De los regresos (I)
En estas semanas
he conversado con algunos colegas acerca del regreso de la fotografía
fotoquímica o, mejor dicho, de la película que hace posible inicie este
proceso; el anuncio más reciente al respecto fue el hecho por la Kodak Eastman
Company y la Kodak Alaris durante el Consumer
Electronic Show (CES) del mes de diciembre en Las Vegas, Nevada, sobre el relanzamiento
de la marca Ektachome una de sus películas
más representativas (suspendida su producción apenas en el 2012). Anteriormente
ya habíamos tenido, entre otras, el regreso de la Polaroid (suspendida en el 2008) revivida a través de la compañía
Impossible Proyect, así como el diseño para la Leica, la Olympus, Nikon, Fuji,
etc., de nuevos modelos a fin de darles la apariencia de las cámaras de
mediados del siglo pasado, algunas de ellas funcionando, esto es, captando
imágenes de manera electrónica, las más incorporando magazine de película.
Dos anotaciones antes de seguir. Uno,
esta discusión se da al interior de la aparente confrontación entre medios
electrónicos y analógicos que se extiende más allá de la fotografía y abarca
ámbitos que nada tienen que ver con esta adversidad sino con una tendencia
mayor que es la búsqueda o retorno de ciertas versiones del pasado inmediato,
lo que usualmente conocemos como lo Vintage
(música, filmes, TV, ropa, muebles, arquitectura, comida, etc.), por lo que es,
más bien, un rasgo de la cultura contemporánea.
Dos, en verdad nunca han dejado de
producirse u obtenerse imágenes fotoquímicas, si se prefiere, nunca se han
dejado de hacer fotografías en el sentido tradicional del objeto y del
concepto. Por lo que una primera conclusión, con la que creo mis colegas
podrían estar de acuerdo, es que esta situación –el regreso de la película
fotoquímica o analógica-- se debe más a una estrategia de mercadotécnica o
comercial, que a un asunto que debiera inquietarnos por indicar algo más que
aún no alcanzamos a ver o comprender.
Dicho lo anterior es innegable que
ambos sistemas, el electrónico y el fotoquímico, tienen sus defensores y
detractores, tal oposición se genera ya que comúnmente suponemos que lo nuevo
es superior o suple a lo viejo pues, en términos generales, no posee las mismas
limitantes o carencias que el modelo anterior o porque estas ya han sido
superadas por los nuevos adelantos, ¿quién no prefiere el automóvil o el avión
para viajar en lugar de la carreta o el bote de vela?, ¿cómo no estar a favor
de la mal llamada fotografía digital, si supone una serie de ventajas con
respecto a la obtención de imágenes analógicas? Los resultados que se obtienen
con ella, si no idénticos, si son lo suficientemente parecidos a sus
antecesores como para dejar en manos de los expertos y conocedores su correspondiente
identificación; en otras palabras, para la inmensa mayoría de nosotros no
existe una diferencia ostensible entre las imágenes de hoy y las del pasado, es
más, sí se llegan a apreciar mejor gracias al brillo de la pantalla, y no sólo
eso, sino que logran, incluso, mejorar las imágenes del pasado. Todo ello sin
mencionar su rápida apropiación por parte de la cultura masiva, y los adelantos
tecnológicos que se suceden día a día, tanto en la captación de imágenes, como
en el equipo periférico que acompaña a esta acción. Ahora bien, cuando ya todos
estábamos casi convencidos de sus bondades sobre el mundo analógico, se dan
estos regresos –diseños de cámaras, películas, papeles, etc.—(artificiales o
no), lo que ha llevado a muchos, ya lo decía más arriba, a preguntarse por las
razones, más allá de las apariencias de la moda, o del fácil entusiasmo, que
pueden estar provocándolos.
Si me circunscribo a la fotografía
no tengo respuesta (soy de los que cree en la artificialidad de la tendencia
---que ha sido hecha por el mercado—por lo que pronto estaremos hablando de otros
temas) pero si las veo, como ya decía, en un contexto más amplio, me parece que
sí podemos identificar una o más variables que estén empujando o haciendo
resurgir, métodos, diseños, materiales, procesos, objetos, del pasado
inmediato. De entre ellas, una de las más poderosas me parece que es la búsqueda
de la autenticidad, entendida como aquello que realmente es lo que parece ser o
que se dice que es. En un mundo dominado primero por el espectáculo y hoy día
por los hechos y/o verdades alternativas, en el que la apariencia se ha vuelto
algo tan volátil que puede transformarse en cualquier momento y a voluntad, en
el que las identidades son intercambiables, en el que la apreciación y la
opinión son más importantes que la verdad, desear lo auténtico me parece una
bocanada de aire fresco. Lo auténtico en fotografía, creo yo, sería recuperar,
con los ojos del presente, esas primeras imágenes que hipnotizaron a los
Niepce, Talbot, Bayard, la emoción de ver cómo iba apareciendo sobre la
superficie de una lámina, de un papel, la imagen que acababan de ver proyectada
dentro de sus antiguas cámaras obscuras. Regresar a esas imágenes que aún
hacían creer en la objetividad, en la autenticidad de una realidad que hoy, por
desgracia, se nos cae de las manos como trozos de un espejo quebrado.
Publicado originalmente por Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: https://commons.wikipedia.or
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