Desde el cielo
Crecí en una zona que definiría como semirural-urbana. Calles y callejones empedrados, establos, conventos y plazas públicas fueron mis espacios de juego y recreo, en especial los llamados Viveros de Coyoacán. En el centro tenían -tienen- una gran rotonda a la que acudían desde muy temprano jóvenes novilleros, boxeadores y uno que otro practicante del yoga. Para primera hora de la tarde empezaban a llegar los aficionados a la aviación a control remoto. Modelos de este tipo había dos, unos que se controlaban con una manopla de la que salían cables que ataban al avión por lo que su movilidad era la que tuviera quien lo manejaba, y los que eran verdaderamente a control remoto, modelos más sofisticados y, por supuesto, mucho más caros, que a todos nos dejan atónitos.
De entonces a la fecha no cabe duda que las cosas han cambiado, pero estoy seguro que ya en aquellos tiempos la industria militar de todo el mundo no sólo se encontraba en posesión de esta tecnología, sino que la empleaba de diversas maneras. Incluso recuerdo que, en alguna de esas exhibiciones, había aviones que ya tenía mal incorporadas (porque eran hechizas) mini cámaras de 8x11mm., que tomaban aleatoriamente fotos de todo lo que, obviamente, tuvieran enfrente. Sin embargo, creo que las primeras fotografías que se tomaron desde el aire deben ser las que Nadar obtuvo de la ciudad de París, cuando decidió subir su cámara a un globo aerostático (1853), de ahí al presente no cesan de sorprendernos las tomas que se hacen desde las alturas, desde el cielo.
Caborca, también conocida como la Perla del desierto, es uno de los 72 municipios del estado más grade de México, Sonora. Tiene una población de apenas 81,309 habitantes y es el tercero en extensión dentro del estado. Fue fundado en 1693, por el famoso padre Kino. Hacia el oeste tiene playas que dan al Mar de Cortés y hacia el norte hace frontera con Arizona, Estados Unidos. Su territorio es más bien plano y está dominado por el gran desierto de Sonora, aunque posee algunas elevaciones como la Sierra del Álamo. Su principal fuente económica es la agricultura, seguida de una actividad minera a pequeña y mediana escala que explota yacimientos de oro y plata principalmente. En los últimos años, a pesar de los peligros que representa cruzar el desierto, Caborca se ha convertido en la principal vía de acceso ilegal a los Estados Unidos, con toda la problemática, legal, económica, social y política que ello implica.
Desde el pasado 17 de mayo se presenta en la Nave Generadores del Centro de las Artes en el Parque Fundidora, la muestra intitulada precisamente Caborca, un proyecto de Miguel Fernández de Castro, consistente, por lo menos lo que aquí se ha expuesto, en fotografía fija y vídeos, si no me equivoco, la mayoría obtenidos por medio de drones. Antes de seguir, conviene decir que la habilitación del espacio en el que se proyectan 8 vídeos en gran formato (salvo uno de ellos), ha sido, en esta ocasión, más que adecuada, pues su recorrido da la pauta y la distancia necesarias para ir de proyección en proyección sin ninguna otra distracción o desviación, en este sentido, desde su inicio la muestra causa una buena impresión.
Desgraciadamente, como dice el dicho del plato a la boca se cae la sopa y lo que parecía prometedor, se vuelve ambiguo, repetitivo, sin propósito claro y hasta aburrido y mal editado. No entiendo cómo teniendo un tema tan interesante con tantas variantes y formas de abordar, se limite a armar (editar) estos 8 videos a partir de tres o cuatro de ellos, cuando debe haber horas y horas de material con el que se podrían crear múltiples historias en torno a esta extensa y problemática zona del país. Lo mismo podría decirse de la fotografía, ¿por qué decir que la exposición es de vídeo y fotografía, con solo una impresión?, ¿no hay más; no se podría armar un diálogo entre vídeo y fotografía fija? En la cédula de sala se nos advierte que el Sr. Fernández de Castro combina lo aquí expuesto con otros medios y se relaciona, a su vez, con redes sociales, todo el conjunto da forma a un proyecto de muy largo plazo; si es así, ¿por qué no se presentó de esta manera? Me voy con la idea de que se trata, posiblemente, de una buena iniciativa, que tienen los medios para manejarla, pero que, por alguna razón, no se sabe cómo articular una cosa con la otra, desperdiciándose, por desgracias, recursos, conceptos y habilidades.
Ya que me encontraba en la Nave Generadores, me di una vuelta por la muestra Los rostros detrás del sabor. 51 retratos de quienes se dedican, en la ciudad, a la gastronomía. 12 de estas fotografías son de Juan Rodrigo Llaguno. No creo que en ningún caso las 39 restantes sean malas, de hecho, una buena parte de ellas trata de imitar o seguir la manera en que Llaguno ejecuta su trabajo, pero la verdad es que el contraste entre esas 12 y el resto, deja en claro lo difícil que es retratar. No se trata, como se aprecia, de poner simplemente la cámara frente a una persona, digo, si es que se quiere ir más allá de la pura apariencia e identificación, para lo cual mejor están los foto-booths o las farmacias Benavides.
Se publicó originalmente en Milenio Diario
Se puede leer también en www.artes2010.wordpress.com
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