Otro poco acerca de la pintura
Como saben una
parte del contenido de esta columna, son comentarios, observaciones, críticas
en las que se señalan aciertos y/o yerros de algunas de las exhibiciones que se
montan en la ciudad. En esta ocasión haré una variante, no voy a hablar
directamente de una exposición, pero todo lo que diga sobre la pintura en
particular, ha sido motivado por lo visto en una de ellas, Awakenings, de Carlos Balderrama presentada, este mes de mayo, en
la galería Casa Gotxikoa.
Prácticamente toda mi vida la he
dedicado al estudio de la historia, la teoría, la sociología y psicología de un
sistema veleidoso, ambiguo y heterogéneo, que, convencionalmente y para no
entrar en más detalles, hemos dado en llamar Arte. Del Arte, me han interesado
en particular las manifestaciones que se engloban en la denominación de Artes
Visuales. Entre los aficionados, cada vez es más aceptada la idea de que este
sistema, el Arte, ha cambiado por completo y que la pintura, si no ha muerto
aún, sí vive uno de sus momentos más complicados; no obstante, para el público
en general, entre el cual se encuentran no sólo los habituales reacios a toda
manifestación artística, sino también importantes coleccionistas, promotores y
educadores, aún persiste la resistencia, la oposición y hasta el combate a esta
idea, condenando todo lo nuevo simple y sencillamente por serlo (y no
entenderlo).
El decir que en los últimos 20 años
han cambiado radicalmente las artes visuales, al grado de llevar a uno de sus
momentos más críticos a la pintura, no es de extrañar puesto que desde años
antes ya se estaba transformando el mundo tal y como lo habíamos conocido, por
lo menos a lo largo de los siglos XIX y la primera mitad, o un poco más, del
XX. No es de extrañar, porque lo único seguro es el cambio, y no hay razón que
hiciera suponer que el Arte se podría mantener al margen de esta ley de la
vida. Ahora bien, ese no es, desde mi punto de vista, el problema; lo que hay
que cuestionar es por qué ha tomado esta y no otra dirección; qué es lo que lo
empuja en ese sentido, qué consecuencias puede traer consigo; si es posible
volver a cambiar, y si se están construyendo, entre otras muchas cosas, nuevas
coordenadas con las cuales o a partir de las cuales se orientará, de ahora en
adelante, la producción, en este caso, pictórica.
He tenido la suerte de ver recientemente
dos buenas exposiciones de pintura (Éxtasis
del color de Rufino Tamayo; Azul de
Prusia de Yishai Jusidman), que me permitieron confirmar y mejor apreciar
los valores de la pintura moderna, a la vez que, gracias a ellas y por el
contraste que presentan, por ejemplo, con la exposición de Balderrama, entender
cómo y en qué sentido se ha movido, se está moviendo, la pintura en nuestros
días. Aclaro. Lo que he dicho de ninguna manera significa que lo hecho por el
joven productor sea equiparable a lo de Tamayo o Jusidman, son muchos,
muchísimos años los que separan estos trabajos…. Estuve a punto de escribir que
le faltaba mucho a Balderrama para ser semejante a los otros dos pintores… pero
no, y esta es una de las variables que nos indican hacia dónde o por dónde se
mueve la pintura, el Arte, contemporáneo.
Me explico. Tanto para Tamayo como
para Jusidman, la pintura es una poderosa herramienta que les permite tomar del
mundo natural objetos, situaciones, acontecimientos, personas, paisajes, etc., para
ser transformados, modificados y así revelar otras facetas, otros contenidos,
que solo aparecen cuando esas cosas y personas, son pintadas, o fotografiadas o
dibujadas, etc. Es un valor muy alto el que le conceden a la pintura, un rol de
alta responsabilidad, pues es a través de ella, de la pintura, que se enriquece
nuestro conocimiento y sensibilidad respecto a la vida, al mundo, los demás y
nosotros mismos. Son los valores del Arte Moderno.
Nada de eso encontraremos en las pinturas de
Balderrama, no porque no entienda esta función, no porque no sepa de la fuerza
de la pintura, no porque no conozca lo que ha sido la pintura en el pasado; no
lo encontramos en este conjunto de pinturas, simple y sencillamente, porque no
le interesó tal responsabilidad; en el proceso que siguió, nunca lo tuvo
presente. No digo que no pueda hacerlo o que jamás se acercará a la pintura
como lo han hecho tantos a lo largo de la historia de la pintura de Occidente,
lo que digo es que, por el momento, no le interesa ese tipo de pintura.
Dos grupos son los que Balderrama
presenta en esta exposición. Ambos, más que nada, son una respuesta, un hacer
un tanto juguetón, desinhibido, sin compromiso, hechos cómo para ver qué sucede
cuando se pinta. Por lo que no es casualidad que un grupo esté, por decirlo de
alguna manera, dedicado a Lucio Fontana, el otro a Yayoi Kusama, ambos autores retadores
de la pintura tradicional, por tanto, buen punto de arranque para el siguiente
paso.
Ahora podemos decir que si el Arte,
la pintura, han cambiado, en buena medida se debe a la manera y razones con las
que los productores se acercan a sus medios y quehacer. Esta es, pues, una de esas
variables que muestran el cambio y el camino que se va haciendo.
Publicado originalmente en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
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