Corta historia del arte en México
Por coincidencias
que se llegan a dar, porque los astros se alinean o por cualquier otra razón,
hay ocasiones que una exposición de la cual no se esperaría mucho resulta ser
un tesoro con tantas riquezas que no se pueden abordar todas en un espacio como
este. Me refiero a la exposición recientemente inaugurada en el Museo
Metropolitano de esta ciudad (abril 12) Acervos
Artísticos de la Nación, con los subtítulos En custodia de la SHCP, seguido por el de Cinco siglos de arte de nuestro país.
La muestra está formada, en efecto,
por dos colecciones pertenecientes a la Secretaría de Hacienda y Crédito
Público, la más antigua, la que proviene de la modalidad de Pago en Especie,
propuesta desde 1957, aunque en vigencia a partir de 1975, y la que constituye
el Acervo Patrimonial de la propia Secretaría, iniciado en 1982. Si dije más
arriba que, por lo menos el que escribe, esperaba muy poco de esta exposición, fue
a causa de su origen pues no es esta la primera ocasión que la ciudad recibe
exhibiciones del Pago en Especie (que por sí sólo es un tema de discusión) que han
resultado ser un fiasco, igual que los envíos que hacen para que piezas de esta
colección se integren a los acervos estatales. Pero, hete aquí, que esta
muestra es por completo distinta, entre otras cosas, supongo, porque ha sido
curada por alguien que sabe de historia del arte (Rafael Pérez) y no por algún
funcionario del SAT.
La muestra da para hablar, por
ejemplo, del coleccionismo y de las particularidades del coleccionismo estatal,
de ahí nos puede llevar a lo que son y han sido las políticas públicas con
respecto a las actividades simbólicas o artísticas, para concluir en la
articulación de las políticas culturales del país y de los estados, así como de
los organismos responsables de su ejecución.
Pero sobretodo la exposición presenta
la posibilidad de recorrer, aun sea brevemente y a grandes saltos, la historia
del arte en y de nuestro país, de acuerdo, por supuesto, a los alcances de estas
colecciones. Así, el que se haya incluido pintura y mobiliario de la Colonia,
resulta interesante, pues nos permite entender que provenimos de una tradición
centenaria sobre la que descansa nuestra producción actual (lo ideal hubiera
sido iniciar con arte prehispánico, siempre y cuando formara parte de los
acervos de la SHCP). Con botas de siete leguas pasamos del periodo Novohispano a
la Escuela Mexicana de Pintura, o sea, a la corriente que nace del movimiento
revolucionario del ‘10, del Muralismo. De este momento habría que señalar un
par de piezas excepcionales la Lucilla y
los judas (El estudio del artista), 1954, de Diego Rivera, una de esas dos
o tres obras en las que su autor sintetizó todos los estilos y tendencias que
siguió y/o inauguró a lo largo de su vida. Y la Venus Fotogénica, 1935, de Rufino Tamayo, un ejemplo de sus inicios
nacionalistas, pero también del conocimiento que del color siempre tuvo y supo convertirlo
en uno de sus rasgos característicos. De este momento representado por estas
piezas a las que habría que sumar la genial Soprano
(1949) de Antonio Ruiz, el Corzo se abre paso a La Ruptura, representada por
sus mejores hijos, Manuel Felguérez, Arnaldo Cohen, Vicente Rojo, Luis López
Loza, José Luis Cuevas. Un paso más y cerramos el siglo XX con obras de una
naciente, en ese entonces, postmodernidad, ejemplificada por la obra de los
Castro Leñero, Irma Palacio, Boris Viskin. Como puede verse una nómina nada
despreciable y, por el contrario, significativa de lo que se ha producido en
nuestro país.
Matías Goeritz. Mensaje. |
En cuanto a la fotografía, nos
presenta a la sagrada trinidad: Graciela Iturbide, Lourdes Almeida y Yolanda
Andrade. De Graciela, nada más ni nada menos que Nuestra señora de las iguanas, en cuanto a representatividad y
calidad de la fotografía en México, no se puede pedir más.
La escultura por extraño que
parezca, está bien representada, va, por ejemplo, de Juan Soriano a una muy
buena cerámica de Miriam Medrez, sin faltar Javier Marín, Francisco Zúñiga,
German Venegas, Ricardo Regazonni, Adolfo Riestra, y otros más.
Miriam Medrez. Sin título. |
Para mi la mejor pieza de toda la
muestra es el Mensaje de Matías
Goeritz, hermana menor (por el tamaño) de la gran lámina que se encuentra en la
Colección FEMSA. Deja en claro en qué consiste la capacidad creativa, una
simple lamina dorada perforada, ah…pero con qué intención, disposición y gusto;
claro, en principio no tiene ningún chiste, pero hacerlo de esta manera en
particular y dejar que la obra, el material, hable por sí mismo, no es algo que
se consiga ni fácil ni frecuentemente.
Un último apunte. Al evaluar esta
exhibición, no se puede hacer a un lado su origen; ella misma y lo que aquí se
ha apuntado está pensado para un público en general, claro que todos son
invitados, puesto que siempre será bueno ver las obras en vivo, pero no es para
especialistas ni expertos conocedores del arte en México, es una muestra para
que cualquiera de nosotros tenga la oportunidad de asomarse a nuestra historia
del arte y conozca quiénes y con qué clase de trabajos la han ido escribiendo.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
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