Las diferencias
La semana pasada,
del 14 al 19, se llevó a cabo, en las instalaciones del Centro de las Artes del
Parque Fundidora, el XV Encuentro de
Fotografía Nuevo León / N.L. Foto 2017 cuyo programa estuvo compuesto por
conferencias magistrales, mesas redondas, revisión de portafolios y, por
supuesto, exposiciones; de las tres que se inauguraron, quizás la más
importante sea la Tercera edición del
concurso de Fotografía Contemporánea de México, abierta al público el
jueves 14 en la Cineteca-Fototeca. Y digo, la más importante no por restarle
valor a las otras dos, sino por la cantidad de involucrados en el concurso que
se extienden por toda la geografía nacional, y por la presencia de una
premiación, toda vez que se trató de un concurso.
Quiero pues valerme de esta muestra,
para señalar, al margen de muchas otras, tres diferencias que distingo entre un
mundo que va quedando atrás, incluidas sus creencias y su traducción o
adaptación a formas de hacer, y otro que lo va substituyendo. El ejercicio no
me parece vano por dos razones, para señalar la existencia de una línea
histórica que nos recuerda que hubo un pasado y que de él ha nacido este
presente; y, dos, porque entre más conscientes estemos de esta transición,
cambio histórico, evolución o como se le quiera llamar, estaremos en mejores
condiciones para hacerle frente, ya para adaptarnos a él, ya para rechazarlo.
He dicho que entre otras cosas que
pudieran hacer importante a este evento se encuentra el haber culminado en una
premiación, supongo que a lo que, a juicio de un jurado, resultó ser lo de
mayor calidad, propuesta, innovación, etc., en relación al lote recibido. Como
de costumbre, no hablaré de los premios otorgados, pero en esta ocasión no lo
hago porque no sé a cuál de todos debería referirme. He aquí una de estas
diferencias, por primera vez me topo con un concurso en el que hay más de 10
premios repartidos entre un total de 55 participantes, o sea, además de ser
seleccionados de entre 883 fotógrafos que fue el total de los productores que
entraron al concurso, los jurados decidieron no dejarlos ir sin un premio. No
sé, bajo estas circunstancias, qué tanto valor tenga ganar uno de tantos
premios, ni cuál el prestigio que obtenga el patrocinador del mismo.
Dos diferencias más, creo que ambas
relacionadas, aunque en este momento sea incapaz de indicar o sugerir cual da
lugar a la otra. La primera de ellas, más notoria, más evidente, es la manera
en que hoy día se dispone del material que se exhibe. En esta ocasión, no hubo
necesidad de emplear mesas para colocar alguno de ellos, aunque por desgracia
sí hubo uno que pretendía desbordarse para acabar siendo recargado en la pared.
Con el resto de las fotografías exhibidas lo que cambia es cómo son presentadas
en los muros o paneles que forman la museografía. Lo actual es colgarlas
siguiendo cualquier patrón que se aleje de una al lado de la otra a una
determinada altura; combinando dimensiones y técnicas; formando mosaicos, empalmándolas,
etc. No sólo es desconcertante ver esta variopinta manera de colgar el material
recibido, sino que se echa de menos, la fotografía individual, la que reclama
su espacio para ser apreciada, comprendida, leída a detalle, la que en sí misma
contiene todo lo necesario para comunicar la intención de su autor.
La última diferencia que señalo, es
precisamente esta, o sea, el deseo, la inclinación, quizás ni siquiera
manifiesta, consciente, de los productores por presentar trabajos, o proyectos
como hoy se les dice, compuestos no por imágenes individuales, autónomas, sino
asociadas en la imaginación del productor, tres, cuatro o más fotos, no
forzosamente en secuencia, ni con detalles en común, o formatos semejantes, pero
sí con la pretensión de agotar o representar el tema seleccionado.
Esta diferencia, que me parece clara
y en la cual no siempre reparamos, relacionada, como se ve, con la forma de
colgar/exhibir el material que forma la exhibición, es más profunda de lo que se
alcanza a percibir en estas líneas porque está directamente relacionada con
otros cambios que igualmente se dan en prácticamente todas las áreas de nuestra
sociedad. Me refiero a cómo es que hoy día prevalece lo múltiple sobre lo
unitario, el detalle sobre lo general, el fragmento sobre la totalidad, la
apariencia sobre la esencia, el simulacro sobre lo real.
Y cómo no iba a ser así cuando la
mayoría de las certezas con que crecimos han desparecido y su lugar no sólo ha
quedado abandonado, sino que no hay quien quiera ocuparlo de nuevo. Si la idea
que teníamos de verdad se diluye en una multiplicidad de opiniones que reclaman
para sí esa autoridad. Si las convicciones locales son borradas por la
aplanadora global. Si lo que creíamos era lo real hoy sabemos es relativo. En
tal sentido, este tercer concurso es claro y ejemplar, y sus organizadores
hacen bien en subrayar que se trata de fotografía contemporánea (lo que quieran
decir con eso) pues en él hay poco, muy poco, de fotografía tal y como se
entendía y practicaba hasta el día de ayer.
Publicado originalmente en Milenio Dario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.cpm
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