Graciela Iturbide y los archivos
El domingo pasado
en el Centro de las Artes de San Agustín (CASA) en el municipio de San Agustín
Etla, Oaxaca, se llevó a cabo un homenaje a la fotógrafa mexicana más famosa e
importante del momento, Graciela Iturbide, a la vez que inauguraron lo que ella
misma calificó como su primera retrospectiva de verdad, más de 217 imágenes que
cubren cerca de 50 años de trabajo ininterrumpido a lo largo y ancho de este
mundo.
Al margen de los nexos que Iturbide
guarda con Oaxaca, en particular con la región del Istmo, así como de otras
declaraciones que hizo en esta ocasión, hay una que por sus implicaciones no
puede pasar de largo, tanto para su propio futuro, como para el de muchos
otros. Me refiero al comentario respecto al destino de sus archivos. Consciente
de que ese material se debe al pueblo de México y que es él su legítimo
depositario, también lo está de que un archivo como el suyo no deja de ser un
problema, por lo que ha comentado que, si en el país no se le garantiza su
debido cuidado y atención, no duda en depositarlo en cualquier otro sitio en el
que esté segura de su correcta conservación y franco acceso público.
Imaginemos por un momento la
cantidad de negativos, impresiones y demás, que puede haber generado a lo largo
de 50 años de trayectoria. No dudo que, como tal, sus archivos guarden un
cierto orden procurando tener al día tanto el material guardado como el que se
sigue generando día a día, pues la fotógrafa se encuentra aún en activo y
piensa mantenerse así por un buen tiempo. Por lo que el trabajo que implica
simplemente el registro, limpieza y guardado de cada uno de esos miles de
negativos, ha de generar un catálogo que se va haciendo cada día más difícil de
manejar por una sola persona (por más que Graciela tenga gente contratada para
auxiliarle en estas tareas).
Hace bien, creo yo, en pedir que al
menos, si va a donar todo ese material al país, se le garantice será
correctamente resguardado, y si no es posible por las razones que fueran, que
busque más allá de México quién sí le asegure se mantendrá integro su legado.
Hay que aclarar que aquí estamos hablando del archivo de los negativos
principalmente, ya que existen importantes instituciones, públicas y privadas,
en México y el extranjero que cuentan con distintas colecciones impresas de sus
trabajos, por lo que lo que está en
juego es, insisto, el material en película (en distintos formatos, más otros
tantos discos duros con fotografías ya digitalizadas o electrónicas originalmente),
entre los cuales se encuentran las imágenes que conocemos, pero también un buen
número de inéditas que están en espera de ser puestas bajo la luz.
Es en este momento y no después de
la muerte de Iturbide, cuando el Estado o el sector Privado (empresarial o
personal) debe tomar la iniciativa y prometer el correcto resguardo de su
archivo, ahora que está viva y puede aportar mucho a la catalogación de su
material, antes de verlo partir del país como ha sucedido con tantos otros
archivos, colecciones y bibliotecas que, de haberse quedado en estas tierras,
en mucho contribuirían al desarrollo cultural de México.
Todos coincidimos en la importancia
que tiene el que el archivo de Graciela Iturbide se quede en México, pero
¿quién estaría dispuesto a argumentar lo mismo por los cientos, quizás miles,
de archivos que rondan por todas las latitudes del país? Aunque quizás antes de
contestar esta pregunta deberíamos plantear porqué es importante la
conservación y preservación de los archivos, y, según me parece, este es un
tema que debe platearse desde el nivel individual, familiar, hasta el
gubernamental en sus tres niveles, lo mismo que en las empresas
independientemente de su tamaño y recursos. Para darnos una idea de su importancia:
a raíz del terremoto del 19 de septiembre, se ha tratado de fincar
responsabilidad ya sea por los edificios colapsados en los que hubo muertos,
como en aquellos que ahora son ya inhabitables. De todos los expedientes
abiertos, solo una mínima parte procede de inmediato, pues la mayoría carece de
papeles, es decir, planos, permisos, revisiones, pagos, etc., o sea, por no
tener archivos correctamente armados habrá culpables que terminen impunes al no
poder comprobarles responsabilidad alguna.
A un nivel menos dramático, los archivos
además de tener ese valor legal, son la memoria de los individuos, las
familias, las comunidades, los países. Y hablo de archivos materiales, como los
documentales, pero también, los que forman las fonotecas, las pinacotecas, las
fototecas, bibliotecas, etc. Cada persona, cada institución, así como cada
época debe definir qué valor le da a su pasado y a los instrumentos que lo
representan. Y a pesar de ser un gran problema (gran problema por su volumen) creo
yo que más vale pecar de acumuladores que de inconscientes.
Publicado inicialmente en Milenio Diario
Se puede ver también en www.artes2010.wordpress.com
Imagen: fotografica.mx/fotografos
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