Reset
Aunque en sentido estricto no sea así, cada que calendáricamente inicia un nuevo año, tendemos a pensar en lo que veníamos haciendo, más que de manera consecutiva o progresiva, como si estuviéramos a punto de iniciarlo una vez más el primero de enero de cada año, en especial aquellas actividades o empresas que nos son más queridas o deseadas a nivel simbólico u emocional, como si estas dependieran más de la pura fuerza de voluntad, de la buena intención, que de múltiples factores que son los que, precisamente, han impedido su plena realización. En otras palabras, cada que inicia un nuevo año, pareciera que aplicamos un reset, borrar y empezar de nuevo, a cierto tipo de actividades, esperando contar con mejor suerte esta vez.
Al hablar de ese tema, obviamente, lo hago pensando en cosas concretas y que se encuentran en la órbita de mis actividades cotidianas. Hay un mundo mucho mayor e incluso mucho más importante que, igual, me gustaría resetear (el hambre en el mundo, las guerras, los feminicidios, el tráfico ilegal de cualquier cosa, etc.), pero sobre los cuales mis acciones individuales, tienen poco o ningún efecto y aunque forman parte de mis preocupaciones habituales, no espero, por más año nuevo que sea, que cambien solo porque a mí me lo parece.
De las cosas locales que me involucran directamente y que me gustaría modificar se encuentra la dicotomía entre la Secretaría de Cultura y el CONARTE. Me gustaría ir más allá del momento circunstancial por el que pasa todo el estado para tratar de explicar porque, desde mi punto de vista, debería existir solo uno de estos dos organismos, opinión que, por cierto, ya he intentado exponer en otras ocasiones.
La creación del CONARTE, fue un acto de política pública que se llevó a cabo en el momento indicado, con el personal idóneo, para atender un sector de actividades que ya para ese entonces (hace aproximadamente 30 años) estaba bastante maduro o a punto de llegar a su mayoría de edad (pienso en la danza contemporánea, por ejemplo), así que sus funciones y campo de acción se encontraban, mal que bien, bastante bien definidos y aunque hubo que enfrentarse desde un principio problemas serios, mientras no cambiaron ciertas condiciones estructurales, funcionó diría que hasta correctamente.
Conforme nos adentramos en el nuevo siglo, y las relaciones multirregionales y factoriales crecen y se van haciendo más complicadas, se necesita, también, de un nuevo tipo de institución que esté pendiente de los cambios que habrán de venir más adelante.
Así pues, el CONARTE, obligado en sacar el trabajo día a día sin modificar sus expedientes y procesos, se ha ido quedando atrás, convirtiéndose en una dependencia de 2da., línea. En este momento debe estar dispuesto --el CONARTE- a dejar de ser lo que es para asumir nuevas responsabilidades, obligaciones, pero también un sitio semejante la de cualquier otra secretaría, simple y sencillamente porque el tema de la cultura está llamado a ir cobrando importancia, importancia que lo debe situar al lado de la Secretaría de Salud, la de Movilidad, etc., y eso no lo podrá hacer el CONARTE tal como lo conocemos, necesita emigrar hacia la idea de ser una Secretaría.
Dice el dicho que hay que tener cuidado con lo que se desea, pues, en una de esas, se nos concede. Vaya problemas que habría que resolver si el CONARTE fuera absorbido, finalmente, por la Secretaría de Cultura…aunque, por otra parte, si queremos resultados diferentes hay que empezar por hacer las cosas de otra manera.
Publicado en Milenio Diario
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