Ni cómo echarte pa'trás


 Llevo escribiendo las dos últimas semanas lo que creí –y pensando en eso lo hice—era en defensa de quienes, en su necesidad por mostrar su obra, ceden y permiten que esta se presente de cualquier manera; gracias al tan sobado “no hay presupuesto” o corren con todos los gastos de la presentación (muchas veces incluidos los del bernissage –si es que lo hay-- y el cóctel de inauguración) o aceptan que su trabajo se exponga de la manera más pobre o económica, si se prefiere, lo que obviamente demerita el trabajo hecho y aleja a los coleccionistas más importantes. 

 Al escribir lo anterior, pensaba, principalmente, en la fotografía, pero hete aquí que, de la semana anterior a esta, me he topado con un par de exposiciones, que, de alguna manera, me obligan a replantear mi postura y aceptar que quizás he exagerado al pensar en los productores como víctimas. Quiero decir, ¿cómo sostener mi postura cuando parece que la realidad muestra, exactamente, lo contrario a mi percepción, cuando es el propio fotógrafo –o artista visual como ahora se les dice—quien decide presentar su trabajo, por ejemplo, en el suelo recargado en las paredes? Por supuesto que hay mil razones y argumentos para hacerlo, todos válidos sin duda, pero con muy poca relación con la historia de la fotografía, que es lo primero que debiéramos conocer y aceptar. ¿Cuántos miles de fotografías hemos visto sobre guerras, protestas, conflictos sociales, huelgas, marchas, asaltos, etc.?,, todas conmovedoras, terriblemente crudas, tristísimas, que te enfrentan directamente con las peores injusticias que somos capaces de cometer, ¿cuándo las vimos tiradas en el suelo como protesta, como símbolo de lo irracional, de las desigualdades? 

 Estas muestras de fotografía contemporánea o de arte visual contemporáneo, y otras tantas son las que componen la exposición Ecosistemas que se exhibe en la planta baja del CEIIDA (Centro de Investigación, Innovación y Desarrollo de las Artes) en la Unidad Mederos de la UANL. Se trata de una muestra de obras producidas por quienes participaron en la primera edición de FORMA, Programa de Fotografía Actual dependiente, hasta donde sé, de la universidad y coordinado por Yolanda Leal y César González-Aguirre. El programa retoma la feliz experiencia del PFC (Programa de Fotografía Contemporánea) de la fototeca de Nuevo León, creado y coordinado por el desaparecido Javier Ramírez Limón. De las veintitantas personas que se inscribieron en el programa, en esta ocasión se presentan 17 proyectos realizados ya con fotografía o video. Hay que mencionar, además, que entre estos 17 hay oriundos tanto de Nuevo León, como de otros estados Oaxaca, Baja California Norte y Sur, Morelos, Cd. De México, Tamaulipas, etc. y que no todos están, de entrada, involucrados directamente con las carreras de Arte o Artes Visuales que se imparte en diferentes espacios y universidades a lo largo del país, sino que su procedencia puede ser tan lejana como la Ingeniería o Medicina. 


Claudia Huergo. [In]quietudes.


Javier Silva. Nimgún sentimiento es final.

 Voy a mencionar dos casos más. Uno, [In]quietudes de Claudia Huergo, que en su cédula aparece como única especificación “fotografía digital”; y Ningún sentimiento es final, de Javier Silva, “fotografía analógica digitalizada para fotomural”. En el primer caso se trata de un bonito arreglo geométrico casi de techo a piso formado por papeles tamaño carta, fotocopias con imágenes diversas, pegadas al muro. El segundo, como dice la cédula son aproximadamente 20 imágenes, también de motivos varios, en diferentes tamaños, en color o B&N, pegadas igualmente al muro, pero sin alcanzar a cubrirlo por completo, entonces ¿cómo o por qué presentarlo como fotomural? El segundo shock que sufrí, quizás más impactante porque certificó mi miopía o tozudez al acercarme a la llamada fotografía contemporánea, fue la exposición del alemán Wolfgang Tillman: mirar sin miedo, recién inaugurada en el piso 6 del MOMA en Nueva York, importa mencionar lo del piso ya que este está destinada a albergar exposiciones especiales (centro Steven y Alexandra Cohen). Es un ambicioso proyecto que pretende mostrar sino la totalidad de la obra de Tillman sí el mayor número posible de trabajos, lo mismo si son proyecciones que obras enmarcadas, páginas de libro, polaroids sujetadas por alfileres o imágenes pegadas al muro, algunas van solas otras formando parte de constelaciones (nosotros les llamaríamos cardúmenes), unas tamaño mural, otras fotolibro, otras miniaturas, distribuidas libremente por todas las salas del piso, incluso algunas van pegadas hasta en las puertas de emergencia. Tillman pretende que veamos su expo como si fuera nuestra propia vida, como lo ha sido la de él. 

 Ante estos ejemplos ni cómo echarme pa’tras de lo dicho y escrito, ¿cómo explicarlo entonces?

Publicado en Milenio Diario
Se puede ver también en arte2010.wordpress.com

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