¿Y la crítica de arte.... qué?
Julio Ruelas. La crítica. 1906 |
Estas últimas
semanas he presentado algunos apuntes sobre el estado actual del arte en
general, de la pintura y de la fotografía en particular, tratando de explicar a
qué se debe que el concepto y estas prácticas presenten, hoy día, la apariencia
bajo la cual las conocemos. Hoy concluye este ciclo; ahora abordaré no un
quehacer sino la tarea que busca construir un puente que vaya de la obra al
espectador y de este al producto que observa. No olvidemos que una obra de arte
no sólo se produce, sino que también circula y se consume y que entre cada una
de estas acciones se encuentran otras tantas; hay, luego entonces, una nube de
relaciones e interacciones que se genera en torno y/o por el objeto u obra, todas
indispensables para que se genere, aparezca o se aplique el adjetivo obra de
arte. Una de estas relaciones es la ya mencionada crítica de arte.
Esta –la crítica de arte--,
entendida como aquí le hemos descrito, es bastante reciente, un producto del
pensamiento ilustrado que se inserta, toma carta de naturalidad, en la
modernidad decimonónica. Es un género literario que fue absorbido por el
periodismo toda vez que aborda temas –obras-- que le son contemporáneos, sobre
los cuales, se supone/espera, el espectador, el público, tiene interés, le
gustaría saber más, contrasta sus opiniones. Junto con las entrevistas, el
reportaje, la narración, la reseña, el texto académico, el ensayo, la tesis,
forma lo que se conoce como literatura artística.
La crítica aparece justo en el
momento en que va muriendo el antiguo régimen y su lugar va siendo ocupado por
la modernidad. La substitución del viejo sistema, no se refiere únicamente a
una manera de gobernar sino a toda forma social, económica y cultural a las que
había dado lugar y que, de una u otra manera, al apoyarla ideológica y
políticamente (a la monarquía), eran favorecidas a su vez (las artes en nuestro
caso). Al desaparecer el sistema de valores asociado al Ancien Régime, debió ser substituido por uno nuevo, el de la
Modernidad. Una de las maneras en que se difundieron, defendieron y arraigaron
los nuevos valores, fue, entre otros medios, a través de la prensa.
Hasta este momento, siglo XVIII, muy
pocos se habían molestado en cuestionar los valores sobre los cuales descansaba
la obra de arte, el más importante de todos, la Belleza, independientemente de cómo
se le definiera. Al cuestionarse, al tomarla como algo subjetivo y/o relativo,
al entrar en competencia con otros conceptos como lo sublime, lo grotesco, lo
pintoresco, su poder y autoridad, curiosamente, no desaparecieron, pero sí fue
necesario contar con nuevas ideas y argumentos que la ubicaran, la señalaran y
legitimaran en los nuevos objetos que los productores fueron realizando a
partir de ese momento. Para eso fue que nació la crítica de arte, para
explicarle al público en general cómo se manifestaba ahora esa Belleza propia
del arte, cómo había que reconocerla, cómo se le debía apreciar, cómo se
transformaba a la par de las nuevas pinturas, esculturas, estampas. Esa fue,
pues la función de la crítica de arte durante la modernidad, establecer ese
puente del que hablábamos entre la obra y su espectador, para qué este
comprendiera y apreciara su nueva Belleza –la de la obra--.
Podríamos decir que del XVIII a
mediados del siglo pasado, la crítica de arte se encargó de enraizar difundir y
justificar, una serie de ideas respecto a qué ver y valorar en las obras que se
produjeron en este periodo (en el fondo no hay tanta distancia como se cree
entre el arte del pasado y el de la Modernidad, cambian sí cuestiones de forma,
pero la esencia se mantiene), sólo para desembocar en un momento similar al que
forzó su nacimiento. Me refiero a lo sucedido en nuestros días, al pasar del
mundo Moderno a la postmodernidad y la contemporaneidad.
En torno a los años ´60 del siglo XX
asistimos a este nuevo quiebre que coincide con un periodo de distensión
mundial lo que permitió aparecieran nuevos temas, argumentos y cuestionamientos
(post-colonialismo, feminismos; queer, hipismo, etc.). Coincide, igualmente,
con el llamado Giro Lingüístico, y las teorías estructuralistas y post
estructuralistas. Va de la mano, por tanto, de la apertura de la historia y sus
nuevas aproximaciones (estudios culturales) y, claro ésta, de nuevos métodos,
sujetos y objetos en la historia del arte (estudios visuales). Ante estos y
otros muchos cambios, era de esperarse que el sistema moderno del arte al cual
servía la crítica, colapsara. Lo interesante y desgarrador, es que el sistema
del arte contemporáneo resultó ser, este sí, radicalmente distinto a cualquier
otro, razón por la cual la crítica debiera serlo también, sin embargo, durante
un buen tiempo, digamos de los 90’s del siglo XX a la primera decena de este
siglo, la crítica fue sustituida por la llamada curaduría, con otros objetivos
y funciones. No obstante, hay indicios de que la crítica de arte, como la
conocimos –aunque con otros argumentos teóricos— está regresando. Al parecer la
vieja necesidad de explicar la obra de arte, se niega a desaparecer.
Publicado originalmente en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: https://educalingo.com
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