María, la naturaleza y la pintura (I de II)



Teresa del Conde, QPD, decía con frecuencia que hoy día ya no sabíamos ver pintura, no sólo por la ascendente presencia de otros objetos simbólicos --la fotografía, las instalaciones, el vídeo, la performance, etc.--, que reclaman una atención particular, sino porque cada vez día es más difícil encontrar buena pintura, buenos pintores; y al decir esto, no se estaba refiriendo, ni por asomo, a una corriente o periodo en especial, buena pintura la ha habido, la hay hoy en día, y sin duda la habrá el día de mañana.

            La observación de la Dra. Del Conde, creo que va más por el lado de que como observadores, como público, hemos ido dejando de apreciar, porque nos parece que los demás ya lo han hecho, ciertos valores que en otros momentos han sido importantes. Menciono tres. La naturaleza de la pintura –de la que estamos hablando—es, esencialmente, la de un oficio, un oficio que tiene por finalidad la representación de las cosas y las personas mediante el color y las líneas. Por tanto, si somos incapaces de ver en una pintura la ejecución de un oficio, no sabremos cómo apreciarlo. Dos, quien pinta debe ser profundamente respetuoso del oficio, empezando por conocer sus secretos, su historia, sus materiales, sus límites, hasta saber para qué recurre o emplea ese oficio, de qué le sirve. Si no sabemos de esa sabiduría o sabiduría en ciernes necesaria para cumplir con el oficio, no estaremos en total disposición de apreciar una pintura. Finalmente, ese hacer del oficio, el conocimiento de sus materiales y demás implementos, su adecuado uso, han de desembocar en que el color y la línea sean capaces de comunicar, de expresar, no solo lo que ve el pintor, sino también sus ideas y sentimientos, al grado de que cualquier otro tenga la posibilidad de experimentar lo mismo.

            En lo personal tenía mucho tiempo de no ver tan buena exposición de pintura como la de María Sada, inaugurada el pasado jueves 18 de junio, Memoria de la tierra, en la sala principal de la Nave I del Centro de las Artes. Mejor dicho, claro que uno siempre está expuesto a ver buena pintura, pero difícilmente no toda una exposición como sería este el caso.

Memoria, 2015

            Es tan evidente la capacidad de María para pintar que el público, en lugar de apreciar todo el proceso, termina por asimilar la parte más exterior de su pintura, esto es su visibilidad, la imagen visible que está ahí representada. Tomemos por ejemplo a Memoria (óleo s/tela, 2015), ¿qué vemos en ella?, el tronco de un árbol al frente y luego un espeso y denso follaje formado por plantas de diversas especies. La vegetación está dispuesta de tal manera que parece que nuestra vista se pierde hacia el interior de la selva. Una identificación tan sencilla y expedita, lleva a muchos a confundir lo que ven, no con la realidad, sino con la fotografía. Me explico. La fotografía se ha convertido en el medio que nos permite conocer el mundo, es la intermediaria entre lo que vemos y lo que nos rodea. Selvas como las que pinta María Sada no pertenecen a nuestra experiencia cotidiana, en cambio la fotografía sí, razón por la que pinturas como estas las referimos más a la fotografía que a la propia realidad.

            Sin embargo, nada más lejos de la pintura. Ni es fotografía ni es la imagen original de la selva. La honradez con que trabaja Sada es tal que incluso llama a su pintura Memoria, y es que es de memoria como la pinta. Y esta es, quizás, la condición más importante para que veamos lo que vemos en esta muestra. María, antes que cualquier otra cosa, tiene una inclinación, una actitud, una postura frente a la naturaleza, hacia la flora y la fauna en su momento actual, y es esa combinación de sentimientos, ideas, e información, la que la lleva a pintar lo que pinta. Del viaje y la vivencia en la selva, en el bosque, van quedando, dibujos, bocetos, fotografías, que después se transformarán, gracias al oficio y la postura frente a su tema, en estas magníficas pinturas, más parecidas a la memoria que guarda de estos lugares que a la fugaz impresión visual que tuvo de ellos.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com




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