Los Juanjos

A diferencia de lo que algunos pensaron, cuando me enteré que Arte, A.C. había inaugurado el pasado día 19 una exposición colectiva de fotografía intitulada, Los Juanjos, me pareció simpática, ingeniosa e incluso lúdica como propuesta. La muestra presenta, en efecto, el quehacer fotográfico de seis productores cuyo nombre de pila es, precisamente, Juan José: Herrera, González, García, Lozano, Cerón, Salazar, todos ellos conocidos e identificados con la fotografía y el gremio que los agrupa dentro de la estructura del CONARTE.

            No hay una disposición especial para visitar una exposición, menos si se trata de las que presenta una galería o centro cultural, a diferencia de ir a un museo en donde sí puede haber una cierta expectativa positiva por la información previa con que se cuenta. Tan sencillo como el humor con que llegas al lugar, si tuviste un tránsito amable o complicado para llegar, afecta la apreciación de lo que verás la cual será distinta en uno u otro caso, incluso, una misma exhibición, dependiendo únicamente de esta variable, podrá ser un día abominable y al siguiente extraordinaria.

            Supongamos que como profesionales logramos aislarnos de esas influencias medioambientales para entrar con el ánimo los más neutro posible para mejor apreciar lo que ofrece la exhibición; aún así hay otros factores, estos sí a considerar, que provocan la fluctuación de la opinión que pueda despertar aquello que verás. Hay que decir que, en principio, uno espera que toda exhibición sea buena, que estimule tu interés, curiosidad, inteligencia, gusto, etc., incluso puede llegar a ser una experiencia positiva le exhibición de material aborrecible, pésimo en calidad, propuesta y contenido, pues algo podrás aprender; lo que nunca esperas suceda es que te deje impasible, indiferente, sin intención o afán de opinar a favor o en contra, simplemente porque ni eso vale la pena hacer al respecto.

            Otro aspecto a considerar son las condiciones físicas y museográficas del lugar. Qué esté limpio, dispuesto para recibir al público, despejado y sin otro mobiliario que el indispensable, adecuadamente iluminado, con cédulas para las obras expuestas o si no se emplean que se explique, con textos de sala claros y con la información necesaria para entender lo que se esté presentando. En síntesis, la galería, centro cultural, o espacio de exposiciones debe mostrar respeto tanto por los visitantes como por el trabajo de aquellos que se exponen al juicio de los demás.

            Finalmente, por lo menos en mi caso y creo que esta debe ser la actitud correcta para quien pretende dedicarse a la crítica, nunca vas a una exposición para tratar de perjudicarla, menospreciarla, injuriarla, denostarla, todo lo contrario, pero también si ese fuera el caso, estar dispuesto a hacerlo cueste lo que cueste, pues habrá quien esté esperando esa otra voz, la disidente, la crítica, la que exhibe otro lado, otra manera, de ver y juzgar las cosas.


            Explico todas esto porque en realidad no tengo nada qué decir de los Juanjos, tan mala es que no sabría ni por dónde empezar. Salvo el trabajo de Juan José Herrera, que es congruente con lo que le conocemos y lo que le conocemos siempre está bien resuelto técnica y expositivamente, así como su propuesta que sabemos resulta interesante desde el punto de vista de la memoria, los recuerdos, la nostalgia, o sobre la identidad y la formación de los géneros. Después de los cinco trabajos que presenta, no hay nada más que comentar, el panorama es tan yermo con sus desoladas lagunas.

            Montar una exposición no es cuestión de tener ocurrencias o incluso buenas ideas, eso equivale a creer que el te es la bolsita en la que se encuentra contenido, más cuando se trata de una muestra colectiva y aún mucho más tratándose de fotografía. La ausencia de un aparato conceptual más allá de la pura coincidencia en los nombres de estos productores, así como de una curaduría que supiera qué, cómo y por qué exhibe este y no aquel material, con qué criterio, permite, de entrada, que cada expositor presente el número de obras que quiera, ¿por qué en unos casos hay hasta 10 piezas y en otros sólo 2? Y el colmo, aceptar que cada fotógrafo presente material de chile, de dulce y de manteca con tal de cubrir los muros de la galería o cumplir con una cuota (véanse las dos fotos de producto –comida—que irrisoriamente tratan de hacerse pasar por naturalezas muertas y que nada tienen que ver con las otras cinco que exhibe el mismo productor y que, finalmente, todas, son igual de malas).

            Me da tristeza hablar así de una exposición y más cuando los que expone son conocidos y apreciados productores; porque mal que bien Arte, A.C. ha tratado de mantener su inclinación por la exhibición de fotografías; porque fue la única institución que recordó que septiembre es o era el mes dedicado a la fotografía de ahí que haya organizado esta, pero habiendo tanto productor en la ciudad, lo mismo de los consagrados que de los más jóvenes, creo que es justo pedir algo más que puntadas o buenas intenciones.

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com


Comentarios

Entradas populares