Francisco Toledo (1940-2019)
Autorretrato. s/f
Colofón: El pasado sábado 7, en la Asamblea General del ICOM, reunida en
Tokyo, Japón, se decidió postergar el cambio de definición de museo.
Ni
remotamente podría presumir haber tenido amistad alguna con Francisco Toledo
(por cierto, su verdadero nombre era Francisco Benjamín López Toledo, fue
Antonio Souza, padre, quien lo rebautizó simplemente como Francisco Toledo).
Sin embargo, a lo largo de su vida, sí tuve con él un par de encuentros que
recuerdo con mucho agrado. El primero de ellos, hace ya muchísimos años, cuando
brevemente fuimos vecinos en Coyoacán. Prácticamente nos topábamos todos los
días, sólo que, por aquellos años yo aun muy joven, lo confundía con el
jardinero de su casa, eso sí un jardinero muy amable que siempre nos regresaba
el saludo. Confusión que en una ocasión pude contarle, lo que le causó gracia, pues
decía estaba seguro no era esa la primera ni la única vez que le había sucedido
algo similar.
Posteriormente,
tuve la oportunidad de volver a interactuar con él al ser jurado, por dos
ocasiones, en el Concurso de Arte Joven de Aguascalientes y una vez mas, en un
concurso de arte estatal en Chiapas. Nos volvimos a encontrar, esporádicamente,
en la ciudad de México y por supuesto en alguna de las muchas visitas que hizo
a nuestra ciudad, en donde sí cultivó grandes e importantes amistades. En todas
las ocasiones en que nos volvimos a ver, siempre me recordó con amabilidad y con
su proverbial sencillez, desgraciadamente nunca hubo oportunidad de convivir
con él más allá de las reuniones de trabajo o sociales.
De
tiempo atrás he afirmado que el artista mexicano más importante del momento es,
fue, Francisco Toledo, y si a esa gran capacidad productiva que tuvo le sumamos
el apego que sintió por su tierra natal, las luchas sociales que emprendió, su
ausencia de protagonismo, y su infinita generosidad, nos podremos hacer idea de
cómo fue una de las personalidades más destacadas de la cultura del México del
siglo XX, y por qué, con su deceso, se abre una enorme brecha que difícilmente
se podrá colmar.
Es
imposible poner en duda la enorme influencia que la particular cultura
oaxaqueña, sus tradiciones, historia y costumbres, tuvieron sobre el quehacer
simbólico de Toledo. Es verdad, más no como se ha querido ver y entender muchas
veces. Quiero decir, no estamos frente al espíritu redivivo de mixtecos y
huastecos, no es el indígena bueno y puro, original –como a muchos les gustaría
que fuera—, el que se está expresando en su obra.
Dos
apuntes para sostener esta afirmación. Primero, Toledo, a los 11 años
aproximadamente, deja Juchitán, para ir a Oaxaca y pocos años después a la
capital. En Oaxaca entrará al taller del grabador García Bustos y en la Ciudad
de México, al taller de gráfica de la Escuela de Diseño y Artesanía de la
Ciudadela.
Dos,
en 1959, o sea, cuando apenas tenía 19 años de edad viaja a Europa, en donde se
empapará de las principales vanguardias del momento. Seis años después regresa
a México.
En
alguna otra ocasión lo he dicho, Toledo, como Tamayo, o Nieto, tienen el gran
mérito de haber contribuido a la entrada del arte moderno a México junto con los artistas de la Ruptura, pero
mientras que Felguérez, , Carrillo, García Ponce, lo hacen por el lado de la
obra abstracta, Toledo y los otros lo harán a través de una de las ramas del
surrealismo, al echar mano de mitos y leyendas, sólo que a diferencia de lo que
ya había hecho los europeos con el mismo material, ellos –los mexicanos-- lo
incorporan libremente, de manera natural, diríamos, a su obra, pues además se
der propio, es el algo con lo que han vivido siempre.
Así
pues, lo que tenemos en Toledo, no es al indígena taimado que apenas si enseña
sus trabajos, sino al rotundo artista mexicano de la segunda mitad del siglo XX
que entiende y maneja las formas en que se pueden entrecruzar los mitos de
antaño con las formas del presente. Nada más ni nada menos que las vías por las
que marchó una buena parte del arte del siglo XX.
Publicado por Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: magis.iteso.mx
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