El camino a la fama



El fin de semana anterior se llevó a cabo el evento denominado FAMA  (Feria de Arte Mexicano Accesible) en el estacionamiento del conjunto Arboledas. Unas semanas antes se había realizado la FIAART (Feria Internacional de Arte y Antigüedades) en tres pisos desocupados (en obra gris) de otro conjunto comercial en la misma zona. Más allá de las coincidencias que presentan ambos eventos (llevarse a cabo en estos sitios provisionales en donde todos supuestamente ganan; cobrar las entradas; llevar en paralelo conferencias y otro tipo de actividades, etc.) creo que, junto al casi desapercibido Festival de las Artes Santa Lucía, ofrecen una buena oportunidad para llegar a algunas conclusiones.

De entre las que me parecen más importantes está la que nos presenta, diría que con claridad, la existencia de una especie de mercado, un protomercado del arte en Monterrey, formado por un nutrido público incidental o simplemente visitante (habría que ver si hay estadísticas del número de personas que acudieron al total de los días que estuvieron abiertos, por día, por hora, tipo de persona, etc., para apoyar esta observación; mas a simple vista sí parecen tener –estos dos eventos, salvo el Sta. Lucía--un importante poder de convocatoria). Por un también número creciente de productores, jóvenes principalmente (entre 18 y 30 años aproximadamente), de calidad desigual. Y un número importante de plataformas y galerías que se interesan por lo que puedan sacarles a los creadores “emergentes”.



Lo que no sé como se encuentre es la última parte de la ecuación, o sea, los compradores y coleccionistas, interesados más que en echarse la copa y el chascarrillo con los productores y demás fauna del mundillo cultural de la ciudad, en verdaderamente comprar e ir formando colecciones que con el tiempo puedan ser representativas de la producción local. Si se lograra alinear estos tres elementos, púbico, productor y coleccionista, racionalizarlos y que no jalara cada uno por su lado, creo que en verdad estaríamos ante el inicio de un buen mercado del arte en Monterrey.

Una segunda conclusión, quizás no tan compleja como la anterior, pero que sí pega en el centro de toda la operación es la cuestión de lo accesible, por no decir barato. Ni por ser “emergente” o joven, mexicano o regio, quiere decir  o implica en automático, que tenga un precio inferior, ¿inferior a qué? ¿El precio de un escultor de mediana edad, alemán, es, por definición, más caro? Me parece que en este caso es un mal argumento juntar ambas variables, arte joven o emergente con accesibilidad, pues algún día dejarán de ser jóvenes y lo que hoy es accesible quizás mañana deje de serlo, amén de no tratarse de una fórmula matemática. El tema de los precios, como dije, es el centro de toda la operación por lo que debiera ser tratado y acordado por todas las partes, para encontrar , por ejemplo, nuevas estrategias de compara-venta, pero, sobretodo, habría que dejar atrás esas ideas de que por ser joven o de provincia debe ser accesible.

Por último, me parece que hagas lo que hagas por controlar la “calidad” de quienes se presentan en estas ferias, nunca podrás evitar tener pocos realmente buenos y muchos realmente malos, lo que complica aún más la cuestión de los precios. No importa si lo decide uno solo, un grupo de expertos, o se hace una votación entre quienes acuden a la convocatoria, el resultado es siempre el mismo, por lo que empiezo a creer que es hasta inevitable, y que, probablemente, sea uno de los atractivos de estos eventos.

Como sea, me gustaría pensar que a los productores que participan les queda claro que el proceso en que están inmersos es complejo y que el camino a la fama está empedrado de las buenas intenciones de todos, mucho más de lo que parece, y que quizás el grueso de ellos, para acabarla de amolar, nunca llegará a recorrerlo por completo.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com



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