivimos por generaciones en las
ciudades. Como tampoco lo son los campesinos que habitan esas tierras, pues el
proceso de mestizaje ha terminado por imponerse. Ello no implica, dejar de
sentir un auténtico orgullo por ellos, pero por lo que hicieron, no porque sean
nuestros ancestros.
Publicado originalmente en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: www.yucatanancestral.com
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