Lo que nos puede venir
Obviamente a dos
días de haberse confirmado el cambio en la administración federal no puede
saberse qué es lo que sigue ni cómo será. Es más, debemos esperar a que llegue
el primero de diciembre para empezar a ver algunas señales de posibles cambios,
y de ahí a que sea efectivos y saber sus consecuencias faltará otro poco; para
que nos afecten en el día a día en Nuevo León, faltará otro tanto, y para que
se vea de qué manera afectará a la vida cultural del país mucho más, y la de
nosotros en Monterrey aún más, y eso si es que llegara a tener algún efecto.
Lo que sí podemos hacer es revisar
críticamente a quienes hasta ahora se ha anunciado serán los titulares del
próximo gabinete. En el caso de la Secretaría de Cultura se presentó a la Srita.
Alejandra Frausto Guerrero, una dama de muy corto currículo pero que gusta,
como muchas pseudointelectuales de la dizque izquierda, presentarse a la Frida
Kahlo, lo que se justifica por ser la directora de culturas populares,
indígenas y urbanas de la propia Secretaría, puesto que obtuvo, según dicen, gracias
a algunos favores que le debía Rafael Tovar y de Teresa (+). Como otros muchos
de los que serán responsables de cargos públicos, Frausto Guerrero ha sido
cuestionada por su honradez y transparencia en el uso de los recursos públicos
con que ha contado. Funcionaria, responsable de la cultura en Guerrero en la
poco clara administración del Ángel Aguirre, su logro más meritorio fue la
creación del festival Acuérdate de Acapulco,
del que, quizás, ni memoria se guarde. Tampoco es muy clara su relación con el
Claustro de Sor Juana del que fue directora de extensión cultural. En síntesis,
doña Alejandra habla bien y se ve una mujer inteligente, emprendedora, ambiciosa,
sagaz, trepadora. ¿Por qué será secretaria de Cultura? La verdad, por lo que se
sabe de ella y de su trayectoria, no lo sé.
Durante la campaña Frausto llegó a
presentar un librito intitulado El poder
de la Cultura, en el que presenta de manera esquemática lo que sería el
proyecto cultural del próximo gobierno. Según lo entiendo tiene tres grandes
ejes de acción, uno, infaltable estos días, propiciar el acceso y uso creativo
de los medios electrónicos. Dos, llevar la cultura, las manifestaciones
artísticas en todas sus manifestaciones al pueblo. Y, tres, ampliar las redes
de distribución y exhibición con que cuentan las artes. La interrelación entre
estos tres ejes es más clara si ponemos el siguiente ejemplo. Supongamos que el
estado se vuelve co-productor de una película a través de su política de
exención de impuestos. Su distribución, lo sabemos, dependerá de los circuitos
comerciales, ¿cómo hacer para que llegue a más espacios y más público? Fácil,
la distribuyes, por ejemplo, entre diversos municipios y la proyectas,
electrónicamente por supuesto, contra la barda de esta o aquella escuela, mercado,
o centro comunitario, con lo que se cumple el objetivo de ampliar los canales
de difusión y circulación y el de llevar la cultura, en este caso el cine, a
más públicos. Me queda claro así que lo suyo, lo suyo, es la reunión en la
plaza pública.
En esta línea cuenta con un recurso
más, revivir las famosas Misiones Culturales de Vasconcelos; de ellas nacieron,
por ejemplo, los no menos famosos libros de Lecturas
clásicas para Niños y el de Lecturas
para Mujeres, ambiciosas antologías de la literatura clásica, para, en ese
entonces, un pueblo mayoritariamente analfabeto. De ahí que ya muy pocos las
recuerden y menos aun pretendan revivir el proyecto que les dio luz. Por
supuesto que volver hablar de las Misiones Culturales del ministro Vasconcelos
tiene que ver con ese espíritu nacionalista con el que tendremos que
acostumbrarnos a vivir, pero que desconoce supinamente las condiciones
históricas, sociales y culturales que llevaron a los gobiernos emanados de la
Revolución a tomar unas y no otras decisiones.
Pero quizás el yerro más grave de
este proyecto que se propone para el próximo sexenio sea el intento de llevar
la cultura al pueblo. Ya en muchas otras ocasiones me he detenido a discutir
esta idea. Por supuesto que ampliar el acceso a las manifestaciones artísticas,
así como su oferta, deben estar en el centro de cualquier política pública,
pero no se le puede dar a nadie lo que no quiere, lo que no conoce, lo que no
le interesa. Quizá mejor debiera hablarse de programas para la formación de
públicos y, sobretodo, de estrategias que sirvan para atraer, a ese pueblo que
se quiere servir, al conocimiento y disfrute de la amplia variedad que
presentan las diversas prácticas artísticas. Mientras no se piense, creo yo, de
esta u otra forma que no sea el dilapidar recursos llevando orquestas
sinfónicas a pueblos fantasma, no se podrá hablar de avances en el campo de la
cultura.
Dice Frausto que en este nuevo
gobierno la cultura será central y palanca de desarrollo, estabilidad y cambio
verdadero. Como dije al principio, aun es muy pronto para saber qué pasará,
pero si mientras hay que creer en la que nos propone esta señorita, no hay nada
que me impida seguir pensando que esto ha sido un tremendo error.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Comentarios
Publicar un comentario