Uno de la Guadalupana
Nican Mopohua, 1649
Hay
una línea casi ininterrumpida desde la imagen de la Virgen de Guadalupe que
quedó embebida en la tilma del ahora santo Juan Diego en 1531 y que es la que
da origen a esta larga sucesión de representaciones, pasando por las aportadas
en el Nican Mopohua de 1649, por el
lienzo pintado por Miguel Cabrera en 1756 después de haber dado a conocer su
reporte sobre el ayate original a través de su informe Maravilla americana y conjunto de raras maravillas (1756) y que se convertiría
en el modelo a seguir a partir de entonces, a las representaciones, por
ejemplo, de la chicana Yolanda López, o
las de Rolando de la Rosa que en su momento resultaron tan polémicas que le
costaron, a un director del MAM de la Ciudad de México, su puesto, o la as
fotografías de Lourdes Andrade, Rodrigo Moya y por supuesto las de Federico
Gama que nos dan a conocer los alcances del culto guadalupano incluso entre los
grupos más marginados de nuestra sociedad. Como también a fines del siglo
pasado en el llamado “Neo-mexicanismo”, cuando pintores como Enrique Guzmán,
Julio Galán, Rodolfo Morales, Dulce María Núñez, Nahum B. Zenil, o Alejandro
Arango, retomaron esta imagen para incorporarla de diversas maneras en su obra,
lo mismo que hicieron en su momento Adolfo Patiño, Felipe Ehrenberg, Lourdes
Almeida, o Alma López, por no mencionar las muchísimas referencias, directas o
indirectas, que se hacen a ella a través de diversos medios, los miles de
ExVotos de todos los tiempos dedicados a los favores recibidos por la Virgen
del Tepeyac, o las otras tantas representaciones artesanales que se producen a
partir de ella, y así hasta llegar a la apropiación de sus derechos de
reproducción por parte de empresarios chinos.
Miguel Cabrera. Virgen de Guadalupe, 1756
Alma López. Our Lady. 1999
Hasta
donde conozco se han organizado no una sino varias exhibiciones dedicadas a las
representaciones de la Virgen de Guadalupe, pero siempre dentro del contexto
religioso o bien el de la historia de nuestra pintura. Que yo recuerde sólo ha
habido una muestra que se propusiera reunir lo mismo imágenes históricas que
contemporáneas, la intitulada Imágenes
Guadalupanas, cuatro siglos presentada en el entonces rutilante Centro
Cultural Arte Contemporáneo entre noviembre de 1987 y marzo del siguiente año.
Fuera pues, de esa efervescencia, artificial o no, que fue el intento de retornar
un arte nacionalista, incluso como respuesta a la ya desde entonces amenazante
globalización, no ha habido más intentos ni de exhibiciones como la que citamos
(quizás como una actualización de lo que fue la de Televisa), mucho menos de
re-utilizar o apropiarse de la imagen de la Guadalupana ¿por qué?
Por
supuesto no creo que el interés de la gente por este tema en particular –el de la
Virgen de Guadalupe—haya disminuido, los millones de visitantes que recibe la
Basílica en el Tepeyac o los cientos de miles que llegan a la de la colonia
Independencia aquí en Monterrey, no me dejan mentir. Así pues, no es una
cuestión de fe, claro que es muy difícil encontrar algo similar al culto
guadalupano que se lleva, incluso, como parte de nuestra identidad cultural,
pero, aun así, éste mismo ha dejado de ser motivo de representación, digamos
artística, como sí lo fue, por lo menos, hasta que declinó por completo el “Neo-mexicanismo”.
Entiendo
esta cuestión como parte de una problemática mayor; es, sin lugar a dudas, otra
de tantas diferencias que existen entre este momento y el de la llamada
Modernidad, o incluso con la Post-Modernidad o Tardo Modernidad, esto es, el
declive de la influencia efectiva y trascendente de la iglesia o mejor dicho de
las iglesias, lo cual, por muchos motivos, se ha de aplaudir si no fuera porque
junto a ese declive, en paralelo, asistimos a la decadencia de prácticamente
todas las instituciones sobre las que se fundó y floreció aquel mundo, el del
pasado; en otras palabras, a la pérdida de valores morales que mal que bien se proveían
a través de la enseñanza religiosa, también vamos perdiendo o haciendo a un
lado, los cívicos y/o comunitarios, exactamente
por la misma razón, la decadencia de las instituciones responsables por su
impartición y aprendizaje, la familia, la escuela, la política. No quiero decir
que esta sea, por sí misma, una situación negativa, o que en el pasado se era
mejor persona y ciudadano, lo que sí apunto, es que ante la caída de estas
instituciones y lo que cada una de ellas suponía, no veo nada que las
sustituya, su lugar --aquí sí desgraciadamente-- lo ocupa en exclusiva el
mercado encabezado por Mamón, el dios del dinero. Por sus consecuencias, creo,
es algo sobre lo que vale la pena reflexionar de ahora en adelante.
Publicado originalmente en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imágenes: https://peregrinosdequeretaroaltepeyac.org
https://sq.wikipedia.org
https://jesusinlove.blogspot.com
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