¿Se puede y se debe enseñar arte? (I de II)
A fines del mes
pasado, se entregó en Londres el premio South Bank Sky a las artes visuales, este
año la galardonada fue la pintora Rose Wylie (1934-), quien fue presentada por
la conocida escritora y polémica intelectual Germaine Greer (1939-). Durante la
rueda de prensa Greer sorprendió al afirmar que el arte no debiera enseñarse más
en las escuelas, sino que es algo que se debe desarrollar en los hogares.
El tema y la postura con respecto a
la relación institución educativa-enseñanza del arte, me recordó la misma polémica
desataba hará unos cinco años o algo más, por el maestro uruguayo Luis
Camnitzer (1937) quien igualmente comentó sobre la incapacidad de las
universidades para la enseñanza de las artes.
Antes de continuar conviene hacer un
par de aclaraciones. La más importante, quizás, el tema y la o las
controversias que pueda despertar dependen, en buena medida, de nuestra idea
acerca de qué es el Arte y cómo debe ser. Es obvio que a diferentes
concepciones de lo que es o debiera ser el Arte le corresponden posturas,
igualmente, diferentes, respecto no solo a si se enseña o no, sino también de
quién depende esa enseñanza, con que garantía lo lleva a cabo, qué representa
para el conjunto social, etc. Y, dos, que sea el mismo tema el que abordan
Greer y Camnitzer, de ninguna manera significa que su postura, teórica e
ideológica, sea la misma. Sobre este punto regresaré en un momento más.
Me parece que ambos personajes, así
como el grueso de la sociedad conciben al Arte de manera similar, esto es,
convencionalmente. Dan por sentado que hay una o unas personas que por diversas
circunstancias --por ejemplo, por haberse sometido a una preparación o
capacitación-- se expresan por medio de objetos --fabricados por ellos o no—bi
o tridimensionales que se presentan o son presentados socialmente como Arte, para
ser asumidos y legitimados como tal por un grupo reducido, minoritario,
elitista. Sobre esta idea gira toda la discusión emprendida tanto por Greer
como por Camnitzer y, sin duda, por muchos más.
En sus recientes declaraciones
Germaine Greer, sostiene que el arte, al ser imposible de evaluar
objetivamente, no tiene caso que se intente enseñar en la escuela; que ésta, se
encuentra incapacitada para formar artistas, por lo que mejor sería que se
cultivaran en los hogares y no se desperdiciara tiempo y recursos incluyéndola
como materia en los currículos escolares. La escritora debe su celebridad a ser
notoria representante del llamado feminismo de la segunda ola; además del
reconocimiento a su obra más difundida Female
Eunuch (1970), se ha ganado el respecto y admiración de todos por sus
controversias públicas, por ejemplo, con Norman Mailer a favor del feminismo.
Pero también ha llamado la atención por sus contradictorios comentarios sobre
el transexualismo, el movimiento #me too,
los feminicidios y la violación.
Por su parte Camnitzer, sostiene, a
pesar de ser profesor emérito de la State University of New York (SUNY), que es
un fraude el que las universidades intenten enseñar arte, entre otros
argumentos, porque el arte es libertad de acción, rebeldía, experimentación,
atrevimiento, ir en contra de lo establecido, etc., actitudes, conductas, que
son no solo rechazadas por la sociedad, sino incluso, en algunos casos,
castigadas, reprimidas por indeseables.
Me parece, pues, que las posturas de
ambos intelectuales, más allá de las apariencias superficiales, son muy
distintas, así como también queda claro que lo que se discute tiene
implicaciones que van más allá de esta capacidad-incapacidad para la enseñanza
de las artes por medio del sistema escolarizado. Más bien parece que se trata
de una asonada en contra de la presencia de las artes en las escuelas, es más,
yo diría que, a escala global, México incluido, por supuesto, hay una fuerte
tendencia que busca eliminar no solo las artes de los programas de las escuelas
públicas en particular, sino todas las humanidades para favorecer los
aprendizajes tecnológicos. Esto, que podemos tomar por el núcleo de la
polémica, lleva, inevitablemente, a la toma de posiciones ideológicas, y, en
consecuencia, sociales y políticas.
El pragmatismo, el inmediatismo, el
individualismo, el utilitarismo, la poca claridad y certidumbre con respecto al
futuro al que nos condena el mundo contemporáneo lleva, si no al rechazo, sí a
la mediatización de las artes, como obras suntuarias de la vida social, de ahí
que no sean responsabilidad del estado y que se deje su cultivo y difusión en
manos de particulares que pueden darse el lujo de pagar su ocio. Si las
escuelas de educación superior y universidades se alinean con esta visión, sería
obvio que lo último que desearían promover es una actitud rebelde y
contestaría; siempre será mejor enseñar a sumar y multiplicar, a repetir, que a
pensar y cuestionar. ¿Pero, qué pasaría si sacamos del currículo de las
escuelas públicas –y aun de las privadas-- a las artes y demás humanidades?,
¿quién o quiénes y con qué intenciones las fomentarían, bajo qué ideas, con que
fines?
Publicado originalmente en Milenio Diario
Se puede ver también en: www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: https://en.wikipedia.org
https://elpais.com
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