¡¡Ay, Wey!!
Siempre que abordo estos temas recuerdo a mi
madre advirtiéndonos que los chinos acabarían por dominar el mundo. Nunca supe
cuál era el origen de su preocupación, o que es lo que estaría viendo a futuro;
aunque, quizás, tan sólo fuera que tenía razón.
La República Popular China, es la segunda economía
a nivel mundial, tercer país en extensión, y una de las tres civilizaciones más
antiguas de las que tengamos noticia. Como tantas otras naciones, su entrada al
siglo XX supuso el fin de su antiguo régimen y la instauración, en 1911, de la
República China que funcionó hasta 1949, cuando una nueva guerra civil, ahora
encabezada por el mítico Mao Zedong, crea la actual República Popular China,
férrea dictadura socialista que, entre otras cosas, se anexó el Tibet, en 1950.
A la muerte de Zedong y la caída de la llamada Banda de los Cuatro, el país
enfrentó cambios que transformaron profundamente el rostro que ofrecen al mundo.
Hoy China es un pujante y agresivo gobierno con un crecimiento económico único,
pero también con vastas zonas al interior del país que aun viven en condiciones
similares a las del siglo XVIII.
La Gran Revolución Cultural Proletaria, mejor
conocida simplemente como la Revolución Cultural, fue puesta en marcha en 1966,
y tuvo por objeto borrar todo rastro de lo que en ese entonces las autoridades
consideraban el pensamiento y prácticas culturales burguesas, capitalistas, no
sólo en cuanto a influencia extranjera se refiere, sino llevando a cabo una
profunda purga en su propia historia. Diez años duró este infame movimiento que
provocó un intenso deterioro cultural, destierros, encarcelamientos injustos,
linchamientos populares, expropiaciones ilegales y un abandono del campo para
migrar a las cada vez más atestadas ciudades.
Cartela en el Salón ancestral de la familia Wang (2015) |
Este fue el ambiente en que creció Ai WeiWei
(1957), de hecho, su padre, el reconocido poeta Ai Quing, fue víctima del
exilio cuando dio inicio este movimiento. Ai logró estudiar en la Academia de
cine de Pekín; luego de viajar por otros países terminó viviendo en Nueva York
de 1981 a 1993. Ahí estudió en la Liga de Estudiantes de Artes de Nueva York.
Actualmente tiene su residencia en Ámsterdam, Holanda, y recorre, incansable,
el mundo en busca de problemáticas
social-políticas-económicas-medioambientales, para denunciarlas y/o apoyarlas con
su trabajo.
Vista lateral del Salón ancestral de la familia Wang (2015) |
La exposición que actualmente presenta en el MARCO (dic.4 Ai WeiWei. Restablecer memorias) --por cierto, desde mi punto de vista y dada la importancia mundial del productor, muy limitada--, consiste en dos proyectos, uno ligado directamente a su pasado, el otro anclado en el caso de los 43 estudiantes de la escuela normal rural de Ayotzinapa.
El
primero consiste en el levantamiento dentro del museo del Salón ancestral de
la familia Wang (2015), una impresionante estructura en madera proveniente de
la dinastía Ming (400 años de antigüedad) que como resultado de la Revolución
Cultural fue abandonada y destrozada para, finalmente, ser vendida como
ornamentos. Así hasta que Ai la recupero en el 2014. Luego de restaurarla ha
sido incorporada a su portafolio de trabajos, con ella pretende denunciar no
solo cómo es que bajo este nuevo régimen se va perdiendo el pasado tradicional,
sino también como con su ausencia se abren huecos en la memoria que implican un
desconocimiento y apreciación del pasado.
Algo parecido pretende con su acercamiento a
los sucesos que llevaron a la desaparición de los normalistas de Guerrero. Me
disculpo por lo que diré y lo hago sin el deseo de ofender a nadie, pero ésta me
parece una obra coyuntural, oportunista y fuera de lugar. No digo que no se
condene la desaparición de estos jóvenes, pero igual justicia pido para los
miles de feminicidios que a diario ocurren en todo el país, o para los
migrantes que buscan llegar a la frontera norte, para los encarcelados
injustamente. En un país tan lleno de acciones que lamentar, en donde la de
Guerrero es una más, no me digan que es la única que ha dejado un vacío en
nuestra sociedad, porque, por lo menos en mi caso, no es así.
Publicado por Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Comentarios
Publicar un comentario